'Las mil y una noches' sin Simbad ni Al¨ª Bab¨¢
Sherezade tard¨® tres a?os -y tres hijos- en contar los mil y un cuentos al rey Shariyar para salvar su vida. En verdad, podr¨ªa haber empleado mucho menos tiempo porque al parecer no lleg¨® a explicar tantos. Entre los que nunca cont¨® estaban las fant¨¢sticas aventuras de Simbad, Aladino y Al¨ª Bab¨¢. Quiz¨¢ para compensar esas famosas ausencias, los relatos que iba desgranando cada noche y con los que alargaba su vida llevaban una mayor carga er¨®tica que las versiones que acabaron pasando a la historia de la literatura.
El que parece un cuento m¨¢s, o un spin off en t¨¦rminos televisivos actuales, del famoso libro an¨®nimo de Las mil y una noches no es si no el resumen de 39 a?os de trabajo del estudioso y traductor Ren¨¦ Rizkallah Khawam, que en 1986 public¨® en Francia una revolucionaria edici¨®n definitiva del cl¨¢sico de la literatura ¨¢rabe a partir de los manuscritos originales del siglo XIII. Su versi¨®n no est¨¢, de entrada, dividida en esas famosas noches, ni tampoco cuenta con relatos famosos como los de los tres personajes porque, seg¨²n sus investigaciones, nunca formaron parte del n¨²cleo original de Las mil y una noches. Sin embargo, s¨ª a?ade otros in¨¦ditos y restituye la carga realista y er¨®tica que desprend¨ªa cada texto cuando fue transcrito la primera ocasi¨®n. Esa versi¨®n es la que 22 a?os despu¨¦s Edhasa publicar¨¢ el 26 de noviembre por primera vez en Espa?a.
La minuciosa y documentada teor¨ªa del profesor y traductor del Cor¨¢n Khawam (Alepo, Siria, 1917-Par¨ªs, 2004) parece contada, sin embargo, por Sherezade, con la t¨ªpica maldici¨®n oriental desde el inicio. En 1704, el arque¨®logo franc¨¦s Jean Antoine Galland (1646- 1715) se trajo de uno de sus viajes a Oriente unos cuantos manuscritos de relatos fant¨¢sticos ¨¢rabes que llevaban el seductor ep¨ªgrafe de Las mil y una noches. La primera edici¨®n europea de ese alud de exotismo tuvo, en la Francia de Luis XIV, un impacto rotundo. Tanto que la editora, la viuda del impresor Claude Barbin, ya empez¨® a a?adir motu proprio cuentos que nada ten¨ªan que ver con la obra para prolongar el ¨¦xito popular.
A esa pr¨¢ctica se sum¨® el propio autor a partir de 1710, cuando introdujo en los sucesivos vol¨²menes relatos procedentes, entre otras fuentes, del repertorio que le contaba un juglar sirio, Hanna Diab, reci¨¦n afincado en Par¨ªs. Por esa boca conoci¨® Galland la historia de Aladino y tambi¨¦n la de Al¨ª Bab¨¢, como admite en su diario. A ese tipo de distorsiones a?adi¨® otras de car¨¢cter formal: como traductor, no se apart¨® del texto ¨¢rabe "m¨¢s que cuando el decoro imped¨ªa seguir el original". Es decir, descarg¨® de erotismo buena parte de los por otro lado abundantes contenidos lascivos de los cuentos.
En lo carnal, la versi¨®n que el m¨¦dico y traductor franc¨¦s nacido en Egipto Joseph Charles Mardrus (1868-1949) llev¨® a cabo entre 1898 y 1904 fue m¨¢s respetuosa, pero aun as¨ª se equivoc¨® en la elecci¨®n de las fuentes, seg¨²n Khawam: el h¨¢bil traductor se bas¨® en copias ¨¢rabes tard¨ªas de los siglos XVIII y XIX -y especialmente en una egipcia, la de Bulaq (1835)-, con la esperanza de que fueran m¨¢s fidedignas. Todo lo contrario: el auge del integrismo religioso en aquellas ¨¦pocas dej¨® unos textos -vigilados por cl¨¦rigos de universidades isl¨¢micas- con olvidos de episodios m¨¢s o menos escabrosos, que manten¨ªan el statu quo de visires y sultanes que la imaginer¨ªa popular intentaba subvertir y, encima, los carg¨® de historias edificantes y de otras entresacadas de relatos ajenos al corpus original del libro. Y entre estos ¨²ltimos estar¨ªan, seg¨²n Khawam, versiones resumidas de Aladino, el de las Aventuras de Simbad, el marino o el de Simbad, el terrestre.
