Dos voluntarios contra un derribo
Un recurso judicial alentado por dos activistas frena la demolici¨®n de 35 chabolas de la Ca?ada Real y retrasa los planes municipales para expulsar a las familias m¨¢s desfavorecidas
El recurso judicial de los habitantes del gallinero -extremo norte de la parte m¨¢s degradada de la Ca?ada Real Galiana, en el distrito de Vallecas- que ha conseguido paralizar la orden municipal de derribar sus 35 chabolas se organiz¨® el pasado domingo. En medio de la nada, emergieron tres sillas. Dos, de ¨¦sas de pl¨¢stico que los bares ponen en las terrazas. Otra, de tela con cuadritos marrones desechada por una oficina. En medio, una mesita auxiliar cortes¨ªa de Marian, abuela de 49 a?os cubierta de negro. Alrededor, un mont¨®n de caras sucias ense?ando tarjetas de residencia, pasaportes y hojas de empadronamiento. Antonio, voluntario de C¨¢ritas, apuntaba cada nombre en un folio. Jorge, que conoce la zona de su persistente tarea escolarizadora, ejerce de interrogador:
A ninguno se le ha ofrecido realojamiento. No existen. Ni siquiera el peque?o 'Aznar'
-?Cu¨¢ntos a?os tienes?
-Treinta y uno.
-?Cu¨¢ntos hijos tienes?
-Dos.
-?C¨®mo se llaman?
-Maradon y Rivaldo.
Y todo as¨ª. Con mucha paciencia. Dos voluntarios contra un derribo, con el respaldo de los servicios jur¨ªdicos de C¨¢ritas. Los ni?os juguetean junto a la carretera. Jorge ve que aquello es eterno. Ya es mediod¨ªa y la lista se estanca por las dificultades con el idioma y la s¨²bita desaparici¨®n de la gente que debe decir sus datos. "No vamos a acabar nunca", dice. Necesita ayuda. Un adolescente con alma de notario o funcionario del registro se propone como voluntario. Es un tipo extra?o para el lugar. Sabe escribir.
Tanta actividad dominical tiene su explicaci¨®n. Dos de los focos chabolistas m¨¢s degradados del camino a la incineradora de Valdeming¨®mez han recibido una carta del Ayuntamiento. Sus viviendas, una porci¨®n irregular de tablones, deben desaparecer. 31 chabolas ya han sido derribadas. Otras 35, las que conforman el v¨¦rtice superior del poblado, llamado entre los habituales de la zona el gallinero, esperan el desplome. Su desaparici¨®n estaba prevista para el pasado lunes, pero la intervenci¨®n de un grupo de voluntarios de C¨¢ritas ha conseguido que un juez paralice el derribo cautelarmente. La vista preliminar en el juzgado es hoy.
A ninguno de los afectados se le ha ofrecido el realojamiento. No existen. Ni siquiera el peque?o al que apodan Aznar, de cuatro a?os. Para el Consistorio no son viviendas. Ni siquiera chabolas. Y es que hasta en un lugar con m¨¢s de 2.000 construcciones ilegales, una legi¨®n de toxic¨®manos vagando y un punto de venta de drogas reconocido, hay clases.
Lydia Mandache tiene cinco a?os, es rumana, y apoya los pies descalzos entre los cristales para no perder el equilibrio sobre una minibicicleta rosa que su padre rescat¨® de una monta?a de basura. Pero para el Ayuntamiento, Lydia, que eleva su coleta rubia menos de un metro sobre el suelo, es la cabeza de familia de la vivienda n¨²mero 13 de la calle de Francisco ?lvarez. Una calle que es un ramal devastado de la Ca?ada Real Galiana.
A Lydia, conocida como Shakira, le ha llegado una carta con membrete municipal y una advertencia: debe abandonar su chabola. Su "vivienda n¨²mero 13", un conglomerado de cartones en torno a una hoguera oscura de ruedas de cami¨®n, interfiere en el desarrollo del nuevo barrio de Valdecarros. El c¨²mulo de infraviviendas donde vive Lydia es una extensi¨®n irregular que emana de una torre de alta tensi¨®n y bajo la que se arremolinan los ni?os, que se llaman entre ellos con nombres tan curiosos como Aznar, Ronaldo o Rivaldo.
El pasado martes les toc¨® a otras 31 chabolas de la Ca?ada, pobladas por marroqu¨ªes y alg¨²n rumano. Las demolieron mientras sus propietarios trabajaban. Entonces, la carta de advertencia ni siquiera ten¨ªa un destinatario. Estaba dirigida a "la parcela 65 y siguientes". Los afectados especularon con la explicaci¨®n de que sus infraviviendas estaban construidas sobre una finca particular. Pero ¨¦sa no fue la raz¨®n del Departamento de Disciplina Urban¨ªstica del Ayuntamiento, sino la "construcci¨®n de viviendas ilegales en una v¨ªa pecuaria de uso y dominio p¨²blico". Una constataci¨®n que sorprende a otros t¨¦cnicos municipales: "?Entonces habr¨ªa que tirar toda la Ca?ada!". Incluida una planta de reciclaje promovida por el Ayuntamiento.
Los habitantes de las dos ¨²nicas "parcelas" se?aladas en rojo por el Ayuntamiento tienen puntos en com¨²n. Les echan a ellos, no a sus vecinos, sin que, aparentemente, existan diferencias entre ellos. Y les echan sin prever realojamiento. Todas las actuaciones municipales contra los n¨²cleos chabolistas tienen detr¨¢s un plan, plazos y presupuesto para encontrar otro lugar para vivir a los que se expulsa. Para ellos, no.
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