De los c¨¢taros y otras aventuras
En ruta por el sur de Francia desde la fortaleza de Carcassonne
Carcassonne (Carcasona en espa?ol, pero digamos Carcassonne, [cagcas¨®n]; no es tan complicado, aunque en occitano es Carcassona; en fin, digan lo que quieran) es un juguete a escala real, un exin castillo que nos convierte en mu?ecos articulados que contemplamos asombrados las murallas, torres y almenas de seguramente el ejemplo m¨¢s completo de fortificaci¨®n medieval que se pueda encontrar. Ya hab¨ªamos estado all¨ª cuando vimos las pel¨ªculas Robin Hood, pr¨ªncipe de los ladrones, de K. Reynolds, con Kevin Costner desafiando el v¨¦rtigo sobre las murallas, o Los visitantes, de Poir¨¦, con un divertido Jean Reno manejando su espad¨®n contra un coche 2CV amarillo con el que so?¨¢bamos de ni?os.
En Minerve, por la calle de los M¨¢rtires, fueron conducidos 180 c¨¢taros que no abjuraron de su fe (algunos dicen que eran 150; otros, que 190), en direcci¨®n a la hoguera, donde ardieron
Y volvemos a contemplar desde el Pont Vieux la silueta a contraluz por la ma?ana, o encendida al atardecer, y regresamos de nuevo al interior de La Cit¨¦ -la ciudad amurallada-, a pesar de que es uno de los centros tur¨ªsticos m¨¢s visitados de Francia y que oleadas de turistas la invaden cada d¨ªa, desmoronando su car¨¢cter invencible, recorriendo su doble cintur¨®n de murallas, paseando por el camino de ronda, por las tortuosas calles empedradas que nos llevan a una plaza llena de restaurantes para invasores como nosotros, o al castillo o a la fant¨¢stica Bas¨ªlica de Saint-Nazaire y Saint-Celse, invasores como nosotros deteni¨¦ndose en el Puente Viejo para atrapar en una sola mirada gran parte de La Cit¨¦.
Pero siempre nos queda, adem¨¢s de Par¨ªs, venir a Carcassonne fuera de temporada, caminar intramuros por la noche, cuando es posible estar solos en una calle de otra ¨¦poca bajo las contraventanas de madera sobre los muros de piedra de las casas medievales, y llegar a una esquina donde aparece un estupendo restaurante sin m¨¢s turistas que nosotros, Le Jardin de Tour, por ejemplo, donde pedir un vino de la zona, un buen vino, y otra cassoulet, una especie de fabada, plato t¨ªpico, y una ensalada con queso, y el postre, y sorprendernos de que no haya que solicitar una revisi¨®n de la hipoteca para poder pagar la cuenta.
Protestas de M¨¦rim¨¦e
Tras el Tratado de los Pirineos, en 1659, Espa?a ced¨ªa a Francia el Rosell¨®n, por lo que la frontera entre ambos pa¨ªses quedaba lejos de Carcassonne, que perd¨ªa entonces su papel de fortaleza de referencia, cayendo la ciudad amurallada, La Cit¨¦, en un lento proceso de abandono que lleg¨® a su cl¨ªmax a mediados del siglo XIX, cuando el Gobierno franc¨¦s se plante¨® derribar las murallas y hubo de surgir un movimiento de protesta encabezado por M¨¦rim¨¦e (el padre de Carmen) para darle la vuelta a la destructiva pretensi¨®n y comenzar una recuperaci¨®n de la ciudad, que ser¨ªa finalmente declarada patrimonio mundial. La recuperaci¨®n fue encargada a Eug¨¨ne Viollet-le-Duc, restaurador de la catedral de Notre Dame de Par¨ªs y otros edificios hist¨®ricos, arquitecto que atacaba el subjetivismo en las restauraciones y que sin embargo actu¨® en Carcassonne seg¨²n su interpretaci¨®n de c¨®mo deb¨ªa ser un castillo, cerrando las torres con c¨²pulas en vez de dejarlas abiertas en terrazas, usando la pizarra en lugar de tejas rojizas, y reconstruyendo totalmente las partes ruinosas. A¨²n se est¨¢ interviniendo para tratar de subsanar esos errores que, aunque ya pertenecen al edificio hist¨®rico, permiten ver la ciudad que crey¨® Viollet-le-Duc, no la que realmente fue.
