Nombres, nombres...
No repetiremos la ya familiar queja que se refiere a los falsos trascendentalismos con que algunos comisarios intentan dotar el trabajo de los artistas. El mercado desbocado est¨¢ sobrecargando de banalidad y ligereza numerosas exposiciones que empiezan a cubrir como un manto de nieve el paisaje ib¨¦rico, y todos entusiasmados porque, por fin, la cultura se ha desapelmazado de la intelectualidad, se ha hecho m¨¢s popular, a riesgo de que debajo de ella no haya nada. Aunque, al final, se trate de la "nada" m¨¢s estandarizada y democr¨¢tica de la historia.
Recientes pr¨¢cticas curatoriales se sirven de estrategias que tienden a desembarazar la obra de la impostura de los claim. No hace mucho, el hiperactivo Robert Nickas, defensor del eslogan punk "do it yourself", organiz¨® una exposici¨®n roja donde simplemente se dedic¨® a seleccionar obras seg¨²n el color realizadas por artistas como Sherrie Levine, Allan McCollum, Donald Judd o Steven Parrino. En 2001, este mismo curator norteamericano inaugur¨® en el Museo de Bellas Artes de la ciudad francesa de Dole una colectiva titulada W, con los trabajos de artistas cuyos apellidos comenzaban por esa letra: Kelley Walker, Jeff Wall, Andy Warhol, Weegee, Lawrence Weiner, Franz West, Christopher Williams, Jane & Louise Wilson, Christopher Wool, y as¨ª hasta unas cuantas decenas. Esta caricaturesca estrategia le permit¨ªa encerrar en el cubo blanco las obras seg¨²n un m¨¦todo kindergarten, como cuando un ni?o balbucea sus primeras lecturas sobre un papel pautado lleno de dibujos de cosas que comienzan con la A, con la B...
La vida privada
Colecci¨®n Josep Maria Civit
Centro de Arte y Naturaleza (CDAN)
Avenida del Doctor Artero, s/n. Huesca
Hasta el 2 de marzo de 2008
Exposiciones como la que exhibe el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN), en Huesca, donde se muestra por primera vez una parte significativa de la colecci¨®n de Josep Maria Civit, ensayan esos vicios tem¨¢ticos. Decenas de pinturas, esculturas, v¨ªdeos e instalaciones se agolpan en las salas de este centro de la Fundaci¨®n Beulas como un prosaico refrito de la imagen que tenemos hoy del coleccionista que acude a una feria como Arco o Basilea y adquiere las obras m¨¢s o menos acertadamente, siguiendo el juicio est¨¦tico de su propio placer. Menene Gras, comisaria de La vida privada. Representaciones de la tragedia y la banalidad contempor¨¢neas, explica: "Esta exposici¨®n hace alusi¨®n a la vida privada de los objetos, en los que se hace sensible una determinada producci¨®n art¨ªstica, pero tambi¨¦n a la vida y los hechos a los que ¨¦stos se asocian. Y rec¨ªprocamente, a la experiencia interior del coleccionista". Decir eso y nada es lo mismo. Hubiera sido m¨¢s honesto ordenar una exposici¨®n por orden alfab¨¦tico de autores, a la manera de Barrio S¨¦samo.
La lista podr¨ªa apabullar -Jannis Kounellis, ?ngela de la Cruz, Imi Knoebel, Franz West, Joana Vasconcelos, Ana Laura Al¨¢ez,Garc¨ªa Sevilla, Arroyo, R¨¤fols-Casamada, Chema Madoz, Javier P¨¦rez, Frank Thiel, Liliana Porter, Santi Moix, Damien Hirst, Hanna Collins, Victoria Civera, Candida Hoffer, Joao Louro, Jos¨¦ Pedro Croft, Antoni Llena, Jeff Koons, Plensa, Hern¨¢ndez D¨ªez, Jorge Galindo, Carlos Pazos, Campano...- si no fuera porque son... eso, nombres, uno al lado del otro, con un atrezo institucional dispuesto para un p¨²blico novato, que -y ¨¦ste es el m¨¦rito que se le podr¨ªa conceder a Civit- seguramente querr¨¢n creer que est¨¢n viviendo su propio nacimiento como futuros coleccionistas.
