Unidad de mercado... en lo universal
Hace unos d¨ªas, Mariano Rajoy avanz¨® que si el PP gana las pr¨®ximas elecciones generales, aprobar¨¢n una ley de unidad de mercado y crear¨¢n una comisi¨®n nacional de unidad de mercado. La libertad econ¨®mica en toda Espa?a se encuentra amenazada, seg¨²n el candidato popular, por la proliferaci¨®n de normas auton¨®micas sobre materias econ¨®micas que distorsionan la unidad del mercado estatal. No es la primera vez que escuchamos propuestas y argumentaciones de esta naturaleza... probablemente, tampoco ser¨¢ la ¨²ltima. Con su propuesta, Rajoy y su partido asumen el papel de brazo pol¨ªtico de la CEOE, que unos d¨ªas antes ya hab¨ªa avanzado una petici¨®n en ese sentido. La formulaci¨®n de la CEOE es incluso m¨¢s agresiva que la del PP contra el modelo auton¨®mico del Estado, al que responsabiliza de la existencia de modelos econ¨®micos y sociales diferentes en el territorio del Estado espa?ol.
La apelaci¨®n a la unidad de mercado parece obedecer a la voluntad de 'lobbies' econ¨®micos en Madrid
Los objetivos que declaran los autores de este tipo de propuestas acostumbran a ser de lo m¨¢s razonables: favorecer la eficiencia del sistema econ¨®mico, garantizar la seguridad jur¨ªdica de los operadores econ¨®micos, impulsar la competitividad y proporcionar unos menores costes para el consumidor. El sustrato intelectual que los alimenta, sin embargo, es el mismo que inspir¨® un antiguo y conocido informe que con el t¨ªtulo Unidad de mercado y cohesi¨®n social realiz¨® el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) en junio de 2000. Para el CES, la unidad del orden econ¨®mico nacional era "la proyecci¨®n sobre el plano econ¨®mico del principio de la indisoluble unidad de la naci¨®n espa?ola, principio sobre el cual, como es sabido, se fundamenta la Constituci¨®n". La preocupaci¨®n por el quebranto del orden constitucional, pues, no parece tanto que est¨¦ en la ra¨ªz de estas propuestas como la a?oranza de la unidad de destino, perd¨®n, de mercado, en lo universal.
En primer lugar, convendr¨ªa recordar a quien pretenda encontrar la expresi¨®n "unidad de mercado" en la Constituci¨®n Espa?ola de 1978 (CE) que pierde su tiempo: no la encontrar¨¢, porque no est¨¢. Bien es cierto que la CE atribuye al Estado amplias y ambiguas funciones exclusivas en materia econ¨®mica. La de elaborar "las bases y coordinaci¨®n de la planificaci¨®n general de la actividad econ¨®mica" (art. 149.1.13?), por ejemplo, ha sido la base utilizada por todos los gobiernos del Estado, hasta ahora, para intervenir a discreci¨®n en materias econ¨®micas reservadas, por asignaci¨®n estatutaria, a las autonom¨ªas.
La apelaci¨®n a la unidad de mercado, muchas veces, parece obedecer a la voluntad de determinados lobbies econ¨®micos, domiciliados y muy activos en Madrid, de recuperar su omnipotente influencia de anta?o para inspirar regulaciones que les beneficiaban. Si lo que se pretende es eficiencia en la provisi¨®n de los servicios y precios m¨ªnimos al consumidor, habr¨ªa que reflexionar mucho sobre el funcionamiento de algunos mercados estatales plenamente unificados. La referencia al mercado el¨¦ctrico, por ejemplo, ser¨¢ ilustrativa, por lo menos para los catalanes.
Y tambi¨¦n habr¨ªa que reflexionar mucho sobre la naturaleza y los objetivos de la injerencia estatal en determinadas competencias econ¨®micas claramente atribuidas a las autonom¨ªas. Porque, francamente, todav¨ªa no he conseguido entender -por ejemplo- c¨®mo afecta al consumidor o a las empresas el hecho de que la ciudad de Guadalajara tenga horarios comerciales diferentes a los de la ciudad de Manresa. Creo que estas dos referencias ponen de manifiesto, claramente, el objetivo esencial tanto de la CEOE como del PP cuando hablan de unidad de mercado. Su beneficiario principal no son los consumidores, ni las pymes, ni la competencia: su preocupaci¨®n ¨²nica son las grandes empresas afincadas en Madrid, de capital estatal o for¨¢neo, que operan en sectores regulados o que tienen vocaci¨®n de dominio del mercado. Las empresas de la econom¨ªa productiva eficientes y con visi¨®n estrat¨¦gica, acostumbradas a lidiar en mercados plenamente liberalizados y competitivos, hace tiempo que saben que la principal unidad de mercado relevante es la Uni¨®n Europea. Tambi¨¦n saben que en el pa¨ªs palad¨ªn de la econom¨ªa de mercado, Estados Unidos, cada Estado compite con los otros en fiscalidad y modelos distintos de regulaci¨®n normativa, provocando un efecto de emulaci¨®n plenamente vigorizante de la aut¨¦ntica libertad de mercado. Las empresas ya se cuidan de escoger d¨®nde invierten en funci¨®n de las distintas realidades. Al mismo tiempo, la Small Bussiness Agency se preocupa de proteger a las pymes y de reservarles una cuota importante del mercado p¨²blico.
Las administraciones p¨²blicas, en todos sus niveles, deben plantearse si el alcance de sus regulaciones y la agilidad de sus procesos burocr¨¢ticos que afectan a las empresas es la adecuada o est¨¢n poniendo limitaciones a su competitividad. En Catalu?a, por ejemplo, el Gobierno de la Generalitat lo ha hecho y ha elaborado un paquete de 48 medidas de desburocratizaci¨®n en las materias econ¨®micas de su competencia. Creo que ¨¦sta es la v¨ªa correcta: administraci¨®n, la imprescindible; administraciones, las que los ciudadanos han cre¨ªdo pol¨ªticamente necesarias para garantizar sus derechos y libertades, y libre competencia tambi¨¦n entre administraciones territoriales. Y que gane el mejor.
Josep Huguet es consejero del Departamento de Innovaci¨®n, Universidades y Empresa de la Generalitat.
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