Aprendices de Einstein en una hora
Flash, la nueva sala interactiva de Cosmocaixa, invita a los ni?os a experimentar
?Basta una hora para convertirse en un cient¨ªfico? Est¨¢ claro que no, pero el nuevo espacio permanente Flash, de Cosmocaixa Barcelona, pretende dar un empujoncito a las posibles vocaciones investigadoras de los ni?os. Como m¨ªnimo, durante la sesi¨®n pueden descubrir por s¨ª mismos c¨®mo la naturaleza modela el paisaje, qu¨¦ efectos tiene la distorsi¨®n de su propia voz o comprobar disfrazados de animales c¨®mo funcionan las sombras chinas.
El espacio, dise?ado por Javier Mariscal, es una extensi¨®n de la sala Clik, de similar planteamiento l¨²dico, pero en el caso de Flash est¨¢ orientada a ni?os mayores, de entre siete y nueve a?os de edad. Son cinco ¨¢mbitos interactivos que pretenden potenciar el pensamiento cient¨ªfico a partir de la experimentaci¨®n, el razonamiento y la comunicaci¨®n.
Los peque?os aprenden ciencia con las actividades interactivas
Transformar la voz, clasificar animales o conocer el efecto de una presa
El pasado jueves, la nueva sala rebosaba de actividad. El grupo, una veintena de cr¨ªos, curioseaba sin parar. La consigna es participar. Pueden hacerlo de forma individual o en grupo, discutiendo lo que se hace entre todos. Por ejemplo, unos cuantos ni?os se juntan ante una ruleta compuesta de animales. Es el m¨®dulo El Arca de Linneo, el naturalista sueco que cre¨® el m¨¦todo de nombrar y clasificar a las especies. Al apretar un bot¨®n, el azar de una ruleta muestra una ara?a; los peque?os deben clasificarla ayudados por cartas y descubrir sus diferencias o rasgos comunes con otros animales.
Otro grupo se arremolina frente al m¨®dulo en el que el hombre modela el paisaje. Ana y Mar¨ªa, compa?eras de colegio, lo tienen claro: "Aqu¨ª hay cosas que no tenemos en la escuela", r¨ªen mientras se divierten con el agua que cae de una nube de mentirijilla. Se refieren, claro, a una monta?a de resina en la que una ducha fabrica lluvia. Con distintas esponjas, los ni?os pueden construir diques o embalses y ver qu¨¦ sucede con el agua que cae.
De hacer caso a los comentarios de estos ni?os, podr¨ªa llegarse a la conclusi¨®n de que los ¨²ltimos estudios sobre el nivel de la educaci¨®n espa?ola son err¨®neos. Sobre todo, si se tienen en cuenta las matem¨¢ticas. "Se me dan muy bien", dice David, de nueve a?os, "pero me cuestan mucho las sociales". Ana y Mar¨ªa coinciden: "Las mates molan". Ana, que va para veterinaria, dice que cuando llevaron a su gato a un especialista le hubiera gustado ponerle la inyecci¨®n "para que no estuviera en celo", dice, "pero no me dejaron". Muy concienciada con la necesidad de cuidar la naturaleza, se queja de que hay amos que no cuidan bien a sus animales.
Realmente, la monta?a que incluye el recorrido de un r¨ªo hasta su desembocadura es como un im¨¢n. Adem¨¢s, Ignacio, un ni?o de 11 a?os, apunta a liderazgo. Mientras habla dirige a otros ni?os m¨¢s peque?os a quienes indica d¨®nde deben colocar las esponjas para que act¨²en de presas. "Desde peque?o", asegura Ignacio, "quer¨ªa ser inventor". Su meta es crear una m¨¢quina del tiempo para conocer c¨®mo ser¨¢ el futuro, pero tambi¨¦n c¨®mo ser¨ªa posible acelerar la construcci¨®n de pisos. El problema es que Ignacio tiene un dilema. Tambi¨¦n le gusta cocinar, "hago cr¨ºpes y todo lo que lleve huevo". Incluso asegura que ha inventado una salsa para la pasta. Entonces, ?te gustar¨ªa m¨¢s ser cocinero o cient¨ªfico? "???Todo!!!". Su hermana Ana, de seis a?os, dice con voz robotizada que ella tambi¨¦n quiere ser inventora. La explicaci¨®n cient¨ªfica del cambio de voz la da Xavier, de 10 a?os de edad. "Ahora sueno a mujer, ahora a un payaso, ?ves?". "En el monitor vemos c¨®mo se transforman las ondas sonoras", explica este ni?o, que parece dominar el tema. Pero su tema fuerte es la qu¨ªmica: "Me gusta mucho estudiarla y hacer experimentos", afirma. A su lado, Gabriel, de nueve a?os de edad, es de Pisa y dice que ha venido a ver a sus abuelos, que viven en Barcelona. "Me gusta mucho la ciencia", dice, "los animales y las plantas, y hacer experimentos cient¨ªficos de todo tipo", sin clarificar cu¨¢les.
Otros peque?os juegan a crear dunas de arena en un cubo y, en un conjunto de bolas de acero suspendidas, visualizar la propagaci¨®n de las ondas en tres dimensiones.
En el Jard¨ªn de las Sombras, los ni?os pueden disfrazarse de rat¨®n u otros animales, o utilizar las manos, para que otros peque?os vean c¨®mo producen sombras chinas; a¨²n se encuentra en preparaci¨®n un sistema que permitir¨¢ que sus sombras interact¨²en con im¨¢genes generadas por ordenador. Una maqueta desmontable les permite construir el museo Cosmocaixa a escala, interpretando los planos.
Al final de la sesi¨®n, Mireia, la monitora, re¨²ne a todos los peque?os cient¨ªficos para que repasen los descubrimientos que han hecho. El debate est¨¢ servido. Alguno, como un peque?o, brama con voz de robot gal¨¢ctico R2D2, y la monitora, cari?osamente, le incita a participar en el grupo: "?A ti no te gustar¨ªa ser cient¨ªfico?".
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