La tribu de Pippo
Los espect¨¢culos de Pippo Delbono dejan huella. De Barboni, estrenado hace 10 a?os, no olvido al min¨²sculo sordomudo Bob¨°, que esperaba a Godot sentado, con los pies colgando, junto al director. En Il silenzio tambi¨¦n hay momentos de poes¨ªa desnuda, a cuerpo limpio, detalles de aut¨¦ntica sinceridad expresiva, como la sonrisa que Gianluca, el chico con s¨ªndrome de Down, le dedica al p¨²blico cuando Fadel Abeid le toma de la mano y echa a correr con ¨¦l. Es una sonrisa de felicidad absoluta, sin tramoya, nacida de un alma c¨¢ndida.
Delbono tiene inteligencia emocional para negociar el encuentro entre actores profesionales, discapacitados y gente a la que la vida empuj¨® a los m¨¢rgenes, y para hacer una compa?¨ªa estable con todos. De mimbres dispares obtiene un resultado homog¨¦neo.
Il silenzio es un collage inspirado en el terremoto de Gibellina, que seg¨® mil vidas y oblig¨® a levantar la ciudad nueva en otra parte. Al comenzar la funci¨®n, la tierra tiembla y de entre los restos de la cat¨¢strofe emergen los fantasmas de sus antiguos habitantes: los celebrantes de una boda, alguien que toma caf¨¦ pl¨¢cidamente, una camarera obsequiada por su gigol¨®, las fuerzas vivas, ahora muertas, sentadas tras una mesa descomunal...
El director mueve estupendamente las escenas mudas y se reserva para s¨ª el papel de maestro de ceremonias: se sube al escenario, participa de lo que all¨ª sucede, lo observa como un Tadeusz Kantor mediterr¨¢neo y dice varios mon¨®logos en castellano con una cadencia cansina y solemne. Los soliloquios del argentino Pepe Robledo y de Nelson Lariccia, ex mendigo con swing de actor de variedades, cobran, por la naturalidad teatral de sus int¨¦rpretes, m¨¢s fuerza que los suyos.
En Il silenzio, como en Barboni, cuanto m¨¢s pone Delbono el foco sobre s¨ª, m¨¢s deseamos que reparta juego. De entre todo, me quedo con el n¨²mero de clown triste de Bob¨° y Lucia della Ferrera y con ese falso final, siempre in crescendo, donde la compa?¨ªa respira al un¨ªsono.
Babelia
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