"Entender da mucha marcha"
Emilio Lled¨® est¨¢ alarmado.
Alarmado por este pa¨ªs,por el mundo. Acaba de cumplir 80 a?os, el pasado 5 de noviembre; ha pasado por una gripe atroz. Ahora est¨¢ bien, pero alarmado. Y con esperanza.
Hablamos en su casa, una envidiable casa con libros. "Podr¨ªa hacer mi autobiograf¨ªa con libros". Y los se?ala. Catedr¨¢tico, acad¨¦mico, fil¨®sofo. Le han llamado "el flautista de Hamel¨ªn", porque detr¨¢s suyo fueron estudiantes de Valladolid, de La Laguna, de Barcelona all¨ª donde estuviera.
Se entusiasma tanto que parece que a¨²n est¨¢ en el estrado, arengando para que los chicos crean que "entender da mucha marcha".
Pregunta. Alarmado, pero con esperanza, dice. ?Esperar qu¨¦?
Respuesta. Esperar, vivir. Hace unos d¨ªas vi en EL PA?S una noticia que dec¨ªa que la esperanza de vida para los espa?oles era de 80 a?os. Que los 80 a?os es como un l¨ªmite maravilloso, que se sobrepasa a veces, de la esperanza de vida. Lo cual quiere decir que uno est¨¢ ya, para los que acabamos de cumplirlos, en la desesperanza de vida.
"La caracter¨ªstica del fascista es el pesimismo. El desprecio, la ignorancia del otro"
"Es saludable un poquito de guerra dentro de ti mismo. A unos les hace libres; a otros, esclavos"
P. Terrible, ?no?
R. Terrible. Desesperar de vida. Sin embargo, creo que la desesperanza de vida llega mucho antes. Hay gente que est¨¢ desesperanzada de la vida con 20, 30 o 50 a?os.
P. Y usted, ?c¨®mo est¨¢?
R. Estoy totalmente esperanzado con la vida. No desesperanzado. Es verdad que si miro alrededor y veo lo que pasa en la calle, y leo los peri¨®dicos, y escucho la radio, a veces cuesta trabajo tener esperanza. Esperanza ?de qu¨¦? Esperar ?qu¨¦?, ?para qu¨¦? Pero mientras hay vida, dice el viejo refr¨¢n, hay esperanza, y yo creo que es al rev¨¦s. Mientras haya esperanza hay vida.
P. ?Cu¨¢l es su esperanza?
R. Que la neurona fluya, que no se reseque, que no se fanatice. La esperanza es que algo de lo que yo sue?e se cumpla. Y lo que sue?o es una idea de la dignidad, de la decencia, cumplir unos ciertos ideales. Que la pol¨ªtica no se dedique a privatizarlo todo. Declarar patrimonio de la humanidad la asesinada costa espa?ola, que fue hermos¨ªsima. Eso tiene que ver con la esperanza y el futuro. Yo no me imagino una esperanza acementada.
P. Usted denuncia. ?Y sirve para algo denunciar?
R. Me temo que no. Pero no hay que perder la esperanza. Porque si ya ni siquiera denunciamos, se nos acaba el derecho al pataleo. Hay que protestar. Y creo que hay cosas que calan a la larga en la vida de los seres humanos.
P. Otra esperanza suya es seguir sabiendo. ?Para qu¨¦?
R. Para entender. Idea significaba "lo que se ve con los ojos". Las ideas no eran unas cosas flotantes que se hab¨ªan inventado unos seres extra?os que se llaman fil¨®sofos. Idea es lo que se ve. Ver con los ojos, pero con los ojos del cuerpo. Entonces, entender, aprender, es una forma de mirar, y eso es la esencia de la vida. En el momento en que no sepamos mirar, aprender, que no tengamos el alma navegable, como dec¨ªa el poeta, para que nos circule esa experiencia del mundo, no tiene sentido la vida humana.
P. Entender, menuda tarea.
R. Todos los seres humanos tendr¨ªan que entender; nos eleva sobre la miseria moral. ?se es uno de los retos de la humanidad, acabar con la miseria. ?C¨®mo tener esperanza en este mundo desesperanzante? Con la libertad. Pero la libertad hay que entenderla muy bien. La libertad es la posibilidad, una puerta, un horizonte, un paisaje. Entender, entender todo esto, da mucha marcha. No s¨¦ si soy optimista, pero desde luego no soy pesimista. Creo que la caracter¨ªstica del fascista es el pesimismo. El desprecio al otro, la ignorancia del otro.
