El esplendor de la fealdad
La luz viene de muy arriba, tamizada, blanca como las altas paredes de donde cuelgan dos cuadros con figuras distorsionadas. Deformes. ?Feas? ?Fascinantes! Un picasso y un bacon separados por 22 pasos. Y entre ellos una pareja de p¨¢lidos veintea?eros salidos de un carnaval luciferino. Son Birgit y Alain, empecinados en transgredir su belleza natural. Est¨¢n all¨ª, a orillas del lago de Lucerna, en el Museo de Bellas Artes, en mitad de dos de los artistas que dinamitaron en el siglo XX los c¨¢nones est¨¦ticos y que han facilitado el pasaporte para que este par de j¨®venes sean hoy embajadores de la democratizaci¨®n de la fealdad.
De espaldas a los dioses, pero sin olvidarlos.
Y todos aliados de Pandora para destronar la belleza tradicional y revolucionar el futuro est¨¦tico. Conquistar la fealdad. Redimirla.
Los conceptos de belleza y fealdad son ambivalentes y dependen de la cultura, la ¨¦poca, la pol¨ªtica, la econom¨ªa o la religi¨®n
?Por qu¨¦ el fe¨ªsmo hoy? Agotamiento del canon de belleza cl¨¢sico, nuevas b¨²squedas y el mestizaje y globalizaci¨®n del mundo
"La competencia es feroz. Se rompen moldes para ser singular y el abanico de lo feo ofrece m¨¢s posibilidades", afirma Gil Calvo
"Hay un cierto elemento de rebeld¨ªa, pero donde eso pod¨ªa caber y era eficaz ha sido engullido por la moda", Javier Mar¨ªas
Siete hechos acaban de recordar que lo feo no es el lado oscuro de lo bello, ni una carencia. Han reafirmado que el concepto de belleza es tan ambivalente como el de fealdad, siempre a expensas de la cultura, la ¨¦poca, la pol¨ªtica, la econom¨ªa, la religi¨®n o la vida social. Aunque esta popularizaci¨®n de lo feo y el fe¨ªsmo es in¨¦dita. Lo recuerdan la exposici¨®n de Lucerna (Suiza) Picasso versus Bacon: cara a cara; dos de homenaje en Par¨ªs: a Picasso y la celebraci¨®n de los cien a?os de Las se?oritas de Avi?¨®n, la obra que inaugura la ruptura del arte, y otra de Courbet; el libro de Umberto Eco Historia de la fealdad (Lumen), la tan sonada celebraci¨®n de los 30 a?os del punk y los 10 de una de las exposiciones que acab¨® por pulverizar las convenciones est¨¦ticas que quedaban y confirmar el mundo sin prohibiciones del arte: Sensation.
Son d¨ªas del pen¨²ltimo episodio del duelo perpetuo entre lo apol¨ªneo y lo dionisiaco.
?Pero por qu¨¦ ha adquirido carta de aceptaci¨®n, o pasaporte, la fealdad hoy? Agotamiento del canon cl¨¢sico; b¨²squedas de nuevos horizontes a trav¨¦s de la transgresi¨®n, la rebeld¨ªa, la provocaci¨®n y la subversi¨®n; crisis de valores y movimientos contraculturales; concordancia con los tiempos mercantiles y consumistas; el desarrollo de las nuevas artes y medios como la fotograf¨ªa, el cine, la televisi¨®n, la m¨²sica e Internet, que difuminan y normalizan cualquier frontera; el vivir de espaldas a la naturaleza e imitarla en un mundo artificial; por el mestizaje y la globalizaci¨®n; y por la neoman¨ªa y otras ideas en las que est¨¢n involucradas la publicidad y la moda, aunque todas parecen salir de una misma ra¨ªz o desembocar en el mismo punto: lo feo como m¨¢scara y recurso para llamar la atenci¨®n y obtener una identidad original y genuina en un mundo espiralmente competitivo donde lo feo ofrece un abanico de posibilidades inagotable. Irrepetible.
