La diplomacia espa?ola, invisible en Pristina
En Pristina no hay embajadas, s¨®lo oficinas de enlace que con sus diplom¨¢ticos, banderas, guardas de seguridad y dem¨¢s s¨ªmbolos externos ejercen el papel de legaciones en espera del nacimiento del nuevo Estado. Su misi¨®n es abonar el terreno de sus intereses para recoger los frutos despu¨¦s de la independencia.
Firmes partidarios de la separaci¨®n, como EE UU, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, conviven casi en el mismo barrio con Rusia y Grecia, los principales opositores. Las diferencias son sutiles, pero muestran coherencia pol¨ªtica y un mimo extremo por las apariencias. Los primeros tienen presupuestos independientes de sus embajadas en Serbia e informan directamente a sus respectivas capitales. Los segundos dependen en todo de su embajador en Belgrado.
Si la imagen es lo que cuenta, Espa?a ofrece la de un pa¨ªs que se opone a la independencia de Kosovo con m¨¢s fervor que Rusia. Ni oficina ni diplom¨¢ticos. Miguel ?ngel Vecino se desplazaba desde Belgrado a Kosovo, donde sol¨ªa visitar con frecuencia los enclaves serbios. Era el especialista. Nadie le ha sustituido tras su regreso a Madrid en junio. El Ministerio de Exteriores ha aplazado la decisi¨®n en espera de que se resuelva la cuesti¨®n de Kosovo, pese a que se trata de un territorio donde Espa?a tiene desplegados 620 soldados.
Esa invisibilidad diplom¨¢tica tambi¨¦n es coherente, aseguran fuentes de Exteriores. Es la consecuencia de una posici¨®n pol¨ªtica contraria a la segregaci¨®n de Kosovo, que se considera un grave precedente de ruptura de la legalidad internacional (con posibles lecturas internas).
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