?Por qu¨¦ no se callan?
No s¨®lo Ch¨¢vez deber¨ªa escuchar la exhortaci¨®n del rey de Espa?a. Otros pol¨ªticos, como Bush, Sarkozy y Ahmadineyad, tambi¨¦n tienen demasiada labia. Los chinos, en cambio, son discretos y consiguen mucho
Fue una escena deliciosa y muy divertida, aunque es probable que, como consecuencia, unos cuantos profesionales de la diplomacia tengan que pasar varios meses trabajando para controlar los da?os.
Durante la importante cumbre de l¨ªderes iberoamericanos celebrada en Chile a principios de este mes de noviembre, la deseada solidaridad del mundo luso-hisp¨¢nico se vio gravemente da?ada cuando el efervescente Hugo Ch¨¢vez emprendi¨® un ataque personal contra el ex primer ministro espa?ol Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
Cuando el primer ministro actual, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, pidi¨® respeto para su predecesor, Ch¨¢vez sigui¨® despotricando y profiriendo cada vez m¨¢s insultos.
Ante esta situaci¨®n, el rey de Espa?a, el respetado y tolerante Juan Carlos, exclam¨®: "?Por qu¨¦ no te callas?".
Mientras que Sarkozy no para nunca su ch¨¢chara, Putin es contundente sin histrionismos
Bismarck fue todo un ejemplo de que el silencio es oro en las relaciones de poder
Como pueden imaginarse los lectores, esta intervenci¨®n real no surti¨® el menor efecto en el irrefrenable presidente de Venezuela, pero las palabras pronunciadas han causado un efecto perdurable en toda Latinoam¨¦rica y han proporcionado enorme satisfacci¨®n a los detractores de Ch¨¢vez, cada vez m¨¢s numerosos.
"?Por qu¨¦ no te callas?". Qu¨¦ buena idea. ?Por qu¨¦ no prueba el incansable dirigente venezolano a permanecer en silencio, al menos durante un tiempo?
Seg¨²n The Financial Times, a Ch¨¢vez el asunto no le ha hecho ninguna gracia. Sin embargo, es verdaderamente una buena idea. A¨²n m¨¢s, ?no ser¨ªa un alivio para los o¨ªdos de la humanidad que los pol¨ªticos, en general, hicieran menos comentarios -en forma de discursos, comunicados de prensa, entrevistas en los medios de comunicaci¨®n- sobre la actualidad?
En este aspecto, los peores son, seguramente, los estadounidenses. La pantomima electoral a la que estamos asistiendo, en la que individuos como Rudolph Giuliani, Mitt Romney, Barack Obama, Hillary Clinton, John Edwards y los dem¨¢s sienten que es necesario que den su opini¨®n sobre cualquier cosa, y que los medios de comunicaci¨®n les citen varias veces al d¨ªa, est¨¢ haciendo que la gente empiece a pensar en tapones para los o¨ªdos. Y a los estadounidenses todav¨ªa nos queda un a?o de ch¨¢chara.
Ahora bien, la Casa Blanca es igual de pesada, con sus sesiones de prensa diarias, los frecuentes discursos del presidente Bush (siempre ante p¨²blicos cuidadosamente escogidos) sobre c¨®mo ganar la turbia guerra de Irak, y los altos funcionarios que vuelan sin cesar a otros pa¨ªses para promover los intereses estadounidenses en materia de comercio, proliferaci¨®n de armamento, el programa nuclear iran¨ª, la suerte de los palestinos, el futuro de Corea del Norte y otros diez o doce temas adicionales.
No es que todos esos asuntos no sean importantes, pero el efecto de esa acumulaci¨®n es el de un gigantesco espect¨¢culo, mezcla de talk-show y juegos malabares, en el que las palabras pierden su significado, lo que importa son las apariencias y no hay tiempo para reflexionar.
En Estados Unidos, incluso el tradicional descanso del s¨¦ptimo d¨ªa se ve interrumpido por los programas de entrevistas y debates pol¨ªticos de los domingos por la ma?ana. Aunque tambi¨¦n es verdad que la oportunidad de perderse todo ese ruido y esas tonter¨ªas hace que sea todav¨ªa m¨¢s agradable asistir a unos callados servicios religiosos.
La lista de pol¨ªticos llenos de labia e hiperactivos puede muy bien extenderse a Par¨ªs, por ejemplo, donde nos enteramos de que los ministros y funcionarios que se ocupan de los asuntos exteriores y la econom¨ªa las pasan canutas para estar al d¨ªa de las incursiones verbales de Sarkozy en asuntos muy complejos y delicados y para explicar lo que ha dicho cada vez. ?Y ser¨ªa posible disfrutar de una semana en la que del entorno de Ahmadineyad no surgiera m¨¢s que silencio?
