"A mis hijas les gustaban m¨¢s Zipi y Zape que Mortadelo"
Se siente un hombre l¨¢piz. Si no tiene uno en la mano, la tentaci¨®n de sustituirlo por un cigarrillo se duplica. Fuma al llegar al restaurante y encender¨¢ un par de cigarros m¨¢s al final de la comida. "Si no tengo un l¨¢piz en la mano, siento que esta extremidad me sobra", afirma.
El dibujante festeja el 50? aniversario de su inmortal pareja Mortadelo y Filem¨®n
Pide gambas de aperitivo. Al padre de Mortadelo y Filem¨®n, le priva el marisco. Francisco Ib¨¢?ez (1936) lleva medio siglo tirando de la cuerda de esta famosa y estable pareja gracias a un l¨¢piz y una soterrada dosis de humor. Delante del mantel, combina locuacidad y timidez en dosis justas. Su elemento no son las entrevistas, sino ese silencio de humo e historietas en el que se sumerge para dibujar. "Me he habituado tanto al silencio que de no dedicarme al c¨®mic podr¨ªa ser monje trapense".
El almuerzo empieza con una docena de ostras, "las reinas del marisco", asegura. De cr¨ªo su madre le preparaba gambas a la plancha. Le gustaban mucho. Hasta que le dijo que las espaciara. "Pero, ?no te gustan? "S¨ª, pero no tan a menudo", le dijo. "Comer bien a diario es una vulgaridad", a?ade. Con las ostras, una botella de albari?o que se quedar¨¢ sin terminar. No pide agua y no toma pan. Prefiere sabores m¨¢s placenteros.
A los 14 a?os empez¨® a trabajar en un banco, y entre billete y billete su cabeza se escapaba y aprovechaba para dibujar. Empezaba a publicar en algunos fanzines. "Era la ¨¦poca del ?cu¨¢ndo?, es decir, preguntabas que cu¨¢ndo sal¨ªan tus c¨®mics. M¨¢s tarde vendr¨ªa la del ?cu¨¢nto [pagas]?". Por fin, en enero de 1958, descubri¨® a Mortadelo y Filem¨®n, fich¨® por Bruguera y dijo adi¨®s al banco. "Yo me libr¨¦ de ellos, y ellos de m¨ª", evoca socarr¨®n. Su padre lo encaj¨® peor: el trabajo fijo era un valor seguro en los cincuenta.
De segundo, Ib¨¢?ez toma bacalao al horno. El albari?o sigue regando las copas. "Crear un personaje no es tan dif¨ªcil. Dices que emborronas mucho para darle un poco de teatro, pero s¨®lo tardas diez minutos. Lo dif¨ªcil es mantenerlo. No soy buen dibujante, pero en la historieta el gui¨®n importa". Dentro del d¨²o, Mortadelo es el personaje central, "Filem¨®n es s¨®lo el interlocutor", precisa.
Es un mito para varias generaciones. En el franquismo hizo re¨ªr a mucha gente que hab¨ªa olvidado hacerlo. M¨¢s de un se?or de aspecto serio llevaba abierto un peri¨®dico en el metro y dentro una historieta. Ib¨¢?ez s¨®lo est¨¢ orgulloso de haber fomentado la lectura en chavales que se iniciaron a leer con las frases de sus c¨¦lebres bocadillos. Tambi¨¦n su nieto se divierte con sus desternillantes criaturas. A sus hijas, en cambio, les gustaban m¨¢s Zipi y Zape, personajes de la competencia.
No es exactamente gracioso. "T¨² tendr¨¢s mucha gracia, pero en casa no tanto", cuenta que le dice su esposa. Se r¨ªe de s¨ª mismo y como muchos artistas no es consciente de que lo es. Pero separa vida y obra: "Cuando admiro a alguien, me interesa lo que hace, no su vida", explica. Tras el caf¨¦, otro cigarrillo. Han sido muchos a?os encendiendo uno antes de dibujar, aunque luego lo abandonara. "Era una chimenea. Ahora me he moderado, y en casa s¨®lo fumo en el balc¨®n", ironiza.
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