As¨ª, su otrora fuerza ahuyentadora hoy est¨¢ imantada de atracci¨®n.
"Incluso ha adquirido cierto prestigio. Tanto en las artes como en la vida cotidiana. Se trata del fe¨ªsmo deliberado, no espont¨¢neo, y que a veces es forzado. Desde los a?os sesenta ha venido aumentando su prestigio hasta convertirlo, a menudo, en un prestigio insulso, que suele esconder una cierta facilidad", advierte el escritor Javier Mar¨ªas, que en algunas de sus novelas y art¨ªculos ha abordado el tema. "Es un complemento perfecto al glamourismo. Un ataque de guerrillas puntuales frente a ese dominio del glamour", afirma Xavier Rubert de Vent¨®s, catedr¨¢tico de Est¨¦tica en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y profesor invitado de Berkeley y Harvard.
La presencia de la fealdad ha sido rastreada por Umberto Eco, que establece tres categor¨ªas: lo feo natural o feo en s¨ª mismo (una carro?a o un olor nauseabundo), lo feo formal o un desequilibrio org¨¢nico respecto del todo, y lo feo art¨ªstico, que surge de cualquiera de los dos anteriores pero elevado a la categor¨ªa de arte por el artista.
Desde los conceptos griegos de belleza, el bien, lo verdadero, lo justo y lo armonioso en forma y fondo de Plat¨®n, hasta el esplendor de lo feo y sus paradojas en 2008, la fealdad se ha abierto paso de manera intermitente en la Historia, sobre todo despu¨¦s de que el Renacimiento sublimara la belleza cl¨¢sica. La pen¨²ltima cruzada por resquebrajar el canon y mostrar otras perspectivas empez¨® hace dos siglos con el Romanticismo, que exalt¨® las formas libres, el sentimiento sobre la raz¨®n, la fantas¨ªa y las pasiones con un aliento tr¨¢gico. Cien a?os despu¨¦s vendr¨ªan las vanguardias que reinventaron el arte, las dos guerras mundiales que trastocaron toda racionalidad y sensibilidad que hizo que el arte acechara cada vez m¨¢s la realidad. Luego se pas¨® al nihilismo coqueto, del que hablaba Susan Sontag, hasta dar en los sesenta con el pop y el movimiento hippy y el rock que proclaman libertades y cambios que renuevan sensorial y culturalmente el mundo. Es el despegue de est¨¦ticas alternativas que pasan a ser un fen¨®meno social a un ritmo vertiginoso porque nace el glam, contesta el punk, se potencia el kitsch, irrumpen el camp y el trash, y emerge el grunge hasta mutar en el dirty chic.
Es la era del marketing, del be you!, del do it!, del todo vale en el museo y en la calle. Incluso una calavera forrada de diamantes. La era de la belleza emancipada.
"Lo feo en toda la extensi¨®n de su sentido, que va desde lo grotesco al horror, pasando por lo rid¨ªculo y lo estrictamente feo, est¨¢ en el centro del arte a partir del Romanticismo. Desde entonces la belleza como tal deja de tener inter¨¦s para el arte, ah¨ª est¨¢n desde los fusilamientos de Goya, hasta cualquier obra de Pollock", asegura Antoni Mar¨ª, escritor y catedr¨¢tico de Est¨¦tica y Teor¨ªa de la Universidad Pompeu i Fabra, de Barcelona. Atr¨¢s queda la belleza como experiencia positiva y gratificante. A los impresionistas no les interesa ni lo bello ni lo feo, sino la escenificaci¨®n t¨¦cnica de la luz. "El inter¨¦s no est¨¢ por la evidencia de las cosas de la realidad, sino sobre los sentimientos y el espectador, y cuando los artistas, como Courbet, tienen inter¨¦s en la realidad lo hacen sobre lo desagradable y conflictivo. La belleza en s¨ª misma se convierte en una categor¨ªa anacr¨®nica porque no da noticia de nada, salvo de la fragilidad de su equilibrio. Hoy estos equilibrios no se dan y desde hace tiempo interesa la idea de un mundo sin sentido, ca¨®tico, fragmentario, y las personas se sienten reconocidas en esto. Se busca el orden de las cosas que m¨¢s haga pensar y reflexionar. El arte desde que deja la belleza no pretende halagar los sentidos sino reflexionar en situaciones l¨ªmite. Y cuando parece que ha llegado a ese punto siempre hay m¨¢s all¨¢, y as¨ª el espectador asiste en primera l¨ªnea a esa destrucci¨®n definitiva del sentido".
