Cosas de la belleza
Terminaba de leer La elegancia del erizo cuando se celebr¨® la primera edici¨®n del Beauty Case. As¨ª que, en buena medida, dediqu¨¦ la semana pasada a la belleza, qui¨¦n lo dir¨ªa. Supongo que cualquiera que haya llegado a esta l¨ªnea habr¨¢ dado un respingo: ?belleza?
La elegancia del erizo es una novela, publicada en Espa?a por Seix Barral, que ha batido en Francia r¨¦cords de ventas. M¨¢s de 250.000 lectores la han subido al p¨®dium del Premio de los Libreros y Gallimard ha exportado a 24 pa¨ªses sus derechos de traducci¨®n. Nuestro gusto y olfato literarios se han educado en la sospecha frente a tales circunstancias; en una sospecha negativa: si un libro vende demasiado, algo malo tendr¨¢. Con esa prevenci¨®n nos acercamos, escaldados, a los fen¨®menos de masas. Muriel Barbery, la autora de esta novela, es adem¨¢s profesora de filosof¨ªa, su libro est¨¢ lleno de referencias filos¨®ficas y en s¨ª mismo podr¨ªa considerarse un peque?o manual de supervivencia del pensamiento. Filosof¨ªa barata, es, pues, lo que se precipita a pronunciar con escepticismo la vocecilla que todo lector posmoderno lleva dentro. Pero despu¨¦s empezamos a leer y nos encontramos con la portera de un edificio de la alta burgues¨ªa parisiense, Ren¨¦e Michel, que lee como es debido a Marx y a los cl¨¢sicos rusos y ve pel¨ªculas de Ozu, y recordamos que Derrida, precisamente en una entrevista en Jap¨®n, en 1984, con el cr¨ªtico Karatani Kojin y el editor Asada Akira, advierte, reconoci¨¦ndose en ¨¦l, contra cierto "esoterismo" (en el sentido de doctrina reservada para iniciados) universitario, que abstrae a unos pocos "en interpretaciones minuciosas". "Pero estos individuos", se?ala Derrida, "se parecen cada vez m¨¢s a una especie de monjes. En una secta sin conexi¨®n alguna con unas masas cada vez m¨¢s ignorantes, persisten en su estudio libresco con af¨¢n". La filosof¨ªa cara. Por otro lado, est¨¢ lo que ¨¦l llama el "mercado del conocimiento", que se apropia, con los r¨¢pidos mecanismos de intercambio actuales, de productos intelectuales de inter¨¦s para convertirlos en objeto de consumo a gran escala. "Pienso", contin¨²a Derrida, "que como responsabilidad pol¨ªtica hay que rechazar cualquiera de las dos tendencias siguientes. Rechazar el esoterismo de ¨¦lite. Y al mismo tiempo, rechazar tambi¨¦n la demagogia que permite la postura de dirigirse a las masas directamente sin mediaci¨®n conceptual". Pero el caso es que Muriel Barbery ha llegado a las masas con tesis similar, con esa suerte de mediaci¨®n conceptual: con ideas, con juicios, con ingenio para plasmarlas en una novela que podr¨ªamos calificar de autoayuda y a la que no ser¨ªa l¨ªcito, sino m¨¢s bien cobarde, negar su belleza.
Pero la pregunta era (no lo olvido): ?belleza? Y ?qu¨¦ es, d¨®nde est¨¢ la belleza? Pues, por ejemplo, en un best seller que protagonizan una ni?a superdotada y suicida que admira a Taniguchi, una portera intelectual y clandestina que busca camelias en el musgo y un japon¨¦s rico y sabio ("A los ricos", proclama Ren¨¦e, "el deber de lo Bello"). Y est¨¢ en el nombre del ¨²ltimo festival musical que ha nacido en Madrid, el Beauty Case, apadrinado por la rica cadena de peluquer¨ªas Marco Aldany y celebrado en el inefable marco del Florida Park. Beauty Case, que en ingl¨¦s es un estuche de belleza o un, m¨¢s cr¨ªptico y literal, caso de belleza, en madrile?o ha sido una propuesta de m¨²sica electr¨®nica con tintes oscuros y tendencias neopunkarras. Qui¨¦n lo dir¨ªa, se preguntaban, alborozados, en lecool, una agenda cultural en Internet que selecciona y recomienda eventos. Pues, mira, cualquiera que conozca a Alejandro Fern¨¢ndez, digo yo. Alejandro el de Marco Aldany que se ha convertido en Alejandro el del Beauty Case por obra y gracia de su pasi¨®n por la m¨²sica y de su capacidad de producci¨®n. Como si de un deber personal se tratase, mont¨® un cartel en cuya cabeza estuvo Motor, d¨²o londinense que revienta las pistas de todos los continentes y principalmente, por cierto, de Jap¨®n. Y con ellos, Neo Filigrante y Lethargy y Trigger y los DJ's Bomb Boutique y J. T. y Ciudadano Kane. Y con ellos, nosotros, que no paramos de bailar. Y con nosotros, Niki "Dirty Princess" y Big Toxic. Buscando camelias como almas en el oscuro musgo de la noche. Encontrando en las cabezas encrestadas la elegancia de los erizos. Entregados, como indica Muriel Barbery, a "la contemplaci¨®n de la eternidad en el movimiento mismo de la vida. (...) Pues el arte es la vida, pero con otro ritmo". Y as¨ª es la vida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.