Sidra y nostalgias 'honoris causa'
Juan Jos¨¦ Mill¨¢s y ?ngel Gonz¨¢lez se reencuentran y celebran su doctorado
Cuando era adolescente y vio por primera vez en una clase de Preu al poeta ?ngel Gonz¨¢lez, que ya era un autor reconocido, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s nunca pens¨® que un d¨ªa iba a coincidir con ¨¦l en un acto universitario en el que ambos iban a ser proclamados doctores honoris causa.
Para Mill¨¢s, que ahora tiene 61 a?os, aquello era un sue?o; y ayer fue realidad. La Universidad de Oviedo (que se llama Literaria) consagr¨® a ambos con esa categor¨ªa, y los dos se sentaron despu¨¦s a contarse la alegr¨ªa y la perplejidad con la que sumieron el reencuentro. El adolescente y su poeta, que ahora tiene 82 a?os.
Ante una espicha asturiana, mientras firmaban libros y com¨ªan chorizo y pulpo, conversaron bebiendo vino.
Mill¨¢s: "?C¨®mo iba a imaginar que un d¨ªa estar¨ªamos en el paraninfo!"
?ngel Gonz¨¢lez: "La universidad que nos rechazaba nos rinde honores"
-Yo te conozco desde Preu, ?ngel. Te llev¨® a clase un profesor de Literatura, Emilio Mir¨®. Vi¨¦ndote all¨¢ arriba, recitar, ya con tu barba, c¨®mo iba a imaginarme que un d¨ªa estar¨ªamos aqu¨ª, en el Paraninfo.
-La vida es tan rara, Juanjo...
-Pero, f¨ªjate lo que me pasa: cuando fuiste a clase t¨² eras m¨¢s viejo, acaso m¨¢s solemne. Y al paso de los a?os te veo m¨¢s joven que aquel que nos fue a recitar. En tu manera de vestir, de mirar, eres m¨¢s joven; empezaste siendo muy mayor y vas a la ni?ez.
-Me gusta que lo digas, pero ¨¦sa es la apariencia. Por dentro soy viejo, muy viejo, como si en efecto eso que he dicho siempre, que se me adelgaza el futuro, sea ya la ¨²nica verdad que me queda. Desilusionado. Hoy quiz¨¢ ese disfraz juvenil no se corresponde con la imagen.
-En aquel entonces yo me sab¨ªa de memoria tus versos. Recuerdo aquellos, de Funcionario p¨²blico. "... Se le cay¨® un gusano de la manga, / pidi¨® perd¨®n y recogi¨® el gusano / que era s¨®lo un fragmento /...".
-"... de la totalidad de su esperanza". ??Te acuerdas?! Yo era funcionario p¨²blico, de Obras P¨²blicas...
-Lo s¨¦... Nos gustaba much¨ªsimo tu poes¨ªa; t¨² la hac¨ªas parecer f¨¢cil. ?Nunca me imagin¨¦ entonces que 20 a?os despu¨¦s ¨ªbamos a ser socios en un restaurante mexicano!
-Y, menos a¨²n, que nos hicieran doctores en Oviedo... Aquel restaurante fue una iniciativa de un amigo, Pedro ?vila, cantante.
-?bamos all¨ª a divertirnos, y lo perdimos todo. A veces te miraba y me dec¨ªa: "F¨ªjate, el poeta que m¨¢s quiero y es mi socio en un restaurante". Ahora, ?ngel, menudo trance hemos vivido juntos esta ma?ana.
-Yo lo he pasado muy bien, muy emocionado. La ¨²nica sombra, la ausencia de Susana
[Rivera, su esposa, en Estados Unidos]. Del resto, fue muy emocionante lo que dijo Josefina Mart¨ªnez, me acord¨¦ mucho de Alarcos, su marido, tan gran amigo. Y de mi infancia, claro, a mi madre le hubiera gustado ver que aquel chico que ella cre¨ªa que iba a terminar en un manicomio o en un hospicio tiene cierto ¨¦xito, cierto reconocimiento en la ciudad en la que ella pas¨® tanto miedo.
-Yo tuve una sensaci¨®n de miedo, como si no fuera a estar a la altura de la responsabilidad. Me sent¨ª muy orgulloso: siempre he estado muy ligado a esta universidad. Desde que empec¨¦ a publicar.
-Y yo; estudi¨¦ en ella, en una ¨¦poca muy dura, los cuarenta, cuando aqu¨ª ¨¦ramos ellos y nosotros. Yo era de la parte de ellos, los que hab¨ªan perdido. Ahora nosotros somos yo y otros, y otros son ellos.
-Durante el acto me acord¨¦ de mi calle: me parece mentira haber encontrado una grieta que me condujera un d¨ªa a este paraninfo.
-Hablas del fr¨ªo de tu infancia. En mi ¨¦poca hubo much¨ªsimo fr¨ªo.
-Y dur¨® m¨¢s; pero yo ten¨ªa 30 a?os cuando muri¨® Franco, de modo que pas¨¦ tambi¨¦n much¨ªsimo fr¨ªo.
-Cuando yo llegu¨¦ a la Universidad, Oviedo estaba en ruinas. Y ah¨ª es donde yo vi ese cartel: Ellos-Nosotros. Tremendo.
-Ese Ellos-Nosotros ya no existe en Espa?a, ?eh, ?ngel? Existe en la ret¨®rica; si funcionara en la realidad, nos estar¨ªamos matando, y no es el caso.
-Pero yo en el fondo de mi alma s¨ª sigo notando esa diferencia de ellos y nosotros, Juanjo.
-Ahora llevamos cuatro a?os de campa?a electoral; hay una oposici¨®n ruin y desleal. Eso es lo que alimenta m¨¢s mi sarcasmo, del que hablaba el profesor que me introdujo, ?lvaro Ruiz de la Pe?a.
-Yo todav¨ªa siento, en situaciones as¨ª, c¨®mo alienta en mi memoria el tiempo que viv¨ª aqu¨ª; aquella Universidad que nos rechazaba a?os despu¨¦s nos rinde honores. No sabes c¨®mo se lo agradezco al rector, Juan V¨¢zquez, que nos propuso este honor.
-Brindemos, poeta. ?No quieres un peixin? Tan s¨®lo fumas. Come algo, anda, ?ngel.
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