Aznar y Bush en la alcoba
La transcripci¨®n de las conversaciones de Crawford el 22 de febrero de 2003 revel¨® que el presidente de EE UU ya iba a invadir Irak en marzo al margen de Naciones Unidas
El acta de la reuni¨®n que el entonces presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, mantuvo en el rancho de Crawford, Tejas, el 22 de febrero de 2003 con el presidente norteamericano, George W. Bush, dio la vuelta al mundo pocas horas despu¨¦s de su publicaci¨®n en EL PA?S, el 26 de septiembre de 2007. Decenas de peri¨®dicos, medios audiovisuales y p¨¢ginas de Internet reprodujeron la noticia y extractaron la conversaci¨®n. Al d¨ªa siguiente, 27 de septiembre, varios periodistas acreditados en la Casa Blanca convirtieron el asunto en tema central durante la rueda de prensa de la portavoz, Dana Perino, quien calific¨® el di¨¢logo como "una conversaci¨®n privada".
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en la tradici¨®n del mercado pol¨ªtico norteamericano, ha escrito dos libros sobre su paso por el poder. Algunos ex ministros o ex presidentes suelen cobrar fuertes sumas de dinero por su labor literaria. Se supone que contar¨¢n ciertos entresijos que pueden ayudar a entender momentos cr¨ªticos de su gesti¨®n. Sus dos libros hablan de la guerra de Irak, por supuesto. Pero en lugar de arrojar luz sobre la preparaci¨®n de esa guerra, y el lugar personal que ¨¦l ocup¨® en el desenlace, Aznar omite la realidad.
Cuando interesa saber lo que dice Bush en confianza, mira por d¨®nde, viene Aznar y echa agua al vino
V¨¦ase, por ejemplo, c¨®mo se refiere Aznar a la reuni¨®n que mantuvo en Crawford, a un mes escaso de la guerra de Irak, con el presidente Bush. Tras narrar su encuentro de diciembre de 2002 con Bush en la Casa Blanca -"el mundo estaba pendiente de la crisis iraqu¨ª y tuvimos que dedicar una parte de nuestro tiempo a Irak..."-, Aznar pasa al rancho de Tejas.
"Tiempo despu¨¦s volvimos a vernos en el rancho de Crawford", recuerda el ex presidente del Gobierno.
Esta referencia est¨¢ colocada fuera del tiempo y del espacio.
Aznar contin¨²a: "El propio Bush considera Crawford su casa. Es un lugar muy hermoso, un rancho no muy extenso, cruzado por un r¨ªo caudaloso; cuando llueve, eso s¨ª. Al lado del edificio principal se levanta un pabell¨®n para invitados. Me lo ense?¨® con aut¨¦ntico placer, porque se nota que all¨ª se siente c¨®modo, y adem¨¢s de pasear hicimos alg¨²n recorrido en coche. Bush invita a Crawford a los que considera sus amigos. En Crawford se est¨¢ en confianza...".
Precisamente: cuando interesa saber lo que dice Bush en confianza, mira por d¨®nde, viene Aznar y echa agua al vino. "Aunque el Bush de todos los d¨ªas no se distingue mucho del que aparece ante el p¨²blico. En las ruedas de prensa, en los discursos y en los debates, Bush tiene los mismos gestos, las mismas inflexiones de voz, la misma mirada que cuando est¨¢ en confianza. Incluso hace las mismas bromas. En estos meses, y en particular a lo largo de 2003, hablamos con tanta frecuencia que acabamos instalando un tel¨¦fono especial en La Moncloa, s¨®lo para hablar con la Casa Blanca. Ahora, como no suenan los tel¨¦fonos, probablemente ya lo habr¨¢n retirado...".
Pero, ?cu¨¢l fue el contenido de la reuni¨®n en el rancho de Crawford que Aznar oculta a sus lectores? Fue EL PA?S quien revel¨® exactamente lo que hablaron al publicar la transcripci¨®n. Queda en evidencia, contra lo que afirma Aznar, que "en confianza" Bush, y tambi¨¦n ¨¦l mismo, Aznar, dicen una cosa en privado y otra diferente en p¨²blico.
Durante la conversaci¨®n, Bush se?ala: "Ha llegado el momento de deshacerse de Sadam Husein... Le tenemos que coger ahora mismo... Quedan dos semanas. En dos semanas estaremos militarmente listos... Estaremos en Bagdad a finales de marzo... Mi paciencia est¨¢ agotada. No pienso ir m¨¢s all¨¢ de la mitad de marzo...".
