La saga de los pioneros
Su abuelo ascendi¨® por primera vez a la mayor altitud en globo (16.000 metros, en 1932) y su padre fue igualmente pionero al alcanzar la m¨¢xima profundidad marina en un batiscafo (11.000 metros, en 1960). Nacer en una familia con semejante nivel aventurero y cient¨ªfico provoca, al menos, una azarosa desorientaci¨®n sobre la responsabilidad de continuar enriqueciendo un curr¨ªculo a priori insuperable. Bertrand, nieto e hijo de Auguste Piccard y Jacques Piccard, respectivamente, f¨ªsico e ingeniero ilustres que consiguieron las haza?as referidas, no siente el peso de esa responsabilidad y tiene perfectamente orientada la br¨²jula que ya en 1999, junto a Brian Jones, le llev¨® a ser el primero en dar la vuelta al mundo en globo sin escalas. Su profesi¨®n de psiquiatra y psicoterapeuta, que incluyen el estudio de t¨¦cnicas de hipnosis, aplicadas al campo de las situaciones extremas han acabado por blindar una personalidad a prueba de retos.
El primero, el primer, el pionero?, son adjetivos que se repiten con insistencia en la biograf¨ªa de esta saga suiza, tan popular y apreciada en el pa¨ªs helv¨¦tico como los relojes de pulsera, el dada¨ªsmo o el tenista Roger Federer. Y los retos no han acabado. El pasado 5 de noviembre, Bertrand Piccard, junto a otro piloto suizo, Andr¨¦ Borschberg, presentaba en sociedad la maqueta del prototipo de avi¨®n solar que le permitir¨¢ subir el siguiente pelda?o en la escala aventurera: ser el primero (de nuevo) en volar d¨ªa y noche con un aeroplano alimentado exclusivamente con la energ¨ªa del Sol. Como todos los hitos familiares alcanzados hasta el momento, su consecuci¨®n ir¨¢ mucho m¨¢s all¨¢ de la mera osad¨ªa aventurera. Para Bertrand Piccard, Solar Impulse (nombre del proyecto que patrocinan una empresa qu¨ªmica, Solvay; una relojera, Omega, y un banco, Deutsche Bank) pretende mostrar lo que se puede conseguir con el desarrollo de las modernas tecnolog¨ªas aplicadas a las energ¨ªas renovables. "El avi¨®n es nuestro embajador mundial en la tarea esencial de concienciar a la sociedad para que utilice estas fuentes m¨¢s limpias y disminuya el consumo de energ¨ªa".
La historia empieza en 1884, a?o de nacimiento de Auguste-Antoine Piccard, profesor de f¨ªsica de las universidades de Z¨²rich y Bruselas. Su popularidad le val¨ªa tanto para codearse con Albert Einstein y Marie Curie como para servir de inspiraci¨®n al dibujante de c¨®mic Herg¨¦ en la creaci¨®n del Profesor Tornasol de Las aventuras de Tint¨ªn. Cuando este personaje aparece por primera vez en uno de los vol¨²menes protagonizados por el intr¨¦pido periodista (El tesoro de Rackham el Rojo, de 1945), Auguste Piccard hab¨ªa hecho m¨¦ritos suficientes para que fuera considerado como uno de los m¨¢s prestigiosos cient¨ªficos y aventureros de la historia. Estudi¨® los rayos c¨®smicos y los estratos ionizados de las capas altas de la atm¨®sfera, y dise?¨® y construy¨® un globo con una cabina presurizada que en 1932 le permiti¨® ascender al punto m¨¢s alto al que nunca hab¨ªa llegado un ser humano. Situado en la estratosfera, a 16.200 metros de altitud, fue el primero en contemplar una escena ansiada por el com¨²n de los mortales: la curvatura de la Tierra. Como demuestra ahora Bertrand con Solar Impulse, la aventura debe tener siempre su base y su prolongaci¨®n cient¨ªficas. La invenci¨®n de la cabina presurizada y del globo aerost¨¢tico abre paso a nuevas formas de navegaci¨®n a¨¦rea y espacial, y a una informaci¨®n valiosa sobre la intensidad de los rayos c¨®smicos.
