El resplandor de las Atochas
El director Jorge Gil presenta su documental sobre la represi¨®n de las redes anarquistas coru?esas en el verano de 1937
El hecho de que en la zona de las Atochas se encuentre la sede del Ateneo Ricardo Mella o de que, simplemente, a¨²n est¨¦ enraizada en sus paredes esa imborrable Alaura que tanto significa no es algo anecd¨®tico. Si el anarquista era, a principios de siglo, el mayor movimiento sindical de Occidente, y si A Coru?a era, junto a Barcelona, uno de los radios principales del anarquismo ib¨¦rico, los barrios de Monte Alto y la Silva eran los faros rojinegros que hac¨ªan sombra a La Torre de H¨¦rcules: dos intensos fulgores en el abismo. De eso habla El resplandor de las Atochas, un documental dirigido por Jorge Gil y producido por L¨²a Films en colaboraci¨®n con Televisi¨®n de Galicia y la Comisi¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, que esta tarde se presenta en el paraninfo de la universidad coru?esa.
En A Coru?a "las mujeres fueron figuras activas y fueron fusiladas"
Perla volvi¨® a la vida al ver que le devolv¨ªan el nombre a su calle: Liberdade
"La base del documental fue el roteiro que, coordinado por la CRMH y guiado por Lino Braxe, tuvo lugar el 29 de junio pasado en Monte Alto", afirma el director argentino afincado en Galicia. Un homenaje escalofriante en el que los protagonistas no fueron los intelectuales que, como Manuel Rivas, Xurxo Souto o Manuel Lugr¨ªs, lo apoyaron con sus voces, sino "los familiares de aquellos militantes libertarios que, en el 37, fueron asesinados por los fascistas". Partiendo de la Praza da Le?a y finalizando en el Campo de Marte, "el documental sigue la estela del roteiro, estructurado en diez puntos claves donde viv¨ªan o trabajaban aquellos defensores de la libertad". Diez esperanzas "desarticuladas", diez telones te?idos de sangre, que Jorge Gil simboliza en su obra con una decena de instant¨¢neas sobre las que resuenan otros tantos disparos.
En esa vuelta a la memoria expansiva, la memoria de los muertos inserida en la memoria de los vivos, escuchamos a Iria Leis hablar de Basilia ?lvarez, una peixeira apodada A Corales que ingres¨® en la secci¨®n coru?esa de Mulleres Libres, o al historiador Eliseo Fern¨¢ndez destacar el papel de "militantes concienciadas" como Mar¨ªa Otero, Alicia Dorado o Consuelo Meit¨ªn. Nombres que ahora no dicen nada pero que entonces se cuchicheaban en los umbrales de las Atochas con un signo de admiraci¨®n. "Las mujeres tuvieron una importancia clara", corrobora Gil, "no s¨®lo como correos o sustentos de las redes clandestinas sino como figuras activas del movimiento, hasta el punto de que algunas tambi¨¦n fueron fusiladas".
Por la calle Marconi, por el mas¨®nico crisol del antiguo Cine H¨¦rcules; por la r¨²a da Torre, por las ruinas enharinadas de aquellos hornos refractarios donde los hijos de los humildes hac¨ªan pan de sus manos, van encendi¨¦ndose nuevamente los ojos de Jos¨¦ y de Antonio Torres, de Mar¨ªa Seijas, de Alejandro Basilio Palacios, de Jos¨¦ Villaverde, de Joaqu¨ªn Otero, de Jos¨¦ S¨¢nchez Tri?anes, de tantas y tantos hombres y mujeres casi imposibles de creer. Forjadores de una utop¨ªa siempre plausible a los que este documental hace, por fin, verdadera justicia. Un caso especialmente dram¨¢tico fue el de la familia Gonz¨¢lez, cuyos miembros abarcaban todo el espectro izquierdista de la ¨¦poca. Al restallar el golpe, Jos¨¦ Gonz¨¢lez, anarquista, Rogelio Gonz¨¢lez, comunista, y Mar¨ªa Gonz¨¢lez, socialista, fueron acribillados a tiros en su propia calle. Su hermano Joaqu¨ªn apenas ten¨ªa 18 a?os. Durante la posguerra, O panadeiro Gonz¨¢lez jam¨¢s dej¨® de enfrentarse al R¨¦gimen en la medida de sus posibilidades, y, entre las muchas actividades que llev¨® a cabo, se cuenta la creaci¨®n de la Asociaci¨®n de Veci?os de Monte Alto, donde a¨²n hoy se le recuerda.
"Lo que m¨¢s me emocion¨® de este trabajo fue la respuesta no s¨®lo de los familiares de las v¨ªctimas sino de los propios vecinos que, como Perla Torreiro, salieron de sus casas para unirse al homenaje". Gil se refiere a una mujer que, al saber que los participantes en el roteiro estaban restituy¨¦ndole a la r¨²a Disciplina su nombre original, Liberdade, volvi¨® a la vida. "Yo nac¨ª en esa calle", afirma ella en el documental, "y cuando los franquistas le cambiaron el nombre, sent¨ª como si dejara de existir. Pero al ver a toda esa gente poniendo de nuevo la palabra Liberdade, pens¨¦: Perla ya est¨¢ viva".
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