Hace 180 a?os Victor Hugo advirti¨® del futuro en el pr¨®logo de Cromwell (1827): "El contacto con lo deforme ha dotado a lo sublime moderno de algo m¨¢s grande, m¨¢s sublime en definitiva que lo bello antiguo. (...) Lo bello s¨®lo tiene un tipo, lo feo tiene mil. (
...) Es porque lo bello, desde el punto de vista humano, no es m¨¢s que la forma considerada de su relaci¨®n m¨¢s elemental, en su simetr¨ªa m¨¢s absoluta, en su armon¨ªa m¨¢s ¨ªntima con nuestro organismo. (...) En cambio, lo que llamamos feo es un detalle de un gran conjunto que no podemos abarcar, y que armoniza no ya con el hombre sino con la creaci¨®n entera. Por eso nos ofrece constantemente aspectos nuevos, pero incompletos".
?Qu¨¦ es la fealdad, entonces? El juicio est¨¦tico es subjetivo y depende de los mecanismos de la sensibilidad aprendida, y los gustos difieren al infinito. Hegel lo reconoci¨® a principios del XIX. Despu¨¦s Baudelaire afirm¨® que "lo bello es siempre extravagante", escribi¨® las Las flores del mal, y el canon ¨¦tico, moral y f¨ªsico qued¨® del rev¨¦s. Y luego Nietzsche abri¨® m¨¢s las puertas al decir que la fealdad es interesante, mientras Kierkegaard estaba convencido de que ayudaba a recordar la realidad.
Despu¨¦s de estar recreando la belleza de la vida y la naturaleza, el artista y el hombre descubrieron que en los lados donde no quer¨ªan mirar ten¨ªan cosas que apreciar. All¨ª el abanico es m¨¢s amplio, inexplorado y quiz¨¢ m¨¢s genuino, explica la artista valenciana Carmen Calvo, que crea sus obras a partir de desechos y residuos.
Es la atracci¨®n del abismo. La fascinaci¨®n agazapada por la imperfecci¨®n.
El arte ya no trata "tanto de explicar el mundo como de implicarlo e implicarse en ¨¦l. No trata tanto de informar de ¨¦l como de conformarlo / representarlo como de resolverlo / recrearlo como de reformarlo", escribe Xavier Rubert de Vent¨®s, en la edici¨®n actualizada de su cl¨¢sico Teor¨ªa de la sensibilidad (Pen¨ªnsula/Edicions 62).
Y algo malsano en el comercio del arte contribuye a toda esta fiesta alternativa de creaci¨®n que tiene en el fe¨ªsmo una gran vertiente, asegura la fot¨®grafa Ouka Leele. "Tiene que ver con el hecho de estar en los medios de comunicaci¨®n. Llamar la atenci¨®n a trav¨¦s de la exageraci¨®n, romper moldes. Asegurar un doble salto mortal. Aunque los artistas se han ido perdiendo en ese camino efectista. Lo que suena es lo que se paga por una obra, pero no su calidad". Para la artista, esta distorsi¨®n tiene que ver con el alejamiento del ser humano de la naturaleza: "De la belleza del r¨ªo cristalino hemos pasado a encontrar la belleza en el r¨ªo contaminado de gasolina de donde puede surgir un arco iris". El cambio de costumbres engendra nuevas cosas, agrega Ouka Leele. "Aunque estamos para mirar y alabar la belleza, porque la Tierra es lo m¨¢s bonito, nos vamos aislando con imitaciones cutres y feas de la belleza natural". Se queja de que ahora los ni?os ven el campo feo, de que una escena de una madre amamantando a su hijo es rechazada y de se prefiera una cabeza cortada del telediario. Aunque reconoce que es positiva la capacidad de redimir con la mirada.
