Una demolici¨®n a conciencia
"Los tribunales no pueden atender a especulaciones, insinuaciones, elucubraciones o hip¨®tesis basadas en hechos negativos que no han sido expl¨ªcitamente planteadas y de las que no aportan el m¨¢s m¨ªnimo indicio"
El resumen que el presidente del tribunal, Javier G¨®mez Berm¨²dez, escogi¨® para presentar la sentencia habla por s¨ª mismo: es la demolici¨®n ladrillo a ladrillo de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Es una demolici¨®n a conciencia. Retrospectivamente hablando, no hay mal que por bien no venga: ?qu¨¦ gran favor a la causa de la verdad han hecho los que disfrazados con la toga de abogados -acusaciones pol¨ªticas impostoras y defensas de los procesados- han repetido en el juicio oral como loros las "especulaciones, insinuaciones, elucubraciones o hip¨®tesis basadas en hechos negativos que no han sido expl¨ªcitamente planteadas y de las que no aportan el m¨¢s m¨ªnimo indicio", publicadas por el peri¨®dico de la conspiraci¨®n durante tres a?os y medio. ?Por qu¨¦? Es sencillo: le han permitido al tribunal entrar al fondo directamente de esas ficciones, sin subterfugios o insinuaciones, para pulverizarlas.
El tribunal aniquila la idea de las acusaciones impostoras y del ex director general de la Polic¨ªa y eurodiputado del Partido Popular Agust¨ªn D¨ªaz de Mera y de la plana mayor del PP, de que durante la instrucci¨®n sumarial hubo resistencia o simplemente no hubo investigaci¨®n sobre la posible participaci¨®n de ETA en los atentados de los trenes de Madrid. Se investig¨®, y el resultado es que ning¨²n dato avala la "tesis" de la intervenci¨®n etarra. Cero patatero, que dir¨ªa... pero es dif¨ªcil que en esta ocasi¨®n lo diga Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Y destruida esta "tesis" -una coartada para confundir y de paso justificar con retroactividad la manipulaci¨®n de los hechos entre el 11 y el 14 de marzo de 2004-, el tribunal hace caer como un domin¨® todos los dem¨¢s embustes: la bolsa de deportes "plantada" en la estaci¨®n de El Pozo para "teledirigir" la investigaci¨®n con el tel¨¦fono m¨®vil y la tarjeta; la presunta ruptura de la cadena de custodia policial de esa bolsa y tambi¨¦n de la Renault Kangoo en Alcal¨¢ de Henares; la presunta manipulaci¨®n-ocultaci¨®n-destrucci¨®n de pruebas sobre los explosivos; la situaci¨®n de descontrol de Mina Conchita... y varias fichas m¨¢s.
La sentencia del 11-M hace un relato de hechos que coincide punto por punto con la investigaci¨®n sumarial. Pero al describir las escenas, perfecciona todo lo investigado, que ahora, en el texto, cobra nueva vida. Palpita con un pulso trepidante. No es la primera vez que un tribunal perfecciona en su sentencia una instrucci¨®n sumarial y pone orden y pulcritud all¨ª donde era menester. El desorden del proceso de investigaci¨®n se ordena y parece una nueva historia, con los mismos personajes y hechos.
Los terroristas liderados por Jamal Ahmidan, El Chino, traficante de drogas reconvertido al yihadismo, y Serhane, El Tunecino, fundamentalista de formaci¨®n universitaria, consumaron el 11-M. Una de las lecciones es que no hace falta pertenecer a una organizaci¨®n centralizada para perpetrar un atentado terrorista como el de Madrid. Estos yihadistas se alimentaron v¨ªa Internet del material necesario para llevar adelante su plan.
Eso s¨ª, y esto, lamentablemente, no lo dice la sentencia, los yihadistas tuvieron un gran aliado sin el cual la operaci¨®n hubiese fracasado: la descoordinaci¨®n policial y de los organismos de seguridad. Hubo indicios y pruebas en el juicio oral sobre ese caos, que la sentencia s¨®lo recoge en lo que se refiere a la situaci¨®n de descontrol de la mina Conchita, donde fueron robados los explosivos. Pero el descalabro aflorado en esa mina ha sido, sin exagerar, una met¨¢fora de uno de los grandes problemas que facilitaron el 11-M: la falta de cooperaci¨®n policial, la ausencia de mecanismos de prevenci¨®n.
El atentado pudo materializarse, pues, aprovechando una bajada de guardia de un Gobierno que no sac¨® todas sus consecuencias de su apoyo a la guerra de Irak. Aznar le dijo al presidente George W. Bush el 22 de febrero de 2003, en su rancho de Crawford, Tejas, que le preocupaba su optimismo respecto a Irak. Pero el entonces presidente del Gobierno pec¨® de otra cosa: una alegr¨ªa irresponsable.
La polic¨ªa espa?ola no vio lo que estaba pasando bajo sus barbas en los primeros meses de 2004. Pero, despu¨¦s, durante la investigaci¨®n tuvo un af¨¢n desmedido en presentar el atentado como el resultado de una operaci¨®n perfecta realizada por Al Qaeda. Aunque esa organizaci¨®n ha reivindicado el atentado, ¨¦ste ha sido obra de yihadistas locales.
Ese af¨¢n de presentar todo bien atado llev¨® a un gran error: el de pretender que Rabei Osman era el inductor o autor intelectual. Era f¨¢cil. Hab¨ªa una grabaci¨®n en Italia en la que Rabei presuntamente se autoinculpaba. Quiz¨¢ el juez Juan del Olmo pec¨® de ingenuo. Lo cierto es que la grabaci¨®n no resisti¨® la prueba del juicio oral ya que los int¨¦rpretes espa?oles no avalaron las afirmaciones de sus colegas italianos. Y no hab¨ªa m¨¢s pruebas.
La milonga de la autor¨ªa intelectual sirvi¨® ayer a Mariano Rajoy para seguir mareando la perdiz (quiz¨¢ con su declaraci¨®n acaba de dar el mal paso que le llevar¨¢, definitivamente, a perder las elecciones del 9 de marzo de 2008) y servir¨¢ al peri¨®dico de la conspiraci¨®n para camuflar su catastr¨®fica derrota. Pecata minuta.
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