Por todos los santos
Transgrediendo el protocolo, como s¨®lo saben y pueden hacerlo los arist¨®cratas que tan bien lo conocen, y dejando a un lado el tacto y la discreci¨®n propios del oficio pol¨ªtico, la presidenta de la Comunidad de Madrid y condesa consorte, Esperanza Aguirre, solicit¨® del Rey, cuya mesa compart¨ªa, un "trato humano" para el histri¨®nico y col¨¦rico periodista radiof¨®nico Federico Jim¨¦nez Losantos.
La extempor¨¢nea petici¨®n de gracia no le hizo ninguna al monarca interpelado, que estuvo a punto en su respuesta de perder la ecuanimidad y el buen tono inherentes a su real condici¨®n.
Un observador casual, desconocedor de las interioridades de la pol¨ªtica espa?ola, habr¨ªa deducido de las palabras de do?a Esperanza que el mentado Federico padec¨ªa prisi¨®n en las mazmorras del castillo del rey, sometido a infame dieta de pan y agua, sin m¨¢s interlocutores para sus diatribas matinales que los carceleros de la guardia y sin m¨¢s ecos que los que le devolvieran los espesos muros rezumantes de humedad de su l¨®brego calabozo.
Desde la libertad y con ira, el locutor dislocado predica cada ma?ana su cruzada de odios
Federico ha servido desde los primeros d¨ªas en la vanguardia esperancista
Pero Federico vive en libertad y abusa impunemente de ella con la c¨®mplice bendici¨®n del c¨®nclave episcopal de la Cope que le proporciona el sustento diario, material y espiritual, y le cede sus micr¨®fonos.
Desde la libertad y con ira, el locutor dislocado predica cada ma?ana su cruzada de odios y difamaciones, grotesca cr¨®nica, desafinado c¨¢ntico de maitines que solivianta a la aguerrida parroquia.
Buf¨®n de la ¨²ltima Cruzada, reciclado en adalid de la Causa y palad¨ªn del oscurantismo cavernario, Losantos se desayuna todas las ma?anas desde hace un tiempo pidiendo la abdicaci¨®n del Rey, apostrof¨¢ndole por sus culpas como el Bautista ante Herodes.
Sabedor de que son muchas y variadas las voces que piden su cabeza en bandeja de plata, Federico se ha acogido tambi¨¦n a la protecci¨®n de la presidenta madrile?a, se?ora azul, hada madrina que antes de enrolarle en su tropa legionaria de Telemadrid quiere reivindicarle, limpiarle de polvos, pajas y adherencias recogidas por el ¨¢spero camino medi¨¢tico y ungirle con el perd¨®n real sin pasar por los arduos tr¨¢mites del arrepentimiento, el dolor de coraz¨®n y, sobre todo, del prop¨®sito de la enmienda.
Losantos, atado a su columna y aferrado a su micr¨®fono, exige desde el p¨²lpito que le devuelvan bien por mal las numerosas v¨ªctimas de sus sanguinarias campa?as, un trato cristiano que su cat¨®lica cadena no reparte precisamente entre sus feligreses de las ondas.
Punta de lanza en la guerrilla fratricida del PP madrile?o, Federico ha servido desde los primeros d¨ªas en la vanguardia esperancista prodigando los golpes de mano contra Alberto Ruiz-Gallard¨®n, r¨¦probo y renegado seg¨²n las peculiares taxonom¨ªas al uso del ala derecha de la Cope, cadena de ondas de los populares espa?oles y de la televisi¨®n de la Esperanza.
La vergonzante y vergonzosa retirada de Manuel Soriano al frente de Telemadrid, implicado en turbios procesos de acoso y derribo, es baja f¨¢cil de cubrir, nimio incidente; abundan en las fosas s¨¦pticas y en los fondos de reptiles medi¨¢ticos los mercenarios dispuestos a continuar con la caza de brujas y a borrar de las pantallas y de las n¨®minas a los profesionales libres, valedores de una libertad de expresi¨®n que Esperanza Aguirre tiene la santa desverg¨¹enza de invocar en la desaforada reivindicaci¨®n de su protegido, significado portaestandarte de una peculiar campa?a por la abdicaci¨®n del Rey que aprovecha, sin escr¨²pulo alguno, los movimientos y argumentos de nacionalistas, independentistas y republicanos, las quemas de fotos y otras presuntas injurias a la Corona, para hacer pinza con un radicalismo de signo contrario y opuestos ideales e intereses.
Los abdicacionistas a la federica no cuestionan la continuidad de la instituci¨®n mon¨¢rquica, s¨®lo pretenden someterla una vez m¨¢s a sus dictados y a sus dicterios.
En este pretendido traspaso de poderes resuenan los ecos de la refundaci¨®n mon¨¢rquica del franquismo, institucional chapuza que quit¨® al padre para poner al hijo tutelado por el Esp¨ªritu del 18 de Julio y, por tanto, m¨¢s asequible y proclive, en apariencia al menos, a dejarse llevar por los principios fundamentales del inmovilismo franquista disfrazado de movimiento a perpetuidad.
Para los abdicacionistas a la federica este rey no es lo suficientemente de derechas, pero esperan que lo sea su sucesor siempre bajo su admonitoria tutela, con la amenaza de que si no lo fuera, no tardar¨ªan en abdicarle, y as¨ª sucesivamente...
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