El decorado ya no basta
El Rey y sus descendientes est¨¢n obligados a gestionar su imagen en un mundo cada vez m¨¢s medi¨¢tico e inquisitivo con sus actividades privadas y laborales
Los retratos de la familia real espa?ola se pueden adquirir a un m¨®dico precio en las tiendas de recuerdos cuya exclusiva ha cedido Patrimonio Nacional a la empresa Aldeasa. Su venta no genera derechos ni ingresos para la Casa del Rey, como s¨ª sucede en otras monarqu¨ªas europeas. De hecho, cuantos comerciantes m¨¢s o menos avispados quisieron hacer su agosto con la venta de productos conmemorativos de la boda entre Felipe de Borb¨®n y Letizia Ortiz, en mayo de 2004, lo lograron sin abonar ning¨²n derecho de imagen. Y es que los poderes del rey de Espa?a que emanan de la Constituci¨®n son tan limitados que ni siquiera disfruta de un patrimonio personal: la totalidad de sus ingresos procede de los Presupuestos del Estado..., y los obsequios que recibe pasan a pertenecer a Patrimonio Nacional. Podr¨ªa afirmarse, simplificando mucho el asunto, que tanto el Rey como su heredero, el pr¨ªncipe de Asturias, trabajan para el Estado a plena dedicaci¨®n y sujetos a un r¨¦gimen de incompatibilidades muy severo. No pueden vender su imagen, pero s¨ª est¨¢n obligados a gestionarla en un mundo que se les ha vuelto m¨¢s hostil.
La llegada de nuevos personajes y la propia evoluci¨®n de la sociedad han complicado la situaci¨®n
La separaci¨®n de la infanta Elena de Jaime de Marichalar ha supuesto otra prueba para la Monarqu¨ªa
La Monarqu¨ªa espa?ola, a diferencia de la brit¨¢nica, es m¨¢s funcional que decorativa
Las apariciones en p¨²blico de cualquiera de los Borbones son actualmente escrutadas al m¨¢ximo
El resto de la familia real tiene un papel secundario y, por ende, disfruta de la posibilidad de tener una actividad privada que le reporte un beneficio patrimonial. Esa l¨ªnea divisoria entre lo p¨²blico y lo privado apenas tuvo repercusi¨®n cuando las cosas eran m¨¢s sencillas: la familia real se limitaba a unos padres y sus hijos menores de edad. Entonces s¨®lo se hablaba soto voce de las amistades del Rey.
Pero el tiempo ha transcurrido, la familia ha aumentado como consecuencia de matrimonios y nacimientos, y el cintur¨®n de seguridad que proteg¨ªa la privacidad de la Casa del Rey y sus movimientos se ha quedado estrecho y presenta algunas grietas. La imagen edulcorada de una familia real de vida austera y discreta se ha diluido inevitablemente. La llegada de nuevos personajes y la propia evoluci¨®n de la sociedad espa?ola (que ha aprendido a demandar m¨¢s transparencia en todo lo relacionado con el sector p¨²blico) han complicado el argumento, un fen¨®meno que no es ajeno al de otras monarqu¨ªas europeas.
Incluso esa dependencia econ¨®mica del Estado ha dado lugar a alguna voz discrepante por el hecho de que el cap¨ªtulo presupuestario dedicado a la Casa del Rey no contemple una justificaci¨®n de los gastos. El Rey decide qu¨¦ parte de los 8,6 millones de euros que recibe del erario p¨²blico en 2007 se habr¨¢n destinado a cada uno de los miembros de la familia y no dar¨¢ cuenta de ellos, pero al mismo tiempo algunos de esos miembros desempe?an una actividad privada de la que tampoco tienen que dar explicaciones, pueden aumentar su patrimonio, tienen representaci¨®n en consejos de administraci¨®n de sociedades o pueden participar del accionariado de las mismas. "No hay incompatibilidades en estos casos, sino normas de comportamiento dictadas por la prudencia y el sentido com¨²n. Lo contrario desgastar¨ªa a la instituci¨®n. Esto forma parte de un modelo constitucional muy peculiar, donde toda la representatividad descansa en una sola persona", afirma Yolanda G¨®mez, catedr¨¢tica de Derecho Constitucional.
