La Rep¨²blica a otra parte

Hace unos d¨ªas, un vecino de Novelda, me asegur¨® que la se?ora Milagrosa era una mujer capaz y hasta salom¨®nica, "le d¨¦ la ventolera de un lado u otro, que eso a m¨ª se me hace lo mismo". Ignoro por qu¨¦ a quienes itineran por la pol¨ªtica se les suele asignar, adem¨¢s de los escoltas y otras potestades con sobaquera, algo parecido a un sabio de la guarda, como para acreditarles de cara al personal unos amplios, aunque muy dudosos, conocimientos. Mariano Rajoy no ha hecho m¨¢s que poner en el paro no solo a los cient¨ªficos que se ocupan de la climatolog¨ªa, sino a los siete sabios de Grecia, sin reparar siquiera en Periandro de Corinto, que acert¨® cuando dijo que dentro de trescientos a?os todos calvos, sin hacer concesiones a la parentela del l¨ªder popular. Y la se?ora Milagrosa Mart¨ªnez no parece que se quede muy atr¨¢s ni en sus juicios, ni en sus compromisos. Si cuando se hizo cargo de la presidencia de las Cortes, tras contemplar los estragos presupuestarios de su antecesor, Julio de Espa?a, levant¨® el bander¨ªn de la austeridad y anunci¨® un recorte de los sueldos de sus se?or¨ªas y la intervenci¨®n de la Sindicatura de Comptes, para dar transparencia y esplendor a su gesti¨®n, su gesti¨®n sigue empa?ada, opaca, ennegrecida Y no es que sorprenda su incumplimiento a casi nadie, es que la instituci¨®n que preside y que se supone, como todas, al servicio de los ciudadanos, es un despilfarro, una hucha sin fondo, un agujero negro e insaciable, que se traga qui¨¦n sabe qu¨¦ generosas partidas. De verdad que se escuchan muy pocas voces de fuera y a¨²n menos de dentro, voces que exijan, sin m¨¢s pamplinas, las cuentas claras, o la instituci¨®n y cuantos la disfrutan ir¨¢ perdiendo cr¨¦dito y legitimidad democr¨¢tica. La ciudadan¨ªa tiene que echarse a la arena y coger por los cuernos a los responsable m¨¢s directos y a aquellos que sin serlo tampoco pueden salirse de rositas. La pol¨ªtica como el amor es cosa de tres.

Que la se?ora Milagrosa disponga de recursos salom¨®nicos, como hace unos d¨ªas me confes¨® un vecino de Novelda, est¨¢ por ver. Quiz¨¢ hizo pinitos, en sus tiempos de alcaldesa. Pero lo que es en su papel de presidenta popular de las Cortes sus juicios no alcanzan dimensiones b¨ªblicas y s¨ª apacibles vericuetos reglamentarios. Y as¨ª, cuando la diputada del grupo Comprom¨ªs pel Pa¨ªs Valencia, Marina Albiol, pidi¨® al pleno de la C¨¢mara la celebraci¨®n de una consulta popular sobre el modelo de Estado, y que cada ciudadano pudiera pronunciarse "libremente por la monarqu¨ªa o la rep¨²blica", La se?ora Milagrosa no empu?¨® la espada para representar la mutilaci¨®n de una de las dos mitades de la propuesta, sino que por tres veces consecutivas desenvain¨® el Reglamento y le cort¨® la palabra a Marina Albiol. Impedir la expresi¨®n discrepante, aun ajena al orden del d¨ªa, estrangular la voz y cortar la palabra, refugi¨¢ndose en el burladero del papel oficial, nada tiene de juicio salom¨®nico y s¨ª mucho de apelaci¨®n a la censura. Y la censura es todo un s¨ªntoma de inseguridad y temor.