?Qui¨¦n no recuerda aquel gran pene en erecci¨®n recubierto de pan de oro, de Susy G¨®mez (Arco'05), cuyo resplandor atra¨ªa a los estudiantes deseosos de estrenar sus c¨¢maras digitales? ?Qu¨¦ clase de coleccionista querr¨ªa adquirir aquel objeto votivo? La respuesta, en el CDAN. ?Y aquella instalaci¨®n que Enrique Marty llev¨® a la galer¨ªa barcelonesa Lluci¨¤ Homs, una c¨¢mara de torturas infantiles, apolog¨ªa absoluta del llamado Abject Art? Pues en las mismas salas, haciendo compa?¨ªa a Ana Laura Al¨¢ez, Santi Moix y Garc¨ªa Sevilla, y no muy lejos de los delicad¨ªsimos trabajos firmados por Jordi Alcaraz, Miquel Mont, Ann Veronica Janssens, Vicen? Viaplana, Sol Lewitt o Robert Motherwell. El problema de La vida privada es que, una vez ¨¦sta se ha hecho p¨²blica, pone en evidencia el aburrimiento de un matrimonio de conveniencia, el del coleccionista y el comisario.
Adolfo Schlosser
Galer¨ªa Antonio Mach¨®n
Conde de Xiquena, 8. Madrid
Hasta el 30 de diciembre
La naturaleza genera formas irregulares y caprichosas sobre las que ge¨®logos y bi¨®logos establecen pautas morfol¨®gicas para explicar los patrones estructurales que caracterizan el crecimiento de cristales, la formaci¨®n de zarcillos e inflorescencias en las plantas o la forma de caracolas y osamentas entre los animales. Pero no s¨®lo los cient¨ªficos, con su visi¨®n anal¨ªtica, se interesan por las geometr¨ªas que ofrece la naturaleza sino tambi¨¦n algunos artistas. Entre estos podemos citar a Adolfo Schlosser (Leitersdorf, 1939-Bustarviejo, 2004), quien comenz¨® en los primeros a?os setenta realizando unos dibujos de vibrantes trazos geom¨¦tricos que inmediatamente fueron proyectando sobre elementos que encontraba en sus salidas al campo, como ramas de ¨¢rboles, hormigueros, piedras o constelaciones de estrellas. Tal como har¨ªa un f¨ªsico al pasar los fen¨®menos naturales por el tamiz de la abstracci¨®n matem¨¢tica para destilar sus f¨®rmulas, Schlosser ha materializado algunos elementos de la naturaleza en f¨®rmulas art¨ªsticas, en obras que podr¨ªamos calificar de esculturas. La proyecci¨®n de un orden geom¨¦trico sobre las irregulares formas de la naturaleza no es un asunto nuevo, se encuentra premeditadamente en las artes decorativas de finales del siglo XIX (art nouveau) y es expl¨ªcitamente buscado en las fotograf¨ªas que Karl Blossfeldt public¨® en 1928 bajo el t¨ªtulo Formas originarias del arte, que tanto impresionaron en la Bauhaus; sin embargo, aunque las ra¨ªces del trabajo de Schlosser puede ser rastreado en esas fuentes, el inter¨¦s de su obra radica en que fue capaz de conectar con las inquietudes sobre la naturaleza y el paisaje que se generaron a finales de los a?os sesenta con el land art, corriente art¨ªstica que Schlosser ayud¨® a introducir en el panorama espa?ol, aunque aqu¨ª hayan sido escasos sus seguidores.