Fueron los romanos los primeros en fortificar la cima de la colina, pero salt¨¦monos unos mil a?os de nada y lleguemos a comienzos del siglo XIII, 1209, cuando la ciudad se rindi¨® a Sim¨®n de Monfort, que dirig¨ªa la cruzada albigense (albigense viene de Albi, ciudad al norte de Toulouse), lanzada por el Papa y el rey de Francia contra los c¨¢taros.
Con lo de c¨¢taros no nos referimos a un grupo de ar¨¢cnidos entre los que se encuentra la garrapata, es decir, los ¨¢caros -como comentaba un se?or mientras atravesaba el cintur¨®n amurallado de Carcassonne-, sino a los miembros de una secta cristiana que fue considerada her¨¦tica por la Iglesia cat¨®lica. Los c¨¢taros viv¨ªan en pobreza y en extrema castidad y abstinencia, rechazando los sacramentos y que Dios fuese el ¨²nico creador de un mundo que inclu¨ªa el mal, por lo que Inocencio III, el Papa, los declar¨® herejes y predic¨® la cruzada contra ellos. Y nos detenemos en los c¨¢taros porque contaron con muchos seguidores en esta zona de Francia vasalla de Arag¨®n (de hecho, pidieron ayuda a Pedro II el Cat¨®lico, rey de Arag¨®n, que no s¨®lo la prest¨®, sino que particip¨® personalmente en la decisiva batalla de Muret, cerca de Toulouse, muriendo en la misma).
Los c¨¢taros fueron claramente derrotados por esta cruzada, y sus feudos fueron incorporados plenamente a la Corona de Francia, pero nos han dejado numerosos vestigios en el llamado pa¨ªs c¨¢taro, un territorio plagado de castillos y abad¨ªas, de peque?os pueblos por los que apenas parece haber pasado el tiempo, un territorio que merece la pena ser recorrido. Y, ya que estamos en Carcassonne, hagamos algunas rutas desde all¨ª. Una muy bonita y que se puede hacer sin problemas en un d¨ªa es la que nos lleva a Lagrasse y a Minerve, haciendo escala en una bodega para catar alg¨²n vino del que no podremos resistir comprar alguna botella.
Lagrasse
A unos cuarenta kil¨®metros de Carcassonne en direcci¨®n a Narbonne, un poco al sur, circulando por carreteras secundarias con vi?edos a ambos lados, con unos paisajes tan bellos que no nos importar¨ªa conducir 40 kil¨®metros m¨¢s, atravesando algunas aldeas del color de la tierra, llegamos a Lagrasse, en occitano, La Grassa, como lo que vamos acumulando a base de una cassoulet, y otra, Lagrasse, uno de "Les plus beaux villages de France" ("Los pueblos m¨¢s bellos de Francia"), un distintivo que se otorga a localidades con menos de 2.000 habitantes que, adem¨¢s de ser bonitos, cuenten con un importante patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico y cuya pol¨ªtica municipal impida construcciones que perturben la est¨¦tica del pueblo, distintivo que comparte con Minerve y otro pu?ado de poblaciones repartidas por toda Francia.
A las afueras de estos pueblos suele haber una parcela habilitada para dejar los coches, volvernos entonces peatones y poder perdernos por callejones que acaban devolvi¨¦ndonos a la plaza donde ya hemos estado en este callejear; en el caso de Lagrasse, una plaza con antiguos soportales y un mercado cubierto de 1315, al que nos desembocan estrechas calles de piedra entre casas antiguas, casas de amplias ventanas con sus contraventanas sobre los muros recios y austeros, calles en las que nos giramos y nos topamos de repente, al fondo, entre el hueco que dejan las casas, con la iglesia de Saint-Michel y su sobria fachada.
