Guimer¨¢ contra P¨¦rez Gald¨®s. Gana Benavente
La Academia Sueca rechaz¨® al escritor catal¨¢n
La literatura espa?ola hab¨ªa comenzado con buen pie su relaci¨®n con el Nobel. El primer premio con el apellido del fil¨¢ntropo sueco se concede en 1901. Y tres a?os despu¨¦s, recae en un espa?ol, Jos¨¦ Echegaray, que lo comparte con el franc¨¦s Fr¨¦d¨¦ric Mistral. Entre los candidatos de la ¨¦poca est¨¢n Le¨®n Tolst¨®i, ?mile Zola, o Heinrik Ibsen. Pero Echegaray es un autor de ¨¦xito internacional. En los dos informes que solicita la Academia Sueca sobre ¨¦l, queda constancia de que despertaba pasiones. En Suecia su obra lleva 20 a?os en las librer¨ªas, y la revista literaria Ny Svenski Tiedskrift ha dedicado largos ensayos a su producci¨®n. Lo ¨²nico que lamentan los suecos es la ausencia de "personajes femeninos fuertes, al estilo de los de Shakespeare". Pero lo achacan a la realidad social espa?ola, en la que las mujeres carecen de protagonismo.
Gald¨®s "representa mejor a la literatura espa?ola", dicen los suecos
El Nobel a Echegaray estimula al mundillo literario espa?ol, de donde parten numerosas propuestas en a?os sucesivos. Pero, para desesperaci¨®n de los suecos, muchas son claramente antag¨®nicas. A partir de 1907 pugnan por alzarse con el Nobel ?ngel Guimer¨¢, nacido en Tenerife de padre catal¨¢n, que escribe en ese idioma, y arrolla en los juegos florales, y el erudito Marcelino Men¨¦ndez Pelayo. A partir de 1912, irrumpe en las listas otro espa?ol, Benito P¨¦rez Gald¨®s, presentado por la Real Academia Espa?ola. Su rivalidad con Guimer¨¢, apoyado por la Academia de las Bellas Letras de Barcelona, dar¨¢ muchos quebraderos de cabeza a los suecos.
En 1916, el entonces secretario permanente de la instituci¨®n, Harald Hj?rne, se decanta por P¨¦rez Gald¨®s. De la obra de Guimer¨¢ destaca elementos de inter¨¦s, pero encuentra "dif¨ªciles de entender sus met¨¢foras fant¨¢sticas". Adem¨¢s, Hj?rne no es partidario de dar un premio de tanto prestigio a una persona "que defiende una cultura separatista y localista". Eso sin contar con que ser¨ªa interpretado como un espaldarazo al nacionalismo catal¨¢n. Algo que no quieren los suecos. Hj?rne no tiene dudas literarias tampoco entre Guimer¨¢ y Gald¨®s. Se queda con este ¨²ltimo, considerando que "representa mejor a la literatura espa?ola". El autor de Los episodios nacionales merece varios informes del Comit¨¦ Nobel, que alaba sus esfuerzos por dejar de lado su opini¨®n personal "para dar testimonio a trav¨¦s de su obra de la realidad social del pa¨ªs". Cuando todo apunta a que el duelo puede resolverse a favor de P¨¦rez Gald¨®s, las cosas se tuercen.
Pese a la recomendaci¨®n de Hj?rne, que solicita para Gald¨®s el Nobel, el espa?ol no lo consigue ni en 1916 ni en 1917. Para entonces, es ya un anciano medio ciego, y su nombre desaparece de las candidaturas. La Academia de las Bellas Letras de Barcelona es m¨¢s constante. Guimer¨¢ sigue siendo su candidato hasta su muerte, en 1924. Son 17 a?os seguidos de candidaturas al Nobel. Un verdadero r¨¦cord, sobre todo por la falta de resultados. Un dramaturgo de 56 a?os, Jacinto Benavente, que se define a s¨ª mismo como un "burgu¨¦s inquieto", se lo arrebata en 1922.
La val¨ªa de Benavente, propuesto inicialmente, en 1921, por 22 de los 36 miembros de la RAE, y por un personaje tan famoso como la actriz Mar¨ªa Guerrero, es aceptada enseguida por el Comit¨¦ Nobel. Quiz¨¢ pesa el juicio de la cr¨ªtica que coloca La malquerida a la altura de los dramas de Shakespeare. La otra gran obra de Benavente, Los intereses creados, se ha paseado por los escenarios de Estados Unidos, Alemania y media Europa.
Su teatro es considerado como de "cr¨ªtica social". El entonces secretario permanente de la Academia Sueca, Kart August Hegberg, resume el entusiasmo que despierta con esta frase: "Hay muchas opiniones respecto de su obra esc¨¦nica, pero nadie ha podido negar su fant¨¢stico talento". Entre Benavente y el siguiente Nobel espa?ol transcurrieron 34 largos a?os.
Babelia
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