Waltercio Caldas
Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez
General Casta?os, 3. Madrid
Hasta el 31 de diciembre
Fraguado en la est¨¦tica del posminimalismo estadounidense, con referencias a Eva Hesse, Joel Shapiro, Richard Tuttle y, sobre todo, a Barry Le Va, el escultor brasile?o Waltercio Caldas (R¨ªo de Janeiro, 1946) nos ofrece en esta cita madrile?a, que conjeturo es la primera, un muestrario de su excelente madurez. Antes de comentar su sutil obra me parece importante recordar, por un lado, su presencia en la ¨²ltima Bienal de Venecia, y subrayar, por otro, que ha realizado tres esculturas expresamente para la Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez. Esto ¨²ltimo es rese?able no s¨®lo para acreditar la relevancia de la presente convocatoria, sino porque Waltercio Caldas suele llevar su di¨¢logo con el espacio de una manera concreta y espec¨ªfica. Si al principio he citado cu¨¢les son las fuentes o referencias a partir de las que Caldas ha construido su obra no ha sido por ning¨²n af¨¢n taxon¨®mico de encuadramiento formal, sino para emplazar su mundo creador y su sensibilidad en este territorio l¨ªmite del posminimalismo en su versi¨®n, dig¨¢moslo as¨ª, m¨¢s po¨¦tica.
Caldas desaf¨ªa los l¨ªmites del espacio cl¨¢sico con un rico juego de paradojas, trazos sutiles y de l¨ªmpida exquisitez, un humor elegante y no poco de refinada sensualidad carioca. Esta s¨ªntesis, plena de ligereza, produce un efecto como de estremecimiento espacial, que tiene no poco de vibraci¨®n musical. Es imposible desligar esta elegancia en el equilibrio y esta imaginaci¨®n del Alexander Calder de la d¨¦cada de 1930, cuando el escultor americano fue capaz de reunir a Mondrian, los constructivistas y los surrealistas, comprendiendo lo que de com¨²n subyac¨ªa a sus respectivas propuestas aparentemente antit¨¦ticas, incluso m¨¢s all¨¢ de lo que ellos eran capaces de intuir. Waltercio Caldas hace ahora algo parecido a partir de lo que hoy se considera como los escombros de la escultura, pero que ¨¦l pone en pie, no para hacer con ello un edificio reciclado, sino para subrayar el potencial y la belleza de los mismos. Es curioso, pero el visitante a su exposici¨®n recibe un mont¨®n de est¨ªmulos mentales, m¨²ltiples excitaciones sensibles, y, sobre todo, una oleada de optimismo, algo que ciertamente se puede aplicar a la experiencia frente a cualquier obra redonda, aunque quiz¨¢s cobre m¨¢s vuelo en el caso de Caldas por esa capacidad de intimar con el espacio concreto que demuestra. F. Calvo Serraller
Chema Cobo
Nube en el ojo
Galer¨ªa Alfredo Vi?as
Jos¨¦ Denis Belgrano, 19, 1?. M¨¢laga
Hasta el 9 de enero de 2008
A primera vista es s¨®lo un t¨®pico de la historia del arte: Cupido sostiene el espejo ante Venus. Pero en el lienzo de Chema Cobo, el joven dios del amor es protagonista ¨²nico (s¨®lo su mirada indica la presencia de la diosa a la que no vemos) y el t¨ªtulo del cuadro desborda el lugar com¨²n: L'arri¨¦re du miroir, El rev¨¦s del espejo, hace pensar en la insidiosa presencia del deseo que, agazapado tras la inocencia del reflejo, puede hacer surgir de ¨¦l los rasgos inquietantes de lo otro. Duchamp y m¨¢s tarde los surrealistas concibieron el t¨ªtulo del cuadro como un breve poema, de modo que el cuadro brotara en el territorio marcado entre el texto y la figura. ?sa es la intenci¨®n de Cobo. Construye estos cuadros como grisallas (aunque el color impregna los blancos y grises) porque sus figuras carecen de realidad: son reflejos, repentinas criaturas de la luz que, m¨¢s que dirigirse a la mirada, aguijonean la fantas¨ªa e inquietan al pensamiento. El t¨ªtulo completa este juego po¨¦tico. As¨ª ocurre en Identit¨¦ m¨ºme, una