?ltimo tren para la I+D espa?ola
La investigaci¨®n despega, pero existe a¨²n una pobre participaci¨®n empresarial
Espa?a empieza a despegar en I+D. Aunque la desventaja con Europa sigue siendo considerable y no hay nada ganado de antemano, el pa¨ªs est¨¢ ahora en condiciones de intentar la haza?a, el gran salto hacia adelante que debe transportarle hasta la orilla privilegiada de las econom¨ªas m¨¢s avanzadas.
S¨®lo uno de cada cinco cient¨ªficos en Espa?a trabaja en el sector privado
No hay lugar para la euforia, pero el pesimismo est¨¢ en retirada
La inyecci¨®n masiva de dinero p¨²blico a lo largo de estos tres ¨²ltimos a?os ha vivificado un sistema que se encontraba al borde del colapso, ha ampliado la base humana y tecnol¨®gica investigadora y ha abierto una ventana de oportunidad que puede engancharnos a la dura carrera por la competitividad que se libra en el mundo. El terreno ha sido abonado y empieza a detectarse cierta efervescencia. Durante la presente legislatura se ha puesto en marcha el superordenador m¨¢s potente de Europa (Marenostrum, Barcelona), construido el nuevo buque oceanogr¨¢fico (Sarmiento de Gamboa) equiparable a los mejores existentes en el mundo, se ha lanzado el proceso de instalaci¨®n de la mayor plataforma experimental de captura de CO2 de la UE (Ciudad de la Energ¨ªa, Ponferrada) y Espa?a aspira a instalar en Bilbao el Centro Europeo de Espalaci¨®n de Neutrones, que ser¨¢ el mayor del mundo.
Adem¨¢s, con el horizonte puesto en 2015, se ha aprobado el primer plan de infraestructuras tecnol¨®gicas de nuestra historia. ?No es hora ya de felicitarse y de enterrar para siempre el recuerdo de la vieja leyenda negra que habla de la pobre disposici¨®n espa?ola para la investigaci¨®n?
Bienvenidos a la cruda realidad. S¨®lo hay 23 empresas espa?olas entre las mil firmas europeas que m¨¢s invierten en investigaci¨®n e innovaci¨®n, seg¨²n el Instituto de Prospectiva Tecnol¨®gica (IPTS) de la Comisi¨®n Europea. S¨®lo uno de cada cinco cient¨ªficos espa?oles trabaja, hoy, en el sector privado. ?Espa?a corre el riesgo de consolidar un modelo invertido de gasto en I+D en el que, contra lo que ocurre en las econom¨ªas punteras, la parte del le¨®n inversora cae del lado de las instituciones p¨²blicas? Un reciente informe del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) muestra que en 2006 la participaci¨®n de la empresa privada creci¨® del 46,3% al 47,1%. Es un dato para el optimismo porque rompe la tendencia negativa de los ¨²ltimos a?os y refuerza la posibilidad de que el capital privado llegue a asumir la mayor parte del esfuerzo financiero. ?La revoluci¨®n tecnol¨®gica empieza a penetrar en la empresa espa?ola?
Pese al aceler¨®n financiero, la brecha investigadora sigue siendo tan grande, los retos tan exigentes y la experiencia hist¨®rica tan amarga que nuestra comunidad cient¨ªfica se resiste a echar las campanas al vuelo. Necesitan garant¨ªas de que el impulso presupuestario suministrado por el Gobierno no va a desvanecerse en las legislaturas futuras, piden el derribo de los muros burocr¨¢ticos que obstaculizan el gran salto pendiente y pretenden que la empresa y la universidad, la sociedad en su conjunto, entiendan que lo que est¨¢ en juego es la prosperidad futura en un mundo globalizado donde la capacidad investigadora constituye el valor a?adido y el imprescindible blindaje contra la competitividad creciente. No, no hay lugar para euforia, pero el proverbial pesimismo lacrim¨®geno de nuestros cient¨ªficos est¨¢ en franca retirada. Ha prendido la esperanza y los ¨¢nimos se confortan en la idea de que se trabaja en la buena direcci¨®n.