Lo que determina, pues, la pol¨ªtica de Bush no es la marcha de las inspecciones de las Naciones Unidas sobre las presuntas armas de destrucci¨®n masiva de Irak. Esas inspecciones cogen con el pie cambiado a Bush, ya que el Gobierno iraqu¨ª comienza por esas fechas a colaborar con la ONU en el objetivo de desarme, aceptando la destrucci¨®n de m¨¢s de setenta misiles Al Samud II, que sobrepasan el alcance permitido.
"Sadam Husein no cambiar¨¢ y seguir¨¢ jugando... Esto es como la tortura china del agua. Tenemos que poner fin a ello", se?ala Bush.
?Por qu¨¦ est¨¢ ansiedad de Bush? Porque sus plazos est¨¢n guiados por la preparaci¨®n militar: "En dos semanas estaremos militarmente listos...". Es decir, se trata de completar el despliegue de la operaci¨®n militar. Es en ese preciso momento, en el que ya todo parece estar dispuesto, cuando la ONU comienza avanzar en los trabajos de inspecci¨®n.
La realidad de una guerra decidida en funci¨®n de los intereses estrat¨¦gicos de Estados Unidos, aprovechando la resaca de los terribles atentados del 11-S, choca, a ¨²ltimos del mes de febrero y primeros d¨ªas de marzo de 2003, con el inminente debilitamiento del pretexto utilizado para justificar la b¨²squeda de apoyo de la comunidad internacional, o la "raz¨®n bur¨®cratica" de la guerra, es decir, el arsenal de armas de destrucci¨®n masiva que, m¨¢s tarde, se revelar¨¢ inexistente.
"Tony [Blair] querr¨ªa llegar hasta el 14 de marzo", le se?ala Aznar, quien trata de que otros pa¨ªses acompa?en a Espa?a en su apoyo incondicional a la Administraci¨®n de Bush, mientras millones de espa?oles salen a las calles contra la guerra.
"Yo prefiero el 10 de marzo. Esto es como el polic¨ªa malo y el polic¨ªa bueno. A m¨ª no me importa ser el polic¨ªa malo y que Blair sea el bueno", replica Bush.
Lo que dicen tanto Bush como Aznar despu¨¦s de esta reuni¨®n es otra cosa muy diferente. "El presidente Aznar y yo estamos de acuerdo en que el futuro de la paz depende del desarme de Irak", asegura Bush a los medios de comunicaci¨®n.
Unos d¨ªas m¨¢s tarde, el 25 de febrero, el entonces portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dec¨ªa: "El presidente no ha concluido que las inspecciones [de la ONU] hayan llegado a un punto muerto".
Uno de los aspectos m¨¢s desmitificadores del acta de Crawford -que fue redactada por el entonces embajador de Espa?a en Washington, Javier Rup¨¦rez, presente en el encuentro- es el que se refiere a la llamada segunda resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Porque queda patente que, con esa resoluci¨®n o sin ella, el ej¨¦rcito norteamericano habr¨¢ de invadir Irak hacia mediados de marzo de 2003. La resoluci¨®n, solicitada por el entonces primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, a Bush el 31 de enero de 2003, se puede plantear siempre como encaje en el puzzle de la operaci¨®n militar en marcha.
"La resoluci¨®n estar¨¢ hecha a la medida de lo que pueda ayudarte. Me da un poco lo mismo el contenido", admite Bush. "Necesitamos que nos ayud¨¦is con nuestra opini¨®n p¨²blica", solicita m¨¢s tarde Aznar.
Bush advierte tambi¨¦n a los pa¨ªses que no le est¨¢n apoyando.
"Lo sorprendente no es s¨®lo lo grosero y torpe que es, con el presidente de EE UU profiriendo amenazas como un g¨¢nster de pel¨ªcula contra M¨¦xico, Chile, Angola, Camer¨²n y Rusia -por lo visto quiere que Aznar las transmita directamente a los l¨ªderes-, sino lo ineficaz que result¨® la bravata. Ninguno de estos pa¨ªses modific¨® su postura respecto a una segunda resoluci¨®n que finalmente se retir¨® porque habr¨ªa cosechado una derrota segura. Al proferir las amenazas, Bush hizo lo que un l¨ªder real debe evitar: dar una orden que no ser¨¢ obedecida poniendo en evidencia los l¨ªmites de su poder", escribi¨® Mark Danner al analizar el acta en el semanario The New York Review of Books, el pasado 8 de noviembre. -
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