R¨¦gis Bonvicino
Despu¨¦s de un breve alto en Par¨ªs, ha llegado a Barcelona R¨¦gis Bonvicino, nacido en Sao Paulo en 1955, poeta de extremo rigor est¨¦tico y profunda solidaridad humana, y autor de versos como Huesos de mariposas (as¨ª se titula un libro suyo), y como ¨¦stos: "Montgat, Catalu?a:/ punhaladas no corpo,/ na parede do cuarto/ (o cad¨¢ver// do equatoriano/ degolado, s¨®)/ estava escrito/ Hitler tenia ra¨®/"... me dice que "el mundo est¨¢ en una situaci¨®n demasiado cr¨ªtica para que el escritor no la afronte". Cosa distinta, claro, es lo que el mundo note si el escritor lo afronta o no.
Durante su estancia en la ciudad va a ofrecer un par de recitales; el primero en la Casa de Am¨¦rica, a las seis de la tarde del pr¨®ximo d¨ªa 14, y el otro, al d¨ªa siguiente, a las siete de la tarde, en el caf¨¦ Berl¨ªn de la calle de Muntaner, esquina Diagonal. Leer¨¢ algo de su libro reci¨¦n aparecido, P¨¢gina ¨®rf?, y, en castellano, de su antolog¨ªa mexicana Poemas 2000- 2004 o de la plaquette que acaba de publicarle la revista sevillana Sibila.
Ya hac¨ªa muchos a?os que Bonvicino quer¨ªa visitar Barcelona y sobre todo caminar por la calle de Muntaner, donde vivi¨® su maestro, el gran poeta Jo?o Cabral de Melo, "o artista inconfess¨¢vel", como dice uno de sus versos (de Cabral, quiero decir) y como se titula su ¨²ltima antolog¨ªa, reci¨¦n publicada en R¨ªo de Janeiro.
Jo?o Cabral de Melo, diplom¨¢tico de profesi¨®n, fue uno de los dos o tres mejores poetas en lengua portuguesa del siglo XX; y era "inconfesable" porque hablaba "de las cosas" y rechazaba la poes¨ªa del yo, tema sobre el que jugueteaba pensando, o rumiaba jugueteando, por ejemplo en aquel inteligente poema "Dudas ap¨®crifas de Marianne Moore", donde dice... Pero no lo transcribo, se puede consultar en Internet y en alguna de las antolog¨ªas en castellano y catal¨¢n que se publicaron aqu¨ª mediados los a?os noventa.
Cabral, que era de Recife, Estado de Pernambuco, en Brasil, encontr¨® en Espa?a una segunda patria del coraz¨®n, ador¨® Sevilla, le dedic¨® muchos poemas al aire andaluz, al cante hondo, a los toros, al arte callado de Manolete, la femineidad de las mujeres sevillanas; y de Barcelona, donde fue c¨®nsul, adoraba el clima intelectual cosmopolita de entonces, y la compa?¨ªa de Brossa, T¨¤pies, y dem¨¢s miembros de Dau al Set, a los que adoctrin¨® en marxismo. A petici¨®n de Mir¨®, y no sin oponer resistencia, escribi¨® un estupendo ensayo sobre su pintura...
Bonvicino lo conoci¨® en el a?o 80, y Cabral le elogi¨® Barcelona, que tanto le importaba, como Cabral le importa a ¨¦l. Ahora, instalado en un hotel de la calle de Muntaner, despotrica de Par¨ªs, porque sus poetas m¨¢s destacados, m¨¢s avanzados, como Jacques Roubauld y Claude Royet-Journoud, "excluyen la suciedad de las calles, excluyen a los mendigos, los locos, y escriben una poes¨ªa muy te¨®rica, muy literaria, muy sistem¨¢tica y muy volcada a la tradici¨®n y no a la invenci¨®n, que es el enfrentamiento del poeta con las calles. Maiakovski dec¨ªa que para ¨¦l era m¨¢s importante estar con personas y conocer lugares que leer libros, y yo dir¨ªa que la poes¨ªa se da en un di¨¢logo entre las lecturas y las personas y calles".
En la suya, en cambio, no est¨¢n excluidos, sino que tienen una presencia destacada, como en O lixo (la basura, la basura consentida que se confunde bajo el viaducto con los mendigos). En Barcelona Bonvicino recitar¨¢, caminar¨¢ por donde camin¨® Cabral de Melo y, como confeso "yonqui del f¨²tbol", visitar¨¢ el campo de Bar?a:
-Ustedes no tienen idea de lo fascinante que es Barcelona para Brasil, porque all¨ª el f¨²tbol es muy importante, el ¨²nico lugar que re¨²ne a pobres y ricos en la misma mesa; de Europa s¨®lo nos importa la Liga espa?ola, y precisamente en el Barcelona han jugado los mejores brasile?os de los ¨²ltimos 15 a?os: Ronaldo, Romario, Ronaldo Gaucho y el mejor de todos: Rivaldo... Los chicos de mi pa¨ªs son hinchas de dos equipos: el uno, aut¨®ctono, y el otro, el Barcelona o el Madrid.
-?Y usted, don R¨¦gis?
-Yo soy del Palmeiras y del... Bueno, si por m¨ª fuera, el campeonato espa?ol terminar¨ªa siempre en empate...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.