El monstruo de Frankenstein
El doble crimen perpetrado en el sur de Francia el pasado s¨¢bado por tres etarras, que dispararon a mansalva sobre dos guardias civiles espa?oles vestidos de paisano y desarmados, concit¨® la solidaria respuesta de las C¨¢maras parlamentarias, los partidos pol¨ªticos, los sindicatos y la patronal. Sin embargo, la concentraci¨®n de condena del atentado gansteril del que fueron v¨ªctimas Ra¨²l Centeno y Fernando Trapero, miembros del Grupo de Apoyo Operativo (GAO) de los Servicios de Informaci¨®n de la Guardia Civil alevosamente tiroteados en Capbreton, qued¨® de antemano debilitada por el desmarque de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo (AVT) y del Foro Ermua, as¨ª como por las disuasorias consignas de los compa?eros de viaje del PP que calientan a la opini¨®n p¨²blica contra el Gobierno desde la Radio de los Obispos.
La f¨¢bula inventada en Suiza por Mary Wollstonecraft durante el lluvioso verano de 1816 a fin de participar en un concurso de cuentos de fantasmas rivalizando con Lord Byron, Shelley y Polidori ten¨ªa como protagonista a un cient¨ªfico prometeico que osaba desafiar a los dioses devolviendo la vida a un cad¨¢ver. Gracias a un centenar largo de adaptaciones cinematogr¨¢ficas, la trama ha terminado convirti¨¦ndose en una par¨¢bola de las criaturas que se rebelan contra sus art¨ªfices y terminan destruy¨¦ndolos. En la vida p¨²blica espa?ola no han faltado los l¨ªderes de opini¨®n dispuestos a imitar al doctor Victor Frankenstein: esta vez como megal¨®manos creadores de reyes que esperan recuperar los gastos invertidos cuando sus patrocinados triunfen y puedan entonces ejercer el poder detr¨¢s del trono. Las amargas quejas sobre el desagradecido trato dado por Aznar a los publicistas que le abrieron las puertas del palacio de la Moncloa mediante la brutal campa?a de linchamiento moral de Felipe Gonz¨¢lez son un buen ejemplo de la frustrada reacci¨®n de esos desenga?ados pigmaliones desinvitados al fest¨ªn.
Tambi¨¦n puede recorrerse el camino frankensteiniano en sentido inverso: grupos alimentados y manipulados por un partido pueden volverse contra sus protectores. Durante esta legislatura, la AVT y el Foro Ermua han actuado como agentes movilizadores al servicio del PP pese a su pretendido apartidismo. Las pavorosas acusaciones dirigidas por los populares contra Zapatero por traicionar a los muertos y traficar con las v¨ªctimas mediante p¨¦rfidos pactos secretos con ETA -cuyas cl¨¢usulas secretas incluir¨ªan la rendici¨®n del Estado de derecho, la anexi¨®n forzosa de Navarra al Pa¨ªs Vasco y la independencia de Euskal Herria- han sido coreadas hasta la estridencia en sus actos y manifestaciones.
?Por qu¨¦ entonces el desencuentro producido en la concentraci¨®n convocada ayer? Tanto las c¨²pulas dirigentes de la AVT y del Foro Ermua como el tinglado de agit-pro enmadrado en la Radio de los Obispos y otros medios son el lugar de residencia de los monstruos creados, no por el PP en su conjunto, sino por el n¨²cleo de ultraderecha que controla el ala mas dura de la organizaci¨®n. La utilizaci¨®n del terrorismo para prop¨®sitos partidistas s¨®lo tiene un precedente: los bajunos procedimientos empleados por Aznar para derrocar a Felipe Gonz¨¢lez. Esa estrategia no pretende lograr de manera prioritaria la derrota de ETA -el lema pactado para la concentraci¨®n de ayer en Madrid-, sino conseguir de forma preferente la derrota del Gobierno.
Fiel exponente de esa ¨²ltima l¨ªnea de actuaci¨®n, el presidente de la AVT (un hermano de 17 a?os y dos sobrinas suyas de 3 a?os murieron por la explosi¨®n de un coche bomba de ETA el 11 de diciembre de 1987 en la casa cuartel de la Guardia de Civil de Zaragoza) ha reconocido con orgullo en sede judicial ser el freaky creador de algunas licencias po¨¦ticas de car¨¢cter metaf¨®rico desprovistas, sin embargo, de animo injurioso. El tenor literal de algunos versos libres de la antolog¨ªa l¨ªrica de Francisco J. Alcaraz no resulta demasiado buc¨®lico: el presidente Zapatero "hace tiempo que habla, siente y padece como los propios terroristas"; el proyecto de ETA "es el proyecto asumido por el Gobierno"; "hay pruebas m¨¢s que suficientes de su connivencia con los asesinos"; el Ejecutivo "tiene la intenci¨®n de indultar a la serpiente [ETA]".
La jurisprudencia del Constitucional reduce el ¨¢mbito de protecci¨®n penal (e incluso del derecho al honor) de los pol¨ªticos frente a las cr¨ªticas movidas por el deseo de contribuir a la formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y a la defensa del pluralismo en una sociedad democr¨¢tica. Sucede, sin embargo, que el dirigente de una asociaci¨®n de inter¨¦s p¨²blico financiada con dinero presupuestario tambi¨¦n debe acostumbrarse a escuchar los pitidos y los pateos del auditorio por su actuaci¨®n en el escenario. El desagradable lun¨¢tico, tosco demagogo y viperino calumniador situado al frente de la AVT no parece guiado precisamente por el razonamiento sereno, el juicio templado y la palabra prudente. Y menos a¨²n puede esconderse tras las v¨ªctimas del terrorismo
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