Bertrand Piccard subraya la importancia de la figura del cient¨ªfico-aventurero: "Creo que es una forma muy apropiada de abrir la puerta de la ciencia y comunicarse con la gente". Y lo dice casi al mismo tiempo que abre unos grandes cortinajes del hangar de un aeropuerto militar de Z¨²rich, donde se trabaja en el prototipo del avi¨®n solar, para que cientos de periodistas de todo el mundo observen los avances de la investigaci¨®n y departan con los cient¨ªficos y t¨¦cnicos que la sustentan.
Pero su abuelo Auguste no quiso dejar este mundo sin legar a la humanidad otro importante invento, el batiscafo, y a su hijo (el padre de Bertrand), el siguiente reto familiar: sumergirse hasta el punto m¨¢s profundo de la Tierra. Antes, entre 1953 y 1954, padre e hijo realizaron varias inmersiones juntos y descendieron hasta los 4.000 metros. La semilla aventurera qued¨® sembrada en el joven Jacques Piccard, ingeniero y ocean¨®grafo que enfoca sus inquietudes profesionales hacia el mar.
Seis a?os m¨¢s tarde, en 1960, acompa?ado del teniente de la Marina estadounidense Donald Walsh y a bordo del batiscafo Trieste, dise?ado por su padre, toc¨® fondo a 10.916 metros de profundidad, en la fosa de Las Marianas. A¨²n se mantienen como las dos ¨²nicas personas que han logrado llegar al punto m¨¢s profundo de la Tierra. Nadie ha repetido este viaje submarino. La inmersi¨®n logr¨® no s¨®lo aportar informaci¨®n valiosa sobre las corrientes marinas y sobre la vida en este reino de la oscuridad, sino tambi¨¦n sobre la peligrosidad y la insensatez de lanzar desechos altamente t¨®xicos que afectan a la biodiversidad marina que aqu¨ª se concentra. Surge as¨ª la primera inquietud ambiental entre los Piccard, que en la actualidad mantiene viva Bertrand.
A pesar de los riesgos inherentes a esta bajada a las profundidades, cuando Jacques Piccard fue preguntado, cuarenta a?os despu¨¦s, sobre la haza?a que acababa de realizar su hijo al dar la vuelta al mundo en globo, no dud¨® en afirmar que "es m¨¢s peligroso volar en globo durante tres semanas sin escalas que bajar a Las Marianas unas horas". Bertrand Piccard ya le hab¨ªa demostrado a su padre sus dotes para la navegaci¨®n a¨¦rea con tan s¨®lo 16 a?os. Corr¨ªa el a?o 1974 y surcaba los cielos a bordo de las primeras alas delta y ultraligeros. Estos primeros contactos con la altitud iban parejos a unos estudios que le permit¨ªan ahondar en el comportamiento humano. Que la resistencia mental y f¨ªsica iban parejas en la personalidad de Bertrand era algo que empezaba a trascender tanto como los t¨ªtulos que ganaba en cada modalidad de pilotaje a¨¦reo a la que se presentaba. El piloto profesional belga Win Verstraeten piensa en ¨¦l como acompa?ante ideal en la primera carrera transatl¨¢ntica de globos, la Chrysler Challenge. Win valora no s¨®lo las dotes de aeronauta de Bertrand, sino su experiencia como psiquiatra. En 1992 ganan la primera edici¨®n de la Chrysler Challenge tras cinco d¨ªas y 5.000 kil¨®metros de vuelo sobre el Atl¨¢ntico, de Estados Unidos a Espa?a.
Para el heredero de la estirpe Piccard, este vuelo supone tambi¨¦n una revelaci¨®n, una nueva manera de conocer y enfrentarse a la naturaleza, en especial a uno de sus componentes, el viento. Es el momento en que siente que lo de llegar a lo m¨¢s alto de su abuelo y descender a lo m¨¢s profundo de su padre puede tener continuidad. En 1999, con 41 a?os y esta vez junto al piloto ingl¨¦s Brian Jones, consigue circunnavegar el planeta Tierra (45.000 kil¨®metros) en 20 d¨ªas a bordo de un globo aerost¨¢tico y sin realizar ninguna escala. Bertrand Piccard recibi¨® otro impacto emocional tras culminar la odisea. "Durante el vuelo", afirma, "fuimos capaces de comprobar que la Tierra se debate entre la contradicci¨®n de acoger paisajes de extraordinaria belleza y situaciones de extrema pobreza y horror ambiental".
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