Una vez al mes, el Rey preside en el palacio de la Zarzuela una reuni¨®n a modo de consejo de administraci¨®n de la familia para determinar la agenda oficial y las actividades a cumplir. La junta se celebra en una sala pr¨®xima al despacho del Rey. A ella asisten don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa; los pr¨ªncipes de Asturias; do?a Elena; do?a Cristina; el marido de ¨¦sta, I?aki Urdangar¨ªn, y hasta hace dos meses Jaime de Marichalar. En estas sesiones de trabajo, Alberto Aza (jefe de la Casa del Rey) y Ricardo D¨ªez Hochtleiner (secretario general) exponen las invitaciones que han recibido o hacen propuestas de actos o audiencias. De ah¨ª surge un reparto de tareas cuya ¨²ltima palabra pertenece al Rey. Al acabar 2007, la familia real habr¨¢ visitado las 17 comunidades aut¨®nomas y las dos ciudades aut¨®nomas (Ceuta y Melilla), junto a un total de 35 provincias. Los Reyes habr¨¢n recorrido 53.461 kil¨®metros en viajes tanto en Espa?a como en el extranjero. Y habr¨¢n concedido 221 audiencias.
Esta distribuci¨®n de tareas no es tan estricta como para que cada miembro de la familia real no tenga un espacio para dar un contenido m¨¢s personal a su dedicaci¨®n p¨²blica. As¨ª, do?a Sof¨ªa dedica especial atenci¨®n a los microcr¨¦ditos y, en los ¨²ltimos a?os, al proyecto contra el alzheimer financiado por la empresaria Alicia Koplowitz y la Comunidad de Madrid; do?a Elena se ha inclinado hacia el mundo de la ense?anza, y do?a Cristina, hacia el de la cultura. El pr¨ªncipe de Asturias tiene una agenda propia: como heredero, acude a las tomas de posesi¨®n de los presidentes iberoamericanos, pero sigue con especial atenci¨®n las actividades del Instituto Cervantes y est¨¢ muy comprometido con las ONG y el medio ambiente. Desde hace unos meses, do?a Letizia tambi¨¦n tiene agenda propia, casi toda ella relacionada con la infancia y los medios de comunicaci¨®n.
En el ¨¢mbito privado, tanto do?a Elena como do?a Cristina tienen su propia actividad laboral. Do?a Elena es copropietaria, junto a varios amigos, del colegio Micos. Entre los accionistas figura Borja Prado, hijo de Manuel Prado y Col¨®n de Carvajal, ya fallecido, considerado como uno de los amigos ¨ªntimos del Rey. Do?a Cristina tiene un empleo en La Caixa en Barcelona, donde reside desde finales de los a?os ochenta.
La actividad laboral es m¨¢s n¨ªtida en el caso de los maridos de las infantas. I?aki Urdagar¨ªn ha dirigido sus pasos al terreno de la consultor¨ªa deportiva a trav¨¦s de sociedades en las que es administrador ¨²nico, consejero o socio. Se le relaciona con una importante compa?¨ªa internacional como Octagon, y con empresas de uno de los hijos de Juan Antonio Samaranch, ex presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional. Algunos de los m¨¢s importantes eventos deportivos celebrados en Espa?a en los ¨²ltimos a?os (finales de la Copa Davis, Copa del Am¨¦rica de vela, por ejemplo) han tenido relaci¨®n con Urdangar¨ªn.
Por su parte, Jaime de Marichalar sigue perteneciendo t¨¦cnicamente a la familia real, aunque tras el anuncio, el pasado 13 de noviembre, del "cese temporal de la convivencia" con la infanta Elena no ha participado en ning¨²n acto oficial. Todo depende de que la Casa del Rey confirme que la separaci¨®n es definitiva. Marichalar se ha quedado en el domicilio conyugal que compr¨® hace tres a?os con el dinero de la herencia de una t¨ªa. Los duques de Lugo, como el resto de la familia, se casaron bajo el r¨¦gimen de capitulaciones, raz¨®n por la que Marichalar no recibir¨¢ ninguna compensaci¨®n econ¨®mica y los hijos de la pareja seguir¨¢n con la madre porque figuran en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono. Marichalar seguir¨¢ trabajando tras su separaci¨®n en los consejos de administraci¨®n a los que pertenece. En el Registro Mercantil aparece vinculado a los consejos de Loewe, Winterthur Vida, Sociedad General Inmobiliaria de Espa?a y Credit Suisse.
Precisamente la separaci¨®n de do?a Elena ha sido otro test para la Monarqu¨ªa. Anunciada por sorpresa, aunque conocida desde hace meses, la ruptura de los duques de Lugo fue manejada con pocos reflejos por el palacio de la Zarzuela, que se vio obligado a confirmarla al descubrirse que la Infanta estaba decorando un chal¨¦ en el barrio de la Fuente del Berro de Madrid. Pero si el anuncio fue atropellado, ha sido bueno a ojos de la inmensa mayor¨ªa: do?a Elena se separaba despu¨¦s de intentar mantener un matrimonio que hac¨ªa agua desde hace a?os. En resumen, a los Borbones les hab¨ªa pasado lo que a tantas familias espa?olas. En eso eran como casi todos.
