El signo de la banalizaci¨®n
A medida que pasa el tiempo, el testimonio sobre los campos de exterminio va desembocando en la ficci¨®n y la fantas¨ªa.
Algunos supervivientes, como Imre Kert¨¦sz, han visto en este inexorable trasvase el ¨²nico camino para evitar que el horror caiga en el olvido. Por eso tom¨® partido en favor de La vida es bella, una pel¨ªcula en la que Roberto Benigni se propuso expresar la tragedia del Holocausto mediante recursos propios de la comedia, desencadenando una pol¨¦mica acerca de la conveniencia de introducir el humor en el tratamiento de un drama a¨²n demasiado cercano. Es lo mismo que hab¨ªa intentado el director rumano Radu Mihaileanu con El tren de la vida, cuyo gui¨®n, conocido por Benigni, planteaba por primera vez el desaf¨ªo al que responde la forma de tratar ambas historias.
Si, como dice Kert¨¦sz, la ficci¨®n y la fantas¨ªa deben dar continuidad al testimonio, entonces las obras que aborden el Holocausto no tendr¨ªan que enjuiciarse por la fidelidad en el reflejo de lo que pas¨®, sino por el valor de su forma art¨ªstica, por la solvencia de su realizaci¨®n. Lo contrario ser¨ªa tanto como decir que la elecci¨®n de algunos temas, y entre ellos el Holocausto, garantizan al artista la inmunidad frente a la cr¨ªtica.
Y como materia para la ficci¨®n y la fantas¨ªa, el tratamiento del Holocausto no podr¨ªa estar vedado a ning¨²n g¨¦nero ni a ninguna expresi¨®n art¨ªstica. Es lo que han debido de pensar los responsables de la Fundaci¨®n Ana Frank para autorizar un musical sobre su historia.
La banalizaci¨®n del Holocausto a la que se refer¨ªan hasta ahora algunos supervivientes, incluido Kert¨¦sz, no ten¨ªa que ver con el hecho de que se tratara como comedia, sino con que se generalizara el t¨¦rmino de Holocausto para designar otros cr¨ªmenes. Ahora la banalizaci¨®n podr¨ªa presentarse bajo otro signo, el que encarnan los productos comerciales y de masas.
?Frustran estos productos la confianza en la ficci¨®n y la fantas¨ªa como relevo del testimonio?
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