El orgasmo de los sentidos
'La memoria del vino', una nueva experiencia gastron¨®mico-teatral
Son actores-investigadores que cuestionan la tiran¨ªa de lo visual para que los espectadores-protagonistas nos liberemos del dominio de los ojos como grandes decodificadores de todo lo que nos llega del exterior. Son gu¨ªas que sugieren el camino que nos conduce hacia nuestro interior. Son los componentes de Teatro de los Sentidos, los nuevos habitantes de Matadero, las naves del Teatro Espa?ol, del 4 al 13 de diciembre.
La compa?¨ªa del colombiano Enrique Vargas ocupar¨¢ este espacio con La memoria del vino, una experiencia sensorial que nos brinda la oportunidad de soltar a "los otros" que llevamos dentro a trav¨¦s de la fiesta del vino, tutelados por Dionisio, sus m¨¢scaras y sus juegos.
Si El hilo de Ariadna, la primera parte de la trilog¨ªa Bajo el signo del laberinto -dedicada al tiempo-, era una experiencia individual, ¨¦sta, con la que se cierra la trilog¨ªa, es colectiva, un gran carnaval en el que hay que perderse individualmente.
Y es que, como dicen, "arriesgarse es perderse un poco; no hacerlo es perderlo todo". Desde que se celebr¨® en el Festival Grec de Barcelona 2004, el montaje ha ido, como la uva, fermentando. Vargas y los suyos est¨¢n estos d¨ªas en el restaurante Taxidermista de la Ciudad Condal presentando La bodega de los sentidos, otro viaje sensorial sobre la po¨¦tica del gusto y la memoria del cuerpo. Antes de que d¨¦ inicio esta cita a ciegas con uno mismo -se cena con los ojos tapados-, Vargas comenta la evoluci¨®n que ha experimentado La memoria del vino a lo largo de sus muchas funciones.
"Sigue siendo una experiencia festiva, pero se ha vuelto m¨¢s contenida. Ahora tiene m¨¢s relaci¨®n con los sue?os". La memoria del vino indaga en la tierra y sus secretos; en Dionisio, que viene a ser el Minotauro del laberinto de Ariadna suelto; y en la muerte, cuya presencia nos permite gozar de la vida. "Hemos profundizado en la fiesta de los muertos que celebran en M¨¦xico, por ejemplo, y La memoria se ha convertido en una experiencia m¨¢s sobria".
Por mucho que cambien para evitar su mecanizaci¨®n, los espect¨¢culos de esta compa?¨ªa siempre tienen un componente de aprendizaje. Juegan con la iluminaci¨®n y con el sonido. Se dan intervalos de oscuridad y espacios desconocidos.
De unas manos a otras, el espectador descubre texturas y olores, identifica murmullos, sones que, a trav¨¦s de la memoria y de las intuiciones, descubren superficies po¨¦ticas en las que el tiempo avanza hacia atr¨¢s y el camino evoca recuerdos. En La memoria, el espectador sigue un sendero de luz tenue que sabe a vainilla y canela y da a una plaza en la que se festeja la feria de la vendimia con m¨²sica en directo.
Hay preciosas casetas de tela y hojas de libros. Puede que descubran la cabeza de un adivino, una curiosa jukebox o que un trilero les ofrezca la posibilidad de apostar un deseo. Puede que acaben bailando con desconocidos antes de convertirse en vendimiadores por un rato. D¨¦jense llevar y emborr¨¢chense de sensaciones. En los espacios habitados por los integrantes de Teatro de los Sentidos no caben los prejuicios ni la desconfianza. Son gente muy respetuosa y delicada. Otra cosa son las reacciones de cada uno, tan individuales como las emociones.
Cada espect¨¢culo sigue un largo proceso de gestaci¨®n. El Polvor¨ªn, en la monta?a de Montju?c de Barcelona, es su sede, lo que ellos denominan su "caja de herramientas". All¨ª investigan, crean y forman. Desarrollan talleres sobre cuatro ¨¢reas tem¨¢ticas: el silencio, el espacio, el cuerpo y el-los otro-s. Dedican 80 horas a cada ¨¢rea, de las que sacan construcciones que les permiten armar "instrumentos", que es como llaman a sus piezas. Cada ciclo completo les lleva dos a?os.
Su trabajo se basa en lenguajes ajenos a la palabra que, como explica Vargas, "s¨®lo es v¨¢lida si es m¨¢s elocuente que el silencio". Esta dramaturgia de lo no dicho no implica que vivan de espaldas a los grandes pensadores. Al contrario. Seis propuestas para el pr¨®ximo milenio, de Italo Calvino, Peque?o organ¨®n, de Bertolt Brecht, y los escritos autobiogr¨¢ficos de Walter Benjam¨ªn son algunos de los textos de cabecera de este inquieto explorador andino.
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