El marco de actividades y relaciones de los miembros de la familia real se ha vuelto m¨¢s complejo y, por tanto, m¨¢s vulnerable a la mirada de la opini¨®n p¨²blica. Si en tiempos pasados las ¨²nicas especulaciones se centraron en las amistades del Rey, el abanico se ha ampliado totalmente.
La cuesti¨®n es que estas observaciones ya no se hacen en voz baja como antes. Todo este conglomerado de circunstancias se ha complicado a¨²n m¨¢s con la entrada de la familia real a formar parte del mercado de la prensa del coraz¨®n en todas sus vertientes (la del papel cuch¨¦ y la de la tertulia basura). La llegada a palacio de Letizia Ortiz y el nacimiento de los ocho nietos de los Reyes han sido acontecimientos de m¨¢xima audiencia. La familia real, tratada como carnaza, tiene acogida entre el p¨²blico. Los Borbones se han acercado m¨¢s a la calle despu¨¦s de estos acontecimientos. Don Felipe lo tiene bien presente cuando organiza su agenda y reclama m¨¢s protagonismo en actos que le permitan relacionarse con la gente: ¨¦l tiene que ganarse el puesto.
Seg¨²n la revista Lecturas, a¨²n hoy las noticias dulces venden m¨¢s que las amargas. La infanta Leonor, junto a la reina Sof¨ªa, son los miembros de la familia real con mejor venta en portada. Del resto interesan m¨¢s las noticias buenas que las malas, aunque hay dos personajes de la prensa rosa con los que no puede competir ni el nacimiento de un beb¨¦ real: Isabel Pantoja e Isabel Preysler.
La entrada de Letizia Ortiz en la familia real, en noviembre de 2003, supuso un punto de inflexi¨®n. El pr¨ªncipe de Asturias hab¨ªa decidido casarse con una periodista, presentadora del telediario de Televisi¨®n Espa?ola, y divorciada, descartando las propuestas m¨¢s conservadoras para que el heredero contrajera matrimonio con una mujer de sangre real y, por supuesto, soltera. La elecci¨®n fue motivo de debate durante a?os, pero el trabajo de Letizia Ortiz como princesa de Asturias y el nacimiento de las infantas Leonor y Sof¨ªa han acallado las voces m¨¢s cr¨ªticas.
La presencia de la familia real en la prensa del coraz¨®n ha sufrido algunos s¨ªntomas de desbordamiento, producto tambi¨¦n de algunas fatalidades como la muerte por suicidio de Erika Ortiz, hermana de do?a Letizia, y la separaci¨®n conyugal de do?a Elena y Jaime de Marichalar. La modernizaci¨®n de las monarqu¨ªas, su acercamiento a la vida real, la rotura de cors¨¦s y lazos de sangre han llevado a estas consecuencias que algunos expertos aplauden y otros critican como un s¨ªntoma de decadencia.
En estos nuevos tiempos tambi¨¦n se habla de c¨®mo son las relaciones dentro del palacio de la Zarzuela. Las apariciones en p¨²blico de los Borbones son escrutadas al m¨¢ximo. ?Se lleva bien Letizia con sus cu?adas?, ?congenian el Rey y la Princesa?, ?c¨®mo es el d¨ªa a d¨ªa del Rey con su hijo ahora que desde algunos sectores de la derecha se pide la abdicaci¨®n del Monarca? La ¨²nica persona que ha logrado estar a salvo de cr¨ªticas es la Reina. A do?a Sof¨ªa se la percibe como la moderadora de las relaciones familiares, como una mujer de orden consciente de la imagen que deben dar los suyos, y de la cercan¨ªa que la Monarqu¨ªa debe desempe?ar ante los espa?oles. Alguna dura experiencia ha forjado su car¨¢cter: vivi¨® en primera persona el golpe de los coroneles en el que su hermano Constantino fue derrocado como rey de Grecia.
Ferm¨ªn Bouza, catedr¨¢tico de Opini¨®n P¨²blica y profesor en su d¨ªa de Letizia Ortiz, predijo hace cuatro a?os en una entrevista a El Pa¨ªs Semanal una coyuntura que hoy sufre la familia real. Bouza dijo entonces que "si en Espa?a la izquierda le negara un ¨¢pice de legitimidad a la Monarqu¨ªa, ¨¦sta no duraba un a?o. La Monarqu¨ªa depende de la izquierda porque la derecha, en parte, ya se la ha negado. El Rey, en estos momentos, es un obst¨¢culo para muchos sectores de la derecha". Y ahora se mantiene en lo dicho: "La derecha flojea porque da al Rey por amortizado, as¨ª que la Monarqu¨ªa vive tiempos dif¨ªciles: sus apoyos tradicionales flojean y los nuevos no son de fiar".