?A qu¨¦ se debe la normalizaci¨®n ante lo horrendo, lo grotesco, lo asqueroso o decadente? Es el resultado de un proceso de reordenaci¨®n del mundo a trav¨¦s de la ampliaci¨®n de miradas que universalizan las vanguardias art¨ªsticas de principios del siglo XX. Pero a nivel m¨¢s popular se remonta a la era industrial y mercantil que intent¨® paliar lo feo industrial, crear objetos funcionales que tambi¨¦n fueron bonitos. La utilidad manda al traste el canon cl¨¢sico. Las referencias se trastocan. Junto a una monta?a, una escultura o una persona, hoy se pone un coche o un aire acondicionado que se venden "casi como obras de arte".
Se masifica la belleza en serie. ?Existe? Se democratiza.
Sobre todo, porque como dice Rubert de Vent¨®s, "hoy nuestro medio es un orden artificial, y el orden "natural" no es para la mayor¨ªa m¨¢s que una experiencia de fin de semana posibilitada por un producto industrial: el autom¨®vil o el avi¨®n. Nuestra "natura" la forman los instrumentos t¨¦cnicos de los que nos servimos: las construcciones, los artefactos y las im¨¢genes manufacturadas entre las que nos movemos. ?stas son las cosas de las que nosotros hemos llegado a ser cosa".
Una deriva del arte sobre la que Walter Benjamin reflexion¨® en La obra de arte en la ¨¦poca de su reproductibilidad t¨¦cnica. Expone que el arte cambia, sobre todo a trav¨¦s de la fotograf¨ªa y el cine, que lo jalonan a un eterno palpitar en emergencia. "Es el turno de la est¨¦tica de la inauguraci¨®n", afirma el soci¨®logo y escritor Enrique Gil Calvo. "Tras la aparici¨®n de la fotograf¨ªa el concepto de original cambia. Lo que prima, cada vez m¨¢s, es el momento de la aparici¨®n de la obra, sorprender al espectador".
No es un naufragio. Es una desmitificaci¨®n que insufla nueva energ¨ªa para salir del agotamiento. Reinterpretaci¨®n de un nuevo orden que busc¨® la complicidad de la iron¨ªa, la parodia y el sarcasmo.
Es el soplo de Baudelaire.
Pero, ?por qu¨¦ el esplendor del desorden, lo feo y el fe¨ªsmo y lo hortera? Es una insurrecci¨®n contra lo artificioso, dijo Antoni T¨¤pies. "Pretende muchas cosas, como la necesidad de volver a lo esencial y natural. Aunque sospecho cuando las ideas se convierten en moda". El mestizaje del mundo y la globalizaci¨®n han acelerado esta ampliaci¨®n de la mirada. "Han servido para que las situaciones extremas sean neutralizadas. La cercan¨ªa de lo otro ha abierto el mundo y resquebrajado los conceptos est¨¦ticos preestablecidos", reflexiona Mar¨ª. "Es el reino de la subjetividad. Todo se cuestiona".