gran pompa de jab¨®n que, hinchada, sube hacia el techo de una habitaci¨®n, mientras un juego de luces marca la esfera la forma de una I may¨²scula, el signo del yo. La filosof¨ªa antigua daba a la imagen mental el nombre de fantasma por ser producto de la fantas¨ªa. Dado este origen, la imagen pod¨ªa ser inquietante hasta que el pensamiento la determinaba d¨¢ndole un significado concreto. Desde el psicoan¨¢lisis, el fantasma adquiere una nueva dignidad: es elaboraci¨®n del deseo y as¨ª aparece inesperadamente a la visi¨®n lateral abriendo perspectivas que la conciencia vigil ignora. La indeterminaci¨®n de la imagen, una deficiencia para los antiguos, es para nosotros su riqueza. A esa fertilidad aspiran las obras de Cobo: el fragmento de una antigua victoria adquiere en In between el temple de una figura que rompe los nexos de la l¨®gica cotidiana y la imagen especular del rev¨¦s de una gran escalera vac¨ªa, pese a que su t¨ªtulo, Nu, hace pensar en Duchamp, despierta otras muchas expectativas. Cobo, en suma, agudiza en esta muestra su reflexi¨®n sobre la imagen. En cierto modo se sit¨²a en el legado del conceptismo (que tambi¨¦n supo discernir la riqueza del fantasma) y lo trae a la fertilidad del juego de lenguaje. As¨ª se esfuerza en trabajar im¨¢genes que, pese a su cuidada elaboraci¨®n formal, se niegan a s¨ª mismas porque son ante todo veh¨ªculo de la idea. Juan Bosco D¨ªaz Urmeneta
Informaci¨®n contra informaci¨®n
Centro Galego de Arte Contempor¨¢nea
Valle-Incl¨¢n, s/n
Santiago de Compostela
Hasta el 6 de enero de 2008
Presentar propuestas art¨ªsticas que ayuden al espectador a mirar m¨¢s all¨¢ de la objetividad de la informaci¨®n oficial es el objetivo de Informaci¨®n contra informaci¨®n, una muestra que analiza c¨®mo el mundo del arte puede servir para ofrecer otras caras de los acontecimientos que s¨®lo llegan al p¨²blico a trav¨¦s de la visi¨®n deformada que le ofrecen diariamente los medios de comunicaci¨®n. Las piezas de artistas como Jota Castro, Jimmie Durham, Jacob Fabricius, Allan Sekulla, Jordi Mitj¨¢, Boris Mikhailov o Akram Zaatari incitan al oyente, lector y telespectador a no aceptar los hechos consumados y le ofrecen visiones distintas sobre hechos actuales o hist¨®ricos que pueden servirle de gu¨ªa para hacer una revisi¨®n de los mismos. El aserto de que nada es lo que parece cobra a¨²n m¨¢s fuerza en el mundo de la comunicaci¨®n masiva y hay un importante grupo de artistas que busca soluciones a trav¨¦s de su obra. Fotograf¨ªas y v¨ªdeos son los formatos predominantes para exponer la otra cara de la informaci¨®n. Por ejemplo, el ucranio Mikhailov se convierte en reportero para retratar con su c¨¢mara la transici¨®n de la sociedad comunista al liberalismo econ¨®mico pero no lo hace a trav¨¦s de los grandes acontecimientos pol¨ªticos y sus protagonistas sino que toma como modelos a los desheredados. Es una postura cr¨ªtica no exenta de humor. Este factor tambi¨¦n est¨¢ presente en artistas como la galesa Maria Pask, que documenta en sesenta diapositivas la creaci¨®n de un campo naturista en un jard¨ªn holand¨¦s. El mito de la posibilidad de una paz mundial construido en la d¨¦cada de los sesenta se derrumba con estr¨¦pito al contemplar esta pieza. Por su parte, el artista liban¨¦s Akram Zaatari parte de un trabajo documental sobre la vida de los beduinos en el desierto sirio para analizar las discrepancias entre las representaciones hist¨®ricas oficiales y los intereses personales. Zaatari demuestra que hasta las im¨¢genes que parecen totalmente desprovistas de interpretaci¨®n llevan consigo la huella de la intenci¨®n de su autor. Jos¨¦ Luis Est¨¦vez
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