La gran trinchera iran¨ª
Una barrera de mil kil¨®metros intenta frenar la entrada de drogas desde Afganist¨¢n
Imagine una trinchera gigante. Son cuatro metros de profundidad por cinco de anchura que se extiende hasta m¨¢s all¨¢ de lo que alcanza la vista. El coronel Hamedan¨ª explica que en este sector de la frontera se han excavado 60 kil¨®metros, pero m¨¢s al sur, en la provincia de Sist¨¢n-Baluchist¨¢n, ya llevan 400, y el proyecto es completar otros 600 este a?o. El enorme foso es s¨®lo uno de los obst¨¢culos con que Ir¨¢n trata de frenar la entrada de drogas desde Afganist¨¢n, una batalla en la que lleva empe?ado dos d¨¦cadas y que, seg¨²n sus responsables, se ha agravado desde que Estados Unidos lleg¨® a Afganist¨¢n.
"Estamos al lado del principal productor de drogas del mundo. M¨¢s del 95% del opio sale de Afganist¨¢n", justifica el general Hamid Reza Hosein-Abadi, jefe de la polic¨ªa antinarc¨®ticos. Seg¨²n la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), este a?o los agricultores afganos han cultivado la vistosa amapola en 193.000 hect¨¢reas, una superficie que supera las plantaciones de coca de Colombia, Per¨² y Bolivia juntos, y que va a traducirse en 8.200 toneladas de opio, un aumento del 34% respecto a 2006 y m¨¢s del 50% respecto a 2005.
"Es el combate final. Si nos matan, se quedan nuestras armas; si les matamos, tenemos la droga", dice un coronel
El general asegura que el foso se ve en las im¨¢genes de sat¨¦lite. A ras de tierra, los cientos de kil¨®metros excavados hasta ahora son s¨®lo uno de los elementos de la triple barrera con la que Ir¨¢n trata de bloquear el paso de los narcos. Por delante hay una doble valla rellena de alambre de espino; por detr¨¢s, un talud. Entre la valla y el foso, una franja de grava que las patrullas inspeccionan en busca de huellas que delaten una infiltraci¨®n. En otros lugares se han levantado diques porque los traficantes utilizaban los cauces de los r¨ªos.
"Incluso si levant¨¢ramos una Muralla China, se las arreglar¨ªan; los obst¨¢culos s¨®lo nos permiten retrasar su avance de forma que nos d¨¦ tiempo a llegar", se?ala el coronel Hamedan¨ª, responsable de los 300 kil¨®metros de frontera que rodean el paso de Dogharoon, a unos cuarenta kil¨®metros de Taybad. La carretera que une esta ciudad con Herat, al otro lado de la demarcaci¨®n, es una ruta de abastecimiento vital para la econom¨ªa de las provincias orientales afganas, donde se encuentran desplegadas las tropas espa?olas.
"Cada d¨ªa pasan una media de 200 a 300 camiones y unas 5.000 personas", estima Hamedan¨ª, mientras uno de sus hombres inspecciona un autob¨²s con la ayuda de un perro especializado. "Hace s¨®lo un a?o, los canes s¨®lo detectaban opio y hero¨ªna, pero ahora los hemos entrenado para que tambi¨¦n descubran crack y cristal", a?ade. Son dos nuevos derivados con los que las mafias afganas tratan de reducir el volumen y el olor de la droga para facilitar su transporte. En los seis primeros meses de este a?o (que en Ir¨¢n se inicia en marzo), la polic¨ªa se ha incautado de 8.564 kilos de esos productos.
El puesto de Dogharoon, como los otros de la frontera oriental, tambi¨¦n dispone de un aparato de rayos X y de un esc¨¢ner corporal. Ayudan a detectar la hero¨ªna camuflada en la escayola de un brazo o en una bolsa de chocolatinas. No obstante, en muchas ocasiones es el sexto sentido de los agentes el que descubre los 500 kilos de opio escondidos en el doble cristal trasero de un autob¨²s o los 150 kilos de cristal camuflados en el conducto del aire acondicionado.
"Apenas el 10% de nuestras capturas se produce en los puestos fronterizos", precisa Hamedan¨ª. Son las noticias que llegan a los medios de comunicaci¨®n, pero la gran batalla se libra en la frontera. "Casi todas las noches tenemos enfrentamientos con los narcos", asegura. Es un combate cuerpo a cuerpo, del que no hay testigos y que s¨®lo trasciende cuando deja v¨ªctimas mortales.
"En dos d¨¦cadas de lucha contra la droga, nuestra polic¨ªa ha tenido 3.600 m¨¢rtires y 11.000 heridos, algunos inv¨¢lidos de por vida", informa el general Hosein-Abad¨ª. La mayor¨ªa de las bajas se han producido en la frontera con Afganist¨¢n, Turkmenist¨¢n y Pakist¨¢n. S¨®lo los 299 choques que han librado en los ¨²ltimos seis meses han dejado ocho muertos y 49 heridos.
"Es un combate a muerte", advierte Hamedan¨ª; "si nos matan, se quedan nuestras armas; si los matamos, logramos la droga". Este hombre curtido por 20 a?os de experiencia reconoce que el enemigo viene preparado. Los grandes env¨ªos suelen estar protegidos por hombres armados con misiles antia¨¦reos, lanzagranadas, ametralladoras, gafas de visi¨®n nocturna y tel¨¦fonos por sat¨¦lite. Recientemente tambi¨¦n han detectado peque?os grupos de cuatro o cinco personas con mochilas, lo que les da mayor movilidad.
El coronel asegura que sus hombres est¨¢n hoy mucho mejor equipados para hacerles frente que hace dos d¨¦cadas. Los 50.000 polic¨ªas destinados a la lucha contra el narcotr¨¢fico disponen de equipos de visi¨®n nocturna, detectores de calor, radares y helic¨®pteros. Pero los agentes iran¨ªes saben que no es suficiente y apuntan al otro lado de la frontera.
"Tiene que cambiar la actitud hacia el narcotr¨¢fico de las fuerzas internacionales desplegadas en Afganist¨¢n", pide Hosein-Abadi. Desde la expulsi¨®n de los talibanes, la producci¨®n de opio ha pasado de 200 toneladas a las 8.200 de este a?o. "Desgraciadamente, las tropas estadounidenses y de la OTAN s¨®lo combaten el terrorismo y no el narcotr¨¢fico, pero nosotros estamos convencidos de que son las dos caras de la misma moneda y por eso creemos que no est¨¢n obteniendo ¨¦xito", resume el general.
Ni siquiera las peladas monta?as de las Mil Mezquitas desincentivan a los traficantes. Las tribus locales conocen al dedillo cada paso, y esa barrera natural, m¨¢s que separar Ir¨¢n de Afganist¨¢n, desdibuja su frontera. -
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