P. ?El fascista es pesimista?
R. No necesariamente, pero falsifica para justificarse. Esa gente que crea maldad, crueldad, tortura..., ellos mismos son su propia tortura. La maldad empieza y acaba en ti mismo. La agresividad y la violencia son espitas, uno suelta la maldad que t¨² tienes ah¨ª, pero esa maldad te est¨¢ matando tambi¨¦n a ti.
P. Cuando usted dice esas cosas, ?tiene un nombre propio en su mente?
R. Pues no. No. Algunas tipolog¨ªas.
P. ?D¨®nde est¨¢n esas tipolog¨ªas?
R. En ciertas zonas de poder, de poder medi¨¢tico. Iba yo en el taxi, y qu¨¦ cosas escuch¨¦. ?C¨®mo se ha hecho esa mente? Para decir esas monstruosidades una tras otra, ?qu¨¦ puede haber en esa mente?
P. Resp¨®ndalo usted.
R. Hay ignorancia, discursos inasimilados. Falsos discursos. Incapacidad para interpretar, para entender. No querer interpretar, no saber leer. La mente se convierte en una c¨¢psula de la nada.
P. ?Y qu¨¦ pasa para que esas mentes se dejen agredir?
R. Puede haber un entrenamiento de la maldad, desde la escuela. Por eso es tan importante la educaci¨®n en la libertad, en la posibilidad. Me sorprende el esc¨¢ndalo que provoca Eduaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Pero, ?por qu¨¦ escandalizarse?
P. ?Vivimos, pues, un momento alarmante en la sociedad espa?ola?
R. S¨ª. Hay cosas que realmente me escandalizan mucho. Una es el no cultivo de la sensibilidad de los j¨®venes. El abuso de la tecnolog¨ªa. El otro d¨ªa ven¨ªa en tren y hab¨ªa tres o cuatro ni?os con sus maquinitas. ?Ninguno mir¨® el paisaje, que era maravilloso! Eso es patolog¨ªa pedag¨®gica total. Naturalmente, cuando yo era ni?o, ni?o de la guerra, me pintaba mis propios tebeos. Eran tebeos b¨¦licos, est¨¢bamos en guerra; pero no ten¨ªan nada que ver con el chorreo de bestialidad al que est¨¢n sometidos los j¨®venes, los ni?os, ahora.
P. ?Qu¨¦ hacer?
R. La revoluci¨®n de la lectura. Es verdad que hay intereses poderos¨ªsimos para que ese mundo tecnol¨®gico impere. El mundo tecnol¨®gico es importante, pero hay que atemperarlo.
P. ?Cu¨¢ndo se le empezaron a encender las alarmas?
R. Desde que mi maestro me ense?¨® a leer el Quijote. Le¨ªamos ?y luego ten¨ªamos que hacer sugerencias de la lectura! En la universidad nunca nos pidieron eso. ?Y me fui a Alemania, con mi maletita, y sin entender ni palabra de alem¨¢n! Espa?a no era en ese momento mi pa¨ªs, un pa¨ªs lleno de banderas, y debajo de las banderas mucha podredumbre. En Heidelberg encontr¨¦ una universidad viva; cada semestre se hablaba de asuntos interesantes, y se encend¨ªan las alarmas: ?qu¨¦ estamos haciendo con la educaci¨®n en Espa?a? En Alemania vi llegar a los obreros espa?oles. Con sed de saber; hab¨ªan salido del pa¨ªs del NO, un NO metido en el coraz¨®n, NO a la cultura, NO al pan..., y all¨ª empezaban a querer saber. Para entonces, ya mis alarmas estaban disparadas.
P. ?Y cu¨¢les son las alarmas que ahora se le encienden cada d¨ªa?
R. Las alarmas derivadas de los problemas de la educaci¨®n, de la cultura, de la lectura, de la creaci¨®n de ideas, de los valores. Hay que inventar una nueva forma de humanismo para que los seres humanos tengamos esperanza. Para seguir pensando.
P. Usted vivi¨® la mayor parte de su vida bajo un Estado fascista. ?Se ha desmontado la mentalidad que lo sustent¨®?
R. Espero que sea poco lo que quede por desmontar. Hay todav¨ªa restos grandes, pero arqueol¨®gicos, endurecidos, de ese pa¨ªs del que me escap¨¦. Fui un inmigrante, pero ten¨ªa una carrera. Me escap¨¦ porque no pod¨ªa vivir aqu¨ª. Yo he pasado cosas que la gente joven no conoce ya. He pasado hambre. Tengo una foto, cuando estaba en el campamento de La Granja, en las milicias, en la que parezco el esp¨ªritu de la golosina. Hab¨ªa pasado hambre. No es met¨¢fora. La posguerra de Madrid fue feroz. Somos todav¨ªa v¨ªctimas de esa dictadura, aunque hayamos sobrevivido a ella.
