El informe PISA: un toque de atenci¨®n
Pese a los complacientes mensajes de nuestras autoridades educativas ministeriales ("Estamos cerca de la media y en el lugar que nos corresponde") tras el ¨²ltimo informe PISA, su coordinador, Andreas Schleicher, dice que "es incuestionable que los alumnos espa?oles quedan muy atrasados respecto a los pa¨ªses con mejores resultados de la OCDE" (El Pa¨ªs, 3 de diciembre de 2007). ?A qui¨¦n hacemos caso? ?A los analistas ministeriales -y sus intelectuales org¨¢nicos- o a Schleicher?
Si bien es cierto que nuestro sistema educativo est¨¢ lejos de ser un desastre y que mucho ha avanzado desde el inicio de la democracia, habr¨ªa que adoptar medidas dr¨¢sticas si queremos salir de la mediocridad en la evaluaci¨®n de ciencias y de la bochornosa bajada en comprensi¨®n lectora.
El sistema educativo lo que hace es privilegiar a los ya privilegiados educativamente. Por eso, en aquellos pa¨ªses cuyos padres y madres del alumnado tienen mayor nivel educativo se obtienen sistem¨¢ticamente mejores resultados. Lo malo de este tipo de explicaci¨®n es que a veces conduce a pensar que la ¨²nica opci¨®n sensata es esperar a que los futuros padres y madres eleven sus niveles educativos.
A esto se a?ade la contundencia emp¨ªrica de que los informes PISA han detectado una gran estabilidad en sus seis a?os de existencia. Sin embargo, esto no quiere decir que las cosas no puedan cambiar. De hecho, Finlandia, el pa¨ªs l¨ªder en estos informes, era de lo m¨¢s mediocre en los a?os ochenta -no exist¨ªa el PISA pero hab¨ªa evaluaciones internacionales de matem¨¢ticas-. A lo largo de los noventa Finlandia opt¨® por un sistema educativo comprehensivo e integrador -se puede ver m¨¢s en el excelente art¨ªculo de Javier Melgarejo en el n¨²mero extraordinario de Revista de Educaci¨®n de 2006-. Polonia es otro ejemplo de pa¨ªs que, sin ser tan exitoso como Finlandia, ha optado por evitar segregaciones escolares tempranas avanzando considerablemente entre el informe de 2000 y el de 2003.
Nuestros p¨¦simos resultados en comprensi¨®n lectora -corroborados en el estudio internacional PIRLS con alumnos de nueve a?os- son f¨¢cilmente comprensibles en una escuela, especialmente la secundaria, que rara vez va m¨¢s all¨¢ del libro de texto -el cual ni siquiera se llega a leer en su totalidad- y de la cultura (sic) de los apuntes. Tenemos bibliotecas escolares -muchas de ellas excelentes- y escasas bibliotecas p¨²blicas, por regla general, todas ellas infrautilizadas. ?Para qu¨¦ leer si todo est¨¢ ya en los apuntes, si no se incentiva la actitud investigadora, si no se promueven dentro del aula escenarios deliberativos en los que intercambiar opiniones informadas? Como mucho se leen libros en la asignatura de Lengua, lecturas m¨¢s bien orientadas hacia la reverencia por la literatura culta que hacia la creaci¨®n de un p¨²blico lector consumidor de libros. La prensa escrita apenas se utiliza en nuestra docencia y as¨ª nos va tanto a la ciudadan¨ªa como al estudiantado.
No es extra?o que m¨¢s de un profesor, al ver las preguntas del PISA, considere que obtenemos muy buenos resultados teniendo en cuenta el c¨®mo y el qu¨¦ se ense?a.
La Educaci¨®n Secundaria Obligatoria (ESO) -de donde proceden los alumnos que responden al informe PISA- se ha convertido en una suerte de traves¨ªa del desierto entre la primaria y el bachillerato -y as¨ª parece que la considera la reciente Ley de Org¨¢nica de Educaci¨®n-. Muchos profesores no han aceptado la mezcolanza de alumnos de distinto nivel de rendimiento en los centros de secundaria y consideran que en la ESO no hay nada que hacer: las mieles de los verdaderos aprendizajes quedan para el bachillerato. Sin embargo, la mejora pasa por conseguir una educaci¨®n de calidad para todos, sin exclusiones.
Incomprensiblemente, la sociedad espa?ola ha tolerado la existencia de unos profesores de secundaria carentes de una formaci¨®n previa como docentes -salvo que entendamos por tal la falsedad del Certificado de Capacitaci¨®n Pedag¨®gica-. Una vez m¨¢s Ortega ten¨ªa raz¨®n: Espa?a es el problema, Europa la soluci¨®n. Ha de llegar el espacio europeo de educaci¨®n superior para que, por fin, nuestros futuros profesores de secundaria esgriman un t¨ªtulo de m¨¢ster que les habilite para el ejercicio de la docencia (t¨¦cnicas pedag¨®gicas, conocimiento de la organizaci¨®n escolar, etc¨¦tera).
La consolidaci¨®n de equipos docentes en nuestra ense?anza p¨²blica es una misi¨®n casi imposible. ?En cu¨¢ntos centros tenemos m¨¢s de un 30% de interinos? ?C¨®mo va a implicarse qui¨¦n sabe que al a?o siguiente y al otro y al siguiente vagar¨¢ de centro en centro? En la privada, especialmente en la concertada, este problema parece resuelto. Sin embargo, pese a su singular privilegio de escolarizar al alumnado procedente de las mejores familias, parece incapaz de contribuir a elevar el porcentaje de estudiantes de alto nivel: en Espa?a est¨¢n en los niveles 5 y 6 (los dos m¨¢s altos) el 4,8% del total de estudiantes frente al 20,9% de Finlandia -en la evaluaci¨®n de ciencias en ambos casos-. Justamente este bajo porcentaje es una de las causas de nuestra mala posici¨®n internacional.
Parece que los informes PISA no nos quieren dar disgustos m¨¢s serios y no se prev¨¦ un estudio monogr¨¢fico sobre los aprendizajes de lenguas extranjeras. De momento, s¨®lo se centran en comprensi¨®n lectora, matem¨¢ticas y ciencias.
Rafael Feito es profesor de Sociolog¨ªa de la Educaci¨®n en la Universidad Complutense de Madrid.
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