Fraga, Napole¨®n y Franco

Fraga Iribarne asegura en unas recientes declaraciones que a Napole¨®n Bonaparte "le mataron". Choca que una persona dada a la lectura -inciso: en tiempos comunes del Parlamento Europeo me dec¨ªa ser ¨¦l y yo de los pocos asiduos a la Biblioteca de la sede-, y proclive a informarse (no en vano fue ministro de la cosa), acoja tan insostenible tesis.

Libros de historia, biograf¨ªas del emperador, enciclopedias, etc¨¦tera, todos coinciden en la muerte natural, probablemente por c¨¢ncer de est¨®mago a tenor de la sintomatolog¨ªa. Tan s¨®lo un diccionario, el Espasa, habla, sin citas, de "recientes investigaciones dan pie para creer que muri¨® envenenado con ars¨¦nico". Y, ciertamente, el propio Napole¨®n en su testamento dice "muero prematuramente, asesinado por la oligarqu¨ªa inglesa y su sicario". Pero del contexto de las largu¨ªsimas ¨²ltimas voluntades, de testimonios coincidentes y no sospechosos como de su fiel Monthalon, claramente resulta que la frase era ret¨®rica, a lo m¨¢s acusadora de la poca atenci¨®n m¨¦dica a una enfermedad que ¨¦l mismo describi¨® hasta un a?o antes.

Deseo a Fraga muchos a?os de vida. Dudo que llegue a tantos como para ver su profetizada y al parecer deseada rehabilitaci¨®n de Franco, seg¨²n ¨¦l similar a la de Napole¨®n. Ni aunque abogue en base al "orden" que, versi¨®n fraguista, el dictador nos proporcion¨®. Tambi¨¦n Mussolini y Hitler trajeron "orden", el de este ¨²ltimo m¨¢s bonito porque era neu.