?Se abjura! Pero esta rebeli¨®n en la calle y la vida cotidiana tambi¨¦n tiene intereses espurios. La culpa es de la feroz competencia en el mercado de las relaciones humanas, afirma Gil Calvo, autor de M¨¢scaras masculinas. H¨¦roes, patriarcas y monstruos (Anagrama). "Hay mucha gente en exposici¨®n y cada vez es m¨¢s dif¨ªcil ser original. Las estrategias de los solteros y los j¨®venes deben ser m¨¢s recursivas porque los modelos cl¨¢sicos ya no sirven en el mundo de las apariencias. Y lo inimitable est¨¢ en la exploraci¨®n de lo feo. En crear una copia sin par, ya que la belleza es f¨¢cil de copiar e imitar".
La reinvenci¨®n de Narciso.
El riesgo es que la imagen que devuelva el estanque sea trivializada. Antoni Mar¨ª no lo cree as¨ª. "La moda no es trivial porque es una interpretaci¨®n de la realidad. Aunque quienes lucen esas modas del llamado fe¨ªsmo no lo sepan. No sabes por qu¨¦ lo haces, por qu¨¦ te pones los pantalones ca¨ªdos y dejas que se vean los calzoncillos, por ejemplo, pero lo haces tuyo y a tu manera, con lo cual tomas una posici¨®n".
?Deslumbrar!, ¨¦sa es la clave, insiste Gil Calvo. "Hacer yoes m¨²ltiples donde lo feo garantiza las miradas. La belleza es castradora y limitada. Las identidades cl¨¢sicas ya no venden, no son competitivas".
Pero esta desacralizaci¨®n de la belleza y del cuerpo se ha trivializado para Javier Mar¨ªas. "Hay un cierto elemento de rebeld¨ªa, pero donde eso pod¨ªa caber y era eficaz ha sido engullido por la moda. No falta el papanatismo de quienes dan la bienvenida a esa supuesta novedad por el solo hecho de existir. Hay pereza intelectual de no saber distinguir entre lo que tiene o no inter¨¦s".
?C¨®mo hablar hoy de insurrecci¨®n, de verdadera rebeld¨ªa, de transgresi¨®n si el "enemigo" (acumulaci¨®n del capital) es el que dicta las normas?, se pregunta Aurora F. Polanco, profesora de Teor¨ªa y Arte Contempor¨¢neo de la Universidad Complutense de Madrid. "Una vez m¨¢s los artistas iban por delante en sus investigaciones y el poder (econ¨®mico) se aprovecha de sus estrategias. Un ejemplo: la abyecci¨®n con la que quisieron trabajar muchos artistas en los ochenta no era sino una respuesta desde los cuerpos dolientes del sida a la est¨¦tica de los cuerpos danone, luego los j¨®venes artistas ingleses quisieron demostrar que era m¨¢s abyecta la pol¨ªtica reaccionaria de la ¨¦poca Thatcher que sus obras que rozaban los l¨ªmites de lo insoportable". Pero que todo esto se extienda a las modas no es nuevo: "?Un kitsch abyecto? Nada nuevo, ?no hubo un kitsch punk? Recordemos c¨®mo se limpi¨® la est¨¦tica punk. Eso es lo que hace el capital, "limpia, fija y da esplendor" a los trabajos de los artistas que tratan con lo insoportable (?hemos olvidado Un perro andaluz?). Hal Foster dice que los procedimientos ligados a la abyecci¨®n que utilizaron los surrealistas no eran sino la respuesta a la est¨¦tica del cuerpo apol¨ªneo de los nazis. En cualquier caso y para no ser tan negativos con los j¨®venes y la moda, ellos saben bien lo que comporta, especialmente en Espa?a, el valor de lo pulcro, lo sim¨¦trico, lo "atildado" de esas marcas, por ejemplo, que transmiten valores y visten por igual a los ni?os que a los pap¨¢s como si nada pasara...".
... Y en medio del barullo de esta emancipaci¨®n de la belleza, resuena el comienzo de Macbeth, de Shakespeare, donde las voces de las tres brujas se abren paso entre tinieblas diciendo: "Lo bello es feo, lo feo es bello".
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