Hablar mucho y actuar demasiado no hace m¨¢s que reducir la credibilidad de lo que uno pretende conseguir. En este sentido, la verdad es que respeto las declaraciones p¨²blicas de Vlad¨ªmir Putin: secas y desalentadoras, sin duda, y a menudo llenas de advertencias dirigidas a Occidente, pero, por fortuna, poco frecuentes y sin histrionismos.
Los maestros de ese arte casi olvidado de conseguir lo que uno quiere manteniendo la boca cerrada son los chinos. S¨®lo ofrecen sus opiniones cuando no les queda m¨¢s remedio y preferiblemente en privado. Dirimen sus diferencias internas a puerta cerrada. Mientras no se trate de un asunto excepcionalmente delicado (como Taiw¨¢n), los dirigentes chinos son m¨¢s partidarios de la diplomacia discreta que de la oratoria p¨²blica. Y suelen salirse con la suya.
Me parece interesante observar que, aunque la Rep¨²blica Popular de China ha utilizado su poder de veto menos que los otros cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, tampoco se ha mostrado indecisa. Los diplom¨¢ticos chinos se limitan a llevar a sus colegas de otros pa¨ªses por los pasillos del poder y a dejar entrever que, por ejemplo, no les gusta el lenguaje de un proyecto de resoluci¨®n sobre Darfur, y, ?voil¨¤!, el lenguaje se modifica. Basta con insinuar discretamente que se podr¨ªa utilizar el derecho de veto.
A lo mejor es que los chinos han aprendido mejor que nosotros, los occidentales, la lecci¨®n del gran dirigente alem¨¢n Otto von Bismarck. Por supuesto, el canciller decimon¨®nico hablaba a veces en p¨²blico (un ejemplo es su famoso discurso de "la sangre y el hierro" sobre la unificaci¨®n de los Estados alemanes), pero, en general, prefer¨ªa lograr sus objetivos mediante el arte de gobernar, la diplomacia y la negociaci¨®n. Sus triunfos, hasta el ¨²ltimo instante de sus veinte a?os como primer canciller de Alemania, fueron extraordinariamente numerosos.
Lo m¨¢s impresionante de todo era la tranquilidad de Bismarck cuando parec¨ªa que las rivalidades entre los Estados balc¨¢nicos y varias de las grandes potencias amenazaban con la posibilidad de una guerra europea a gran escala. En torno a 1870 y 1880, los ej¨¦rcitos s¨®lo pod¨ªan luchar en los meses m¨¢s c¨¢lidos, por lo que las amenazas de conflicto surg¨ªan en dichos periodos. Sin embargo, en verano, Bismarck prefer¨ªa retirarse a su casa de campo, se negaba a recibir visitas y hac¨ªa que toda la correspondencia pasara por el Ministerio de Exteriores (y por las manos de su hijo Bill, que era subsecretario en ese ministerio). Las dem¨¢s potencias, incapaces de descubrir cu¨¢les eran las intenciones del Canciller de Hierro, empezaban a perder tiempo, porque nadie quer¨ªa dar un paso sin saber c¨®mo iba a reaccionar Berl¨ªn, cosa que, evidentemente, no pod¨ªan saber durante las prolongadas ausencias de Bismarck. Y a medida que el tiempo se refrescaba, las posibilidades de acci¨®n militar disminu¨ªan.
Fue, claro est¨¢, un periodo hist¨®ricamente especial y extraordinario: Alemania era el motor del sistema europeo de grandes potencias, Bismarck era un genio de la diplomacia y -lo m¨¢s importante de todo- no estaba limitado por parlamentos, opini¨®n p¨²blica y medios de comunicaci¨®n, como lo est¨¢n los pol¨ªticos de hoy. Cierto es que ser¨ªa rid¨ªculo pretender que nuestros dirigentes se tomaran dos o tres meses de vacaciones para descansar de la tarea de gobernar sus pa¨ªses.
Aun as¨ª, la actitud de Bismarck como ejemplo extremo de que "el silencio es oro", y el modelo, m¨¢s actual, de la reticencia demostrada por los dirigentes chinos a prop¨®sito de ciertos asuntos internacionales delicados, dan qu¨¦ pensar. Aunque nuestros pol¨ªticos no fueran capaces de permanecer callados mucho tiempo, y aunque no puedan apartarse del ruedo durante una temporada, ?no podr¨ªan hacer la promesa de "callarse" durante un mes? Incluso bastar¨ªa con una semana. Por favor.
Paul Kennedy es titular de la c¨¢tedra J. Richardson de Historia y director del Instituto de Estudios sobre Seguridad Internacional en la Universidad de Yale. Su ¨²ltimo libro es The Parliament of Man, sobre Naciones Unidas. ? 2007, Tribune Media Services, INC. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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