Para su versi¨®n, Khawam se alej¨® prudencialmente de esas y otras ediciones europeas, que en su opini¨®n iban a?adiendo m¨¢s y m¨¢s cuentos espurios para "culminar como sea la simb¨®lica cifra de mil y una" -expresi¨®n que en ¨¢rabe s¨®lo quiere decir "muchas", como no se cans¨® de difundir el traductor-, rellenando y perjudicando en su opini¨®n la unidad del texto. ?l opt¨® por los manuscritos orientales provenientes de Bagdad y Siria, buena parte de los cuales est¨¢n en tres vol¨²menes en la Biblioteca Nacional de Francia y que fueron copiados en el siglo XIII, cuando se reunieron por primera vez en papel las historias de Las mil y una noches. A diferencia de otros estudiosos que defend¨ªan la g¨¦nesis oral y an¨®nima del libro, la tesis de Khawam es que las historias est¨¢n redactadas con esmero y una voluntad de estilo f¨¢cilmente reconocible, que tuvo la habilidad de respetar el aire de cuento hablado. Bajo esa premisa, Hussein al Alma'i al Kashgari o alguno de sus hijos o disc¨ªpulos podr¨ªa ser, seg¨²n el estudioso, el redactor ¨²nico de las historias. Le llev¨® a pensar en este escritor el hecho de que viviera en la ciudad de Kashgar (hoy, en China), en aquel momento basti¨®n ¨¢rabe de la comercial Ruta de la Seda y citada y descrita a menudo en el texto.
Con la milimetrada versi¨®n de Khawam, m¨¢s de un califa est¨¢ a punto de ser linchado por el pueblo, el vino embriagador y prohibido se escancia donde antes se beb¨ªan zumos, las mujeres de toda condici¨®n tienen mayor apetito sexual y los poemas son m¨¢s licenciosos. La divisi¨®n en las famosas noches da paso a cuatro grandes bloques de historias, ordenadas m¨¢s o menos tem¨¢ticamente, a partir de los ep¨ªgrafes: Damas insignes, p¨ªcaros sirvientes; Corazones contrariados; Pasiones viajeras y El sabor del tiempo.
As¨ª los edit¨® en Francia en 1986 en otros tantos vol¨²menes, que Edhasa ha transformado en uno solo de 1.056 p¨¢ginas, con 60 ilustraciones de Gustave Dor¨¦ y Valentin Foulquier, entre otros. En la versi¨®n de Khawam desaparecen relatos como Ladrones de gloria y El amado y la amada, pero aparecen los hasta entonces in¨¦ditos El sabio persa, El califa y el loco y La fuerza del amor. El trabajo de Khawam fue tan detallista que no tuvo reparos en recuperar, a la luz de nueva documentaci¨®n, El durmiente en vela, que ¨¦l mismo desech¨® de su edici¨®n anterior de Las mil y una noches, que realiz¨® en 1965.
Khawam se acerca como nadie antes a las aut¨¦nticas Las mil y una noches. Quedan las m¨ªticas viejas. Quien quiera seguir escuchando ¨¦stas, hace apenas seis meses C¨¢tedra, en su golosa Biblioteca ?urea, recuper¨® la trabajada traducci¨®n que Vicente Blasco Ib¨¢?ez (con la colaboraci¨®n de alg¨²n que otro negro) hizo de la edici¨®n de Mardrus. La gruesa publicaci¨®n, en este caso en un estuche con dos vol¨²menes, incorpora un peque?o estudio sobre Mardrus, con especial hincapi¨¦ en su m¨¢s desconocida faceta de fot¨®grafo, as¨ª como un paseo por las versiones cinematogr¨¢ficas del libro. La edici¨®n corre a cargo de Jes¨²s Urceloy y Antonio R¨®mar, que admiten que la suya "quiz¨¢ no sea la m¨¢s acad¨¦mica, pero no lo pretendemos". En cualquier caso, repasan tanto las ediciones extranjeras como las espa?olas (la de Rafael Cansinos Assens, de 1955, y la de Juan Vernet, de 1964, entre las m¨¢s prestigiadas), pero no citan el trabajo de Khawam.
Sherezade y Shariyar quiz¨¢ contaron y escucharon en realidad la versi¨®n de Khawam, si bien se han pasado siglos narrando las otras. No les ha debido preocupar mucho porque, parafraseando a Jorge Luis Borges cuando se refer¨ªa a la infidelidad o no de la versi¨®n de Mardrus, es la potencia creadora y feliz de esos relatos, provengan de donde provengan, lo que debe importar al lector.
Las mil y una noches. Ren¨¦ R. Khawam. Traducci¨®n de Gregorio Cantera. Edhasa. Barcelona, 2007. 1.056 p¨¢ginas. 56,50 euros. El libro de Las mil y una noches. La edici¨®n de J. C. Mardrus y V. Blasco Ib¨¢?ez. Edici¨®n de Antonio R¨®mar y Jes¨²s Urceloy. C¨¢tedra. Madrid, 2007. Tres vol¨²menes. 80 euros.
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