"La ciencia es continuidad. Nada ser¨ªa peor que despu¨¦s del arre¨®n del caballo llegara el par¨®n del burro", advierte Carlos Mart¨ªnez Alonso, director del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), el buque insignia de la investigaci¨®n espa?ola. "Si hacemos las cosas bien y seguimos con un aumento presupuestario del 16% anual, dentro de cinco a?os estaremos a la altura de Francia y habremos hecho una transici¨®n investigadora mod¨¦lica y extraordinaria", sostiene.
Hay quienes dudan todav¨ªa de que los poderes pol¨ªticos y econ¨®micos hayan entendido que s¨®lo la posesi¨®n de un sistema propio cient¨ªfico t¨¦cnico garantiza la supervivencia como econom¨ªa avanzada en la era del "capitalismo de innovaci¨®n extensiva, industrial", pero no puede decirse que el Gobierno, de momento, haya faltado al compromiso que adquiri¨® personalmente el presidente del Gobierno en su investidura.
"Habr¨¢ dinero", dijo Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero hace tres a?os. Y el dinero de las inversiones, subvenciones y deducciones fiscales, ha lubrificado los programas de investigaci¨®n: el C¨¦nit, para la creaci¨®n de grandes consorcios p¨²blicos-privados cofinanciados a partes iguales en la investigaci¨®n industrial; el Consolider, destinado a formar grandes y excelentes grupos de cient¨ªficos, el Euroingenio, para armar proyectos de calidad que le permitan a Espa?a recuperar la mayor parte posible del dinero que aporta al Programa Marco Europeo de Investigaci¨®n, y el Torres Quevedo, que facilita la inserci¨®n de los doctores universitarios en las empresas privada.
"En tres a?os, la Administraci¨®n General del Estado ha m¨¢s que duplicado su presupuesto para I+D. De los 2.900 millones de euros destinados en 2004, hemos pasado este a?o a 6.540 y el montante previsto para 2008 alcanza los 7.680 millones", dice el director del departamento de la Sociedad del Bienestar de la Oficina Econ¨®mica del Presidente del Gobierno, Pedro L. Mar¨ªn.
Se han duplicado las becas y han aumentado los contratos Ram¨®n y Cajal reservados a los investigadores doctorados. El I+D empieza a impregnar ya el tejido industrial y a modificar mentalidades. Seg¨²n la ministra de Educaci¨®n y Ciencia, Mercedes Cabrera, el presupuesto global del nuevo Plan Nacional I+D+i (Investigaci¨®n, Desarrollo e innovaci¨®n) 2008-2011 alcanza los 48.000 millones de euros para los cuatro a?os.
Con mayor o menor ¨¦nfasis, tambi¨¦n las comunidades aut¨®nomas -Madrid, Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Navarra, Andaluc¨ªa y Valencia-, se han sumado al gran esfuerzo financiero de la Administraci¨®n General del Estado. Las autonom¨ªas aportan ya un tercio del dinero p¨²blico destinado al I+D y son ellas, en gran medida, las que est¨¢n animando modelos administrativos de gesti¨®n originales encaminados a superar la rigidez del actual sistema.
Contra quienes advierten del riesgo que entra?a una excesiva fragmentaci¨®n -"m¨¢s que una multitud de peque?os parques tecnol¨®gicos, lo que necesitamos es fortalecer las grandes instituciones investigadoras", subraya Carlos Mart¨ªnez-, el presidente de la Confederaci¨®n de Sociedades Cient¨ªficas de Espa?a (COSCE), Joan Guinovart, considera esa afloraci¨®n un reflejo positivo del dinamismo investigador. Y afirma: "Ser¨¢ el mercado el que se encargar¨¢ de validar o no estos proyectos".
Muy cr¨ªtico con la actitud de las universidades espa?olas -"en la mayor¨ªa de ellas, reina la consigna de 'sin novedad en el frente"-, Joan Guinovart elogia, en cambio, el comportamiento de los gobiernos auton¨®micos que "han descubierto que el I+D es un factor de competitividad y lo est¨¢n incorporando a sus programas". Por su parte, y sin dejar de felicitarse por las iniciativas auton¨®micas, el presidente del CSIC alerta contra la endogamia y el clientelismo que detecta en algunas administraciones auton¨®micas.