P. Aqu¨ª tiene usted unos apuntes, en los que dibuja al fascista: intolerancia, irracionalidad, desprecio al otro...
R. Son factores... Ante lo que sucede, entender es fundamental. Pero para entender hay que ser libre. Hay que no tener prejuicios. ?sta es una palabra muy utilizada, pero maravillosa: pre-juicios. Pienso en estos neoliberales de ahora, en estos que piensan en la libre empresa, el libre comercio... En esos conceptos no hay libertad. Est¨¢n en los pedestales del poder.
P. Est¨¢ alarmado. ?E irritado?
R. Me irrita darle vueltas a lo mismo, siempre. Por ejemplo, se sigue dando vueltas al juicio del 11-M, como si los juicios no acabaran nunca. Entonces, ?son revisables o paralelizables todos los juicios que ha habido en el mundo? Si te soy sincero, seguir d¨¢ndole vueltas a esto me repele.
P. Y le enferma.
R. Y me enferma. Casi f¨ªsicamente. Como las grandes urbanizaciones y como los incendios. Si quiero perder la alegr¨ªa no tengo m¨¢s que recorrer la costa espa?ola. Entonces pienso: ?estos se?ores creer¨¢n en la bandera?, ?en la bandera del patriotismo? ?Exhiben la bandera y est¨¢n matando el espacio com¨²n de una de las costas m¨¢s bellas de Europa? La est¨¢n asesinando. ?C¨®mo es posible?
P. La pol¨ªtica tendr¨¢ algo que hacer.
R. Y esto es lo que me encocora. La pol¨ªtica tendr¨ªa que servir para que eso sea absolutamente imposible. Para impedir que lo p¨²blico se convirtiera en privadio. Toda pol¨ªtica que sea incapaz de entender eso es una pol¨ªtica falsa, falsificada y terrible. Porque la pol¨ªtica es la organizaci¨®n de la vida en com¨²n, en el territorio com¨²n. ?se es el verdadero patriotismo. Yo abomino de las banderas que se levantan al tiempo que se hacen esas monstruosidades. Las banderas son un s¨ªmbolo respetable, qu¨¦ duda cabe. Pero debajo de las banderas se ocultan muchas maldades, muchas estupideces y ego¨ªsmo.
P. Don Emilio, ?qu¨¦ le parece a usted esa larga relaci¨®n de la Iglesia con el Estado, en la que la Iglesia tiene tambi¨¦n que ver con las cosas civiles?
R. Para m¨ª, la Iglesia no tiene que ver nada con las cosas civiles. Pero es obvio que se siente con derecho a incidir en ellas. Me lo preguntas en un mal momento. Mira lo que est¨¢ pasando con la memoria hist¨®rica. Por favor. Pero claro que tiene que haber memoria hist¨®rica. Un pa¨ªs que no tenga memoria, ?qu¨¦ es un pa¨ªs que no tenga memoria? ?No decimos que el alzheimer es una mala enfermedad individual? ?Pues el alzheimer colectivo es mortal! ?Dicen que la memoria hist¨®rica abre heridas! No se abren heridas.
P. Irritado est¨¢, don Emilio.
R. La irritaci¨®n es importante. Si est¨¢s apaciguado vas mal; un poquito de guerra dentro de ti mismo es saludable. A unos les hace libres, a otros les hace esclavos.
P. Me dijo al llegar aqu¨ª que usted podr¨ªa escribir sus memorias a trav¨¦s de sus libros. Imag¨ªnese el libro por el que empezar¨ªa.
R. A lo mejor empezaba por las novelas de Salgari que le¨ªa de adolescente. Me fui a Alemania, entre otras cosas, por las novelas de Salgari.
P. ?Y despu¨¦s?
R. F¨ªjate, antes le¨ªa los libros y ahora me leen ellos a m¨ª. Antes yo ten¨ªa una furia con ellos: los cog¨ªa, los subrayaba. Ah¨ª est¨¢ Kant, machacado; Plat¨®n, Arist¨®teles, Descartes. Libros destrozados de tanto anotarlos. Ahora me veo como una parte de un mausoleo, como una peque?a estatua que fluye por ah¨ª, y ellos empiezan a leerme a m¨ª. Pero es una complicidad muy saludable, porque cuando descubro que alguno me est¨¢ leyendo, lo agarro y nos entendemos maravillosamente bien.
P. Usted acaba de cumplir 80.
R. ?No me lo recuerdes!
P. Y veo que tiene el reloj veinte minutos atrasado.
R. ?S¨ª? ?Est¨¢s seguro? Ah, la pobre pila... Yo procuro ponerme las pilas, pero a veces se me olvida pon¨¦rselas al reloj. -
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