Es una delicia atravesar el Puente Viejo de Lagrasse (Pont Vieux, recuerden), de finales del siglo XII, y detenerse en la parte superior: a un lado, los muros traseros de las viviendas del pueblo; al otro, el camino que llega a la Abad¨ªa Santa Mar¨ªa del Orbieu, cuyo campanario inacabado (en la torre fortificada) se yergue ante nosotros. La abad¨ªa represent¨® un papel muy importante, dominando extensos territorios hasta el siglo XIII, cuando, adem¨¢s de la cruzada albigense, llegaron otras guerras y la peste; qu¨¦ tiempos. La visita es interesante, aunque se agradecer¨ªa una restauraci¨®n m¨¢s cuidada. Impresionan la bodega abovedada y el amplio dormitorio cubierto por un enorme armaz¨®n de arcos, pero lo que realmente llama la atenci¨®n del dormitorio es saber que llegaron a dormir 100 monjes en ¨¦l, todos juntos, aunque cada uno en su cama, como ordena la regla de San Benito, "y sin tener los cuchillos al lado, no sea que vayan a herirse en sue?os". De nuevo en el pueblo podemos comer; no debemos olvidar que en Francia (y en casi todo el mundo) se come bastante m¨¢s temprano que aqu¨ª. Hay un par de restaurantes que est¨¢n bien (en fin, son los dos que hay en el pueblo, pero s¨ª: est¨¢n bien), y otro dando a la carretera, el cual resulta m¨¢s barato, aunque los otros no sean muy caros.
Minerve
Un paseo hasta el coche para digerir mejor la nueva versi¨®n de la cassoulet y rumbo a Minerve. Otros 40 kil¨®metros de carretera secundaria entre vi?edos que van cambiando de color a medida que el d¨ªa avanza. A los lados de la carretera, continuos avisos de bodegas ofrecen catas y venta directa. Elegimos, ya cerca de Minerve, Les Trois Blasons (Los Tres Blasones), donde el amable, simp¨¢tico y octogenario encargado ir¨¢ colocando copas y botellas ante nosotros, que no debemos olvidar que el amigo conductor no ha de beber; ya beber¨¢ a la vuelta, concentr¨¢ndose en la conducci¨®n y en el paisaje de ca?ones, desfiladeros y gargantas, por donde serpentea la carretera (y eso que el conductor no ha bebido) hasta llegar a Minerve.
Minerve, en la ladera de enfrente, y otro puente vieux para llegar al pueblo salvando el r¨ªo, que queda abajo. Calles empedradas, alg¨²n caf¨¦ con terraza dando a donde sea, pues cualquier vista es bonita. Nos dejamos llevar por este pueblo en el que se refugiaron numerosos c¨¢taros en la triste ¨¦poca de la cruzada albigense. Subimos una cuesta y llegamos a una encantadora librer¨ªa que parece excavada en la roca, con varios niveles y unas pocas mesas para tomarse un caf¨¦ entre libros nuevos y viejos. La librer¨ªa est¨¢ en la calle de los M¨¢rtires, y ese nombre viene porque Sim¨®n de Monfort -aquel que dirigi¨® la cruzada y tom¨® Carcassonne- asedi¨® Minerve hasta que por fin entr¨® y condujo por esta calle a la hoguera a 180 c¨¢taros que no abjuraron de su fe (algunos dicen que eran 150; otros, que 190; en fin, un mont¨®n de c¨¢taros), donde ardieron.
Tras tomar un reconstituyente apto incluso para el amigo conductor, tras comprar alg¨²n libro o alg¨²n disco que ha puesto una agradable banda sonora a nuestro caf¨¦, se dibuja de nuevo el pueblo ante nosotros, con calles que suben, bajan, nos llevan a lo que queda de muralla o a la iglesia rom¨¢nica de Saint-?tienne, del siglo XI. Y todav¨ªa un premio en Minerve, un lugar donde celebrar haber llegado hasta aqu¨ª o brindar por los m¨¢rtires c¨¢taros: el restaurante Chantovent, ideal para comer asomados a las formaciones rocosas que se pierden en el abismo.
Tal vez atardece y podemos volvernos para mirar por ¨²ltima vez las casas de piedras con su mejor vista; quiz¨¢ ya es de noche. Cuarenta y cinco kil¨®metros para regresar a Carcassonne y dar otro paseo. No hemos hablado de la ciudad nueva de Carcassonne, del mercado abierto los s¨¢bados por la ma?ana, de sus agradables calles peatonales, y tampoco nos hemos detenido mucho en el interior de La Cit¨¦, en la visita al castillo o en la visita, ¨¦sta obligada, a la bas¨ªlica de Saint-Nazaire y Saint-Celse, con sus preciosas vidrieras, bas¨ªlica que fue catedral hasta 1800, mezcla de rom¨¢nico (el p¨®rtico, la nave central cubierta con una b¨®veda de ca?¨®n) y g¨®tico (el coro). O asomarnos al Canal du Midi, una incre¨ªble obra de la ingenier¨ªa del siglo XVII, 240 kil¨®metros de canal navegable, con un puerto en Carcassonne.
