Hiroshima, 'mon amour'
Recorrido por la ciudad m¨¢rtir, amable y acogedora
Llegamos a Hiroshima despu¨¦s de un largo viaje en una ultramoderna aeronave que nos llev¨® de Londres a Osaka. En esta interminable ciudad -m¨¢s de una hora para atravesarla en un tren de cerca-n¨ªas- cogimos un tambi¨¦n fabuloso medio de locomoci¨®n: el tren de alta velocidad, llamado Shinkansen; una portentosa m¨¢quina de llevar ciudadanos de un sitio a otro a velocidades de m¨¢s de 300 kil¨®metros por hora.
Gracias a ese juguete llegamos a Hiroshima ya anochecido, con lluvia veraniega, con bochorno ambiental, casi con un aire cinematogr¨¢fico. Un taxista con guantes blancos -as¨ª todos los taxistas- nos llev¨® a la casa que estaba situada en las colinas de la ciudad y que nos hab¨ªa prestado Yoshie, natural de Hiroshima y residente todav¨ªa hoy en Madrid. Le cost¨® Dios y ayuda al taxista llegar a la casa -calles intrincadas, GPS escacharrado-, pero no nos cobr¨® m¨¢s de lo necesario (japoneses honrados hasta la m¨¦dula). Y as¨ª empez¨® la aventura en esa ciudad tan extraordinaria cuyo nombre tiraba fuerte de las sensaciones no estrenadas y prefiguraba un escenario casi de necesidad, creando en el viajero una cierta ansiedad parecida a la que describe Marcel Proust antes de visitar Venecia.
Una ruta urbana desde el recuerdo y el homenaje a las v¨ªctimas. El 6 de agosto de 1945 cay¨® sobre la ciudad japonesa la primera bomba at¨®mica. M¨¢s de 140.000 muertos se calcula que caus¨® la explosi¨®n.
Desde la colina en la que viv¨ªamos, Hiroshima ofrec¨ªa una vista panor¨¢mica sin rascacielos, con alturas muy comedidas y armonizadas, como un cierto remanso de edificios asentados en una cuidada y meditada tradici¨®n. Primer dato, por tanto: la ciudad martirizada por el horror de la bomba at¨®mica, en agosto de 1945, no exhib¨ªa estridencias arquitect¨®nicas caracter¨ªsticas de las ciudades nuevorricas de Extremo Oriente. Reconstruyeron la ciudad, pero lo hicieron con gusto, sin desmelenarse absurdamente para hacer que el dinero riera por los costados de los nuevos edificios.
Pero no todo lo reconstruyeron: dejaron el Domo tal como qued¨® despu¨¦s de la explosi¨®n, con las paredes reventadas y los escombros alrededor, y la noticia de que murieron todos los que estaban all¨ª esa horrenda ma?ana.
Con un calor achicharrante lo visitamos, conmovidos por el escenario, intentando estar ¨ªntimamente cerca de los sacrificados. Al lado, siguiendo el cauce de uno de los siete ramales en que se disgrega en r¨ªo Ota, llegamos al Museo de la Paz, como lo llaman los educad¨ªsimos habitantes de esa ciudad y que debieran haber llamado del horror absoluto. All¨ª est¨¢ la historia del martirio que vivi¨®
Hiroshima, y nadie sale indemne de ese recorrido de ropas desgarradas sobrevivientes y toda clase de objetos quemados por la radiaci¨®n, adem¨¢s de fotos desgarradoras y relatos intensamente estremecedores.
La podredumbre de la historia humana habla salvajemente con esos testimonios, como tambi¨¦n lo hacen los m¨²ltiples t¨²mulos funerarios que recorren la ciudad, con inscripciones en japon¨¦s y con lucecitas que rezan por todos los que murieron (limpia y sobria poes¨ªa funeraria).
Museos y jardines
Viajero: si viajas a Hiroshima recorre todos los puentes que atraen las canciones que suenan al borde de uno de esos cauces -el que est¨¢ junto al parque de la Paz-, interpretadas por j¨®venes japoneses cantores que llenan la noche estival de melod¨ªas para so?ar sue?os de una noche de verano. Si viajas a esa reconstruida ciudad, zamb¨²llete esc¨¦ptico en el capitalismo japon¨¦s de sus calles m¨¢s c¨¦ntricas -Hondori es el no va m¨¢s del bullicio y abigarramiento comerciales-, pero sin caer en sus trampas m¨¢s evidentes, sino buscando los museos maravillosos de esa ciudad, especialmente el Museo de Arte Provincial -con cuadros del delicioso y delicad¨ªsimo pintor Senko Kobayashi, entre otros-, sin olvidar el Museo de Arte Contempor¨¢neo, con preciosas esculturas de Sora Mitsuaki o de Yamagushi Makio.
No dejes de inspeccionar minuciosamente el jard¨ªn Shukkei (la delicadeza de sus senderos, la apacibilidad de sus aguas) y visitar la isla cercana de Miyayima, donde se pone el sol sobre el Torii, la puerta anclada en el mar del templo m¨¢s representativo del sinto¨ªsmo -el santuario Utsukushimajinja-, y donde los ciervos se pasean como indolentes y aburridos turistas.
No dejes de visitar alguno de los templos budistas que circundan la ciudad, porque de ellos salen lecciones para siempre. Nosotros visitamos uno muy recoleto cerca de casa, de una austeridad radical y absoluta, aut¨¦ntica y verdadera, sin moda a cuestas, y all¨ª recibimos la lecci¨®n de sus guardianes monjes -mujer y hombre casados-, de una hospitalidad inconcebible en Occidente, de una finura existencial arrobadora.
Tambi¨¦n visitamos otro templo muy celebrado llamado Mitaki-dera, m¨¢s majestuoso, invadido por las chicharras desmelenadas y casi rockeras, y donde o¨ªmos el sonido de las oraciones budistas, con un gong sutil que parec¨ªa arrancado de una garganta infinitamente afinada, y con unas velas pensadas para iluminar zonas remotas y escondidas del alma de cada visitante.
Si puedes, no dejes de ir a un restaurante de comida popular, sin aparatosidades ultramodernas. Comida popular de verdad, ambiente genuino de gestos educados, zapatos fuera, sake coloc¨®n y delicias gastron¨®micas, como ese exquisito okonomiyaki o los no menos sabrosos yakisoba.
Con una vela encendida por todos los muertos no olvidados, invito a visitar esta ejemplar ciudad; la ciudad m¨¢rtir que nos denuncia, y nos acoge, y nos lleva a meditar en los horrores que jalonan la historia de los hombres enloquecidos e inconcebiblemente crueles cuando son sus semejantes los que hay que destruir.
?ngel Rup¨¦rez (Burgos, 1953), autor de R¨ªo eterno y Sentimiento y creaci¨®n.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Moneda: yen (un euro equivale a unos 164 yenes).- Prefijo telef¨®nico: 0081 82.C¨®mo llegar- El tren de alta velocidad Shinkansen (www.vi-shinkansen.co.jp) tarda menos de dos horas entre Osaka y Hiroshima. El trayecto, 65 euros.Informaci¨®n- Turismo de Hiroshima (247 67 38).- Museo de la Paz (241 40 04; www.pcf.city.hiroshima.jp).- Museo de Arte Contempor¨¢neo (www.hcmca.cf.city.hiroshima.jp; 264 11 21).- www.hcvb.city.hiroshima.jp- Turismo de Jap¨®n (www.jnto.go.jp).
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