"Lo que me preocupa no es la competencia entre centros y proyectos, sino la falta de transparencia", indica. "Y no puede ser que en determinada autonom¨ªa se rechace a los investigadores de otras comunidades, incluso a los propios del CSIC, con el argumento de que hay que reservar las plazas para los aut¨®ctonos. La proximidad con los usuarios no es buena para la ciencia", concluye.
La pir¨¢mide de la comunidad cient¨ªfica espa?ola, cifrada actualmente en 116.000 personas -"necesitamos incorporar a 70.000 investigadores m¨¢s en los pr¨®ximos cinco a?os", apunta Carlos Mart¨ªnez-, ha ganado base en estos a?os, pero no demasiada altura, si atendemos a algunas observaciones cr¨ªticas. "Ha entrado mucha gente en el sistema sin pasar por un control exigente de calidad. Hemos crecido sin pol¨ªtica y sin tener en cuenta nuestra enorme carencia en t¨¦cnicos e ingenieros de apoyo que en los grandes centros de investigaci¨®n suponen, normalmente, el 30% del personal", afirma F¨¦lix Yndurain, catedr¨¢tico de F¨ªsica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
En estos a?os, el objetivo de recuperar a los espa?oles que han culminado su formaci¨®n y acreditado su val¨ªa en el extranjero se ha revelado dif¨ªcil -sigue habiendo un largo millar de j¨®venes talentos fuera-, pero no tanto como la pretensi¨®n de atraer a cient¨ªficos extranjeros de prestigio. "La oferta m¨¢xima que podemos realizar, entre 4.000 y 5.000 euros mensuales, resulta claramente insuficiente para poder captar a esos investigadores", constata Agust¨ªn Zapata, subdirector general de Investigaciones en Terapia Celular del Instituto Carlos III.
"Estamos obligados a salir al mercado internacional, ofrecer salarios competitivos, contratos indefinidos, un ¨¢mbito investigador atractivo y carrera profesional", abunda el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas.
Junto a los salarios -el CSIC ofrece a los investigadores predoctorales un contrato de 1.200 euros mensuales para los dos primeros a?os y, posteriormente, entre 25.000 y 32.000 euros anuales-, el problema para los extranjeros son las trabas burocr¨¢ticas y las dificultades para homologar sus t¨ªtulos universitarios. "Los extranjeros no van a venir por los 3.000 euros al mes que es lo que gana aqu¨ª un catedr¨¢tico porque, sencillamente, en sus pa¨ªses les pagan mucho m¨¢s", apostilla Joan Comella, director de la Fundaci¨®n Catalana para la Investigaci¨®n y la Innovaci¨®n (FCRI). Catedr¨¢tico de Biolog¨ªa Celular de Universidad Aut¨®noma de Barcelona, Joan Comella juzga con severidad la escasa implicaci¨®n de la Universidad espa?ola. "Es uno de los grandes retos que tenemos", sostiene.
"?C¨®mo es posible que un profesor universitario pueda ejercer sin hacer investigaci¨®n? En estos momentos, lo ¨²nico que se le exige es que d¨¦ sus clases y ni siquiera que las d¨¦ bien", comenta.
A su juicio, la universidad espa?ola tiene un grav¨ªsimo problema de falta de gobierno. "Los equipos de gobierno tienen dificultades para implantar sus decisiones estrat¨¦gicas y hay muy poco control sobre el cumplimiento efectivo de la dedicaci¨®n profesional". "Me temo que la universidad p¨²blica se est¨¢ descapitalizando", indica. Entre las 200 universidades mejor consideradas del mundo, s¨®lo hay una espa?ola, la de Barcelona, y en el puesto 190. "El futuro de la empresa no depende de la mano de obra, sino del cerebro de obra", recuerda Joan Guinovart.
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