Muchas posibilidades, en fin, para pasar unos d¨ªas en el precioso sur de Francia, repleto de rincones con encanto y de gente amable, a dos horas y media en coche desde Barcelona, adonde poder volar y recoger en el aeropuerto un coche alquilado, con multitud de recorridos posibles plagados de escalas interesantes, con una rica gastronom¨ªa como el foie de la oca, o, mejor, la cassoulet, y el queso, un tipo de queso para cada d¨ªa (pregunten cu¨¢l es el de hoy), y el vino. Y esta buena excusa para aprender o recordar algunas frases de este idioma agradecido. Y de camino, ?por qu¨¦ no?, antes de Perpi?¨¢n ("el centro del mundo", seg¨²n Dal¨ª), desviarnos hasta Collioure, donde muri¨® Antonio Machado, para despu¨¦s atravesar los l¨ªmites del cuento y la historia, pasando al otro lado, ya en Carcassonne.
- Pablo Aranda es autor de Ucrania (Ediciones Destino, 2006).
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Situaci¨®n: Carcassonne se encuentra en la regi¨®n de Languedoc-Roussillon, en el departamento de Aude, a 300 kil¨®metros de Barcelona, 206 kil¨®metros de Girona y 115 kil¨®metros de Perpi?¨¢n. Desde Barcelona, en coche, hay que tomar la AP-7 con direcci¨®n a Francia. Al llegar a la frontera, coger la A-9 (E-15) hacia Perpi?¨¢n y despu¨¦s la A-61 (E-80) hasta Carcassonne.- Prefijo telef¨®nico: 00 33.Dormir y comer- La central de reservas Cl¨¦vacance (www.clevacances.com) agrupa m¨¢s de 25.000 casas de vacaciones, apartamentos y bed & breakfast por toda Francia.- El sello de calidad Logis de France (www.logis-de-france.fr) agrupa m¨¢s de 3.200 peque?os hoteles franceses donde el amor por los detalles y la calidez de la acogida -l'art de recevoir- marcan la norma.La red cuenta con 192 establecimientos en la regi¨®n de Languedoc-Roussillon, 11 de ellos en el departamento de Aude, al que pertenece Carcassonne.- L'Octroi (00 33 468 25 29 08). 106, Avenue G¨¦n¨¦ral Leclerc. Carcassonne. Diecisiete habitaciones a 60 y 70 euros la noche.- Du Pont Vieux (00 334 68 25 24 99). 32, Rue Trivalle. Carcassonne. Entre 56 y 103 euros.- Hotel restaurante Montsegur(00 33 468 25 31 41; www.hotelmontsegur.com). All¨¦e d'I¨¦na, 27. Carcassonne. Un ch?teau de tres estrellas con un siglo de historia. Entre 78 y 98 euros. Suplemento por media pensi¨®n: 70 euros.- Des Trois Couronnes (www.hotel-destroiscouronnes.com; 00 33 468 25 36 10). Situado a la entrada de Carcassonne, cuenta con un restaurante con vistas a la ciudadela. Desde 74 euros.- La Bergerie (00 33 468 26 10 65). All¨¦e Pech Marie, s/n. Aragon.Ocho habitaciones entre 80 y 110 euros.- Chateaux de Violet (00 33 468 78 10 42). Peyriac Minervois. Entre 75 y 150 euros.- Hostellerie des Corbi¨¨res (00 33 468 43 15 22). 9, Boulevard de la Promenade. Lagrasse. Seis habitaciones entre 70 y 90 euros la noche. Con media pensi¨®n, 170 euros.Informaci¨®n- La 'web' oficial de Carcassonne (www.carcassonne.org) ofrece informaci¨®n en espa?ol acerca del patrimonio y rutas por la ciudad medieval.- Oficina de turismo de Carcassonne (00 33 468 10 24 30). Rue de Verdun, 28.- http://minerve-tourisme.com.- Turismo de Aude (033 468 11 66 00; www.audetourisme.com).
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