Combinatoria moral
La trifulca entre los dos grandes partidos espa?oles est¨¢ llegando a extremos de una vulgar inelegancia. Y el gesto, deliberadamente buscado, de escatimar al contrario toda consideraci¨®n se convierte en un ejemplo diario de mezquindad pol¨ªtica. La vida p¨²blica en Euskadi est¨¢ llena de miserias, pero si uno pone la vista en el Estado el espect¨¢culo tampoco resulta edificante.
El 12 de octubre, fiesta espa?ola donde las haya, muchos ciudadanos (espa?oles o no) lo dedicamos a un ocio saludable, como ir con los ni?os, por ejemplo, al museo del ferrocarril que hay en Azpeitia. No obstante, los medios de comunicaci¨®n hicieron su trabajo y dieron puntual noticia de diversos altercados, entre ellos, la pitada que recibi¨® en Madrid el presidente de Gobierno en plena ofrenda a los ca¨ªdos.
Uno sigue de lejos (bueno, m¨¢s bien no sigue) las ofrendas a los ca¨ªdos, pero s¨ª contempla con respeto a los ca¨ªdos, a todos los ca¨ªdos, vengan de donde vengan, caigan donde caigan. La sangre derramada exige respeto, silencio y unci¨®n. No obstante, hab¨ªa sido tanta la tensi¨®n en d¨ªas anteriores que los abucheos a Zapatero el d¨ªa 12 de octubre eran previsibles. Muchos simpatizantes de la derecha espa?ola acudieron al acto en Madrid, pero les importaba una higa su naci¨®n, su d¨ªa y sus ca¨ªdos. Los patriotas iban a pitar al adversario y adem¨¢s eligieron para hacerlo el momento m¨¢s inoportuno: cuando se hac¨ªa la ofrenda a los soldados fallecidos, en presencia de sus familias. Despu¨¦s el argumento deriv¨® hacia lo tragic¨®mico, cuando el jefe de la oposici¨®n, Mariano Rajoy, rehus¨® reprobar esa actitud. Su evasiva frase pasar¨¢ a la antolog¨ªa de las sandeces pol¨ªticas, y en ella brillar¨¢ hasta el fin de los tiempos: "Siempre estoy a favor de que nadie se meta con nadie", concluy¨® Rajoy, eludiendo realizar el m¨¢s m¨ªnimo reproche a los gritones.
Obs¨¦rvese la compleja carpinter¨ªa que sostiene el enunciado. Ante la actuaci¨®n de unos energ¨²menos, y adem¨¢s cuando tocaba homenajear a los presuntos h¨¦roes, Rajoy no aprecia nada objetable. Apenas declara, con vaguedad pol¨ªtica y sint¨¢ctica, que siempre est¨¢ a favor de que nadie se meta con nadie. ?C¨®mo interpretar la frase? ?Podr¨ªamos utilizarla los dem¨¢s? A lo mejor tiene raz¨®n y a lo mejor los dem¨¢s tambi¨¦n estamos a favor de que nadie se meta con nadie. As¨ª podemos despachar, airosamente, cualquier conflicto pol¨ªtico o social. La construcci¨®n del enunciado nos ofrece, por otra parte, una estructura trimembre cuya combinatoria arroja al menos cuatro sentencias de parecido tenor. Obremos con rigor: tenemos los binomios "siempre/nunca", "a favor/en contra" y "alguien/nadie". Y las tres variables giran sobre el elemento invariable: "meterse con".
Gracias a la exquisita l¨®gica del dirigente popular, todas las manifestaciones del fanatismo, la intolerancia, la bajeza moral, la estupidez (?y por qu¨¦ no de la violencia f¨ªsica?) podr¨ªan saldarse bajo alguna de las siguientes proposiciones. Aqu¨ª van, para uso de la afici¨®n en general:
"Siempre estoy a favor de que nadie se meta con nadie".
"Siempre estoy en contra de que alguien se meta con alguien".
"Nunca estoy a favor de que alguien se meta con alguien".
"Nunca estoy en contra de que nadie se meta con nadie".
?C¨®mo no votar con entusiasmo, elecci¨®n tras elecci¨®n, a un hombre capaz de sugerir semejante calidoscopio moral? ?Puede alguien encontrar expresi¨®n m¨¢s adecuada cuando los propios insultan al adversario? ?No es la frase de Mariano Rajoy una horrenda lecci¨®n de cicater¨ªa pol¨ªtica? ?O no ser¨¢ al rev¨¦s? Percibo que mi alma se ensancha y me siento mejor persona que hace unos pocos minutos. S¨ª, mejor persona. Por eso puedo decir que yo tambi¨¦n estoy a favor de que nadie se meta con nadie. Ni siquiera con ¨¦l.
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