"Cuando llegamos nos metemos los tres bajo el edred¨®n para no pasar fr¨ªo"
Una estrecha escalera lleva hasta el piso segundo de un edificio rojo donde en pocos metros cuadrados se hacinan hasta 10 personas. La puerta la abre Gloria, abrigada con bufanda y gorro negros. No est¨¢ a punto de salir. Tampoco acaba de volver a casa. Se abriga porque no hay calefacci¨®n. "Cuando llegamos del trabajo, nos metemos los tres bajo el edred¨®n para no pasar fr¨ªo", explica Gloria, que lleg¨® de Paraguay hace dos a?os. Su casa es una de las m¨¢s de 100.000 chabolas verticales rese?adas por C¨¢ritas en el estudio presentado ayer.
La habitaci¨®n de nueve metros cuadrados situada enfrente de la puerta la comparte con su marido y su cu?ada. En ella caben s¨®lo la cama, en la que se amontonan las mantas y edredones, el televisor y una estanter¨ªa. En la pared, la foto de los familiares que dejaron en su pa¨ªs.
En el piso est¨¢ tambi¨¦n Rosi, de Brasil. Es la ¨²nica que no ha encontrado a¨²n trabajo. Acaba de llegar de la agencia de empleo. Ma?ana tambi¨¦n volver¨¢. As¨ª hasta que encuentre algo. Rosi vive con dos personas en otra habitaci¨®n. Pero cuando llega el fin de semana son m¨¢s. Entonces comparten la habitaci¨®n de 12 metros cuadrados entre cinco personas, todos inmigrantes de Suram¨¦rica. S¨®lo hay dos camas. "Las chicas nos ponemos en las camas y el chico duerme en el suelo", explica. Aprovechan cada hueco de la peque?a habitaci¨®n. La tercera estancia la ocupan la due?a del piso y su hija Rebeca, de tres a?os. Seg¨²n dice Gloria, ¨¦sa es la m¨¢s grande de todas. Tendr¨¢ m¨¢s o menos 20 metros cuadrados. Un candado peque?o cuelga de la puerta. Est¨¢ cerrada. Las dos ecuatorianas se fueron hace 15 d¨ªas a Ecuador. Volver¨¢n despu¨¦s de Navidad.
El sal¨®n lo comparten entre todos. Pero ni Gloria ni Rosi pasan all¨ª mucho tiempo. Lo utilizan s¨®lo para comer. Tiene unos 14 metros cuadrados y poco espacio. Cuesta moverse entre dos sillones, una mesa, un tendedero, dos neveras grandes, de las que s¨®lo una funciona y otra sirve para guardar los juguetes, una estanter¨ªa y una silla de la peque?a. Hace dos semanas se estrope¨® el calentador de agua. Una pieza quemada cuelga a¨²n de ¨¦l. No lo arreglar¨¢n hasta que vuelva la due?a. Cuando abren el grifo, el agua chorrea del calentador al suelo.
Para ducharse tienen que calentar el agua en la cocina. Pero se lavan las manos y friegan en el agua fr¨ªa, porque el gas cuesta mucho. "Por fregar con agua fr¨ªa ya me duelen todos los dedos", se queja Rosi. En verano el mayor problema son las cucarachas. Son muchas. Tantas que la ni?a les ha perdido el miedo. "No hacen da?o, pero huelen, son asquerosas y son grandes", dice Gloria. Y si se deja la comida fuera, acuden muchas m¨¢s. "?De d¨®nde vienen tantas? Aqu¨ª se limpia cada d¨ªa", aseguran las dos mujeres.
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