"La marcha hacia una monarqu¨ªa decorativa es un hecho real, y por eso ha entrado en el tema del coraz¨®n", prosigue Bouza. "Se ha europeizado en ese sentido. Y esa situaci¨®n la acusa el staff de la Casa del Rey, que mantiene una comunicaci¨®n distante y poco ¨¢gil que ya no es bueno. Es m¨¢s, contribuye al descr¨¦dito".
Bouza no es el ¨²nico experto que expone que la Casa del Rey ha cometido graves errores de comunicaci¨®n durante el a?o 2007. "En general, ha reaccionado tarde en muchas ocasiones", explica otro experto que no desea ser identificado. La tardanza del Rey en acudir a la cl¨ªnica Ruber Internacional a conocer a su nieta Sof¨ªa, la gesti¨®n de la querella interpuesta contra la revista El Jueves por la caricatura soez de los Pr¨ªncipes, la manera de confirmar la separaci¨®n de do?a Elena y Jaime de Marichalar cuando sus divergencias eran p¨²blicas, forman parte del cap¨ªtulo de respuestas tard¨ªas a problemas candentes.
Durante a?os, todo el esfuerzo de protocolo de la Casa del Rey se centr¨® en controlar la imagen exterior de los miembros de la familia. Las reglas eran estrictas: los Reyes pod¨ªan re¨ªr, pod¨ªan llorar, pero no se les pod¨ªa ni se les puede retratar mientras comen o tengan una bebida en la mano. Mucho menos a¨²n se contemplaba que los Reyes, o el Rey, pudieran enfadarse en p¨²blico. Esas normas saltaron por los aires hace unas semanas, cuando don Juan Carlos le espet¨® al presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, en la Cumbre Iberoamericana de Chile el ya famoso "?por qu¨¦ no te callas?". Sin embargo, esa frase fuera de protocolo, pero divulgada por todas las televisiones y p¨¢ginas de Internet del mundo y convertida hasta en un politono para el m¨®vil, ha hecho m¨¢s por la popularidad del Monarca que cualquiera de sus discursos oficiales. Es una se?al de c¨®mo los tiempos han cambiado y demandan nuevas respuestas.
El terreno se ha vuelto m¨¢s hostil y, por tanto, m¨¢s exigente. La ley del silencio ha caducado. Como dice Bouza, la Monarqu¨ªa espa?ola, a diferencia de la brit¨¢nica, era m¨¢s funcional que decorativa, pero esta distinci¨®n probablemente se est¨¢ diluyendo. El debate de la sucesi¨®n lo ha abierto ya un sector de la derecha. Es previsible que nuevos protagonistas se ir¨¢n incorporando a la imagen p¨²blica de la familia una vez que los nietos comiencen a entrar en una adolescencia que, como se ha visto en otras casas reales europeas, es un germen de nuevas dificultades (ni m¨¢s ni menos que como sucede en cualquier familia).
Est¨¢ claro que han llegado nuevos tiempos a la familia real. Tras muchos a?os de estar protegida por un f¨¦rreo muro de silencio, se ha abierto la veda. Los Reyes y sus hijos son motivo de debate, en unos casos por sus actuaciones oficiales, en otros por las idas y venidas de su vida privada. La relaci¨®n de los espa?oles con la Monarqu¨ªa ha cambiado. Lo prueba el hecho de que en algunas calles de Catalu?a se quemen fotos de los monarcas, mientras que los programas del coraz¨®n y las revistas de papel cuch¨¦ se hinchen a vender ejemplares cuando uno de los Borbones sale en portada. La familia real no es indiferente, pero s¨ª es distinta a otras.
La opini¨®n un¨¢nime de los expertos consultados concluye que, en ese nuevo escenario que aparece por el horizonte, la gesti¨®n de ese peque?o ministerio que es la Casa del Rey debe actualizarse: esas voces reclaman la contrataci¨®n de asesores de imagen y comunicaci¨®n que le den un aire nuevo. Es cierto que la Casa del Rey no vende derechos de imagen, pero no es menos cierto que su imagen p¨²blica y privada ha entrado ya en el mercadeo y que el cintur¨®n de seguridad se ha roto. De su gesti¨®n depende en gran parte el futuro de la Monarqu¨ªa.
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