El drama de un vasco en oxford
Finales de marzo de 2007. Hace un viento helador. El d¨ªa m¨¢s fr¨ªo del rodaje. A Alex de la Iglesia s¨®lo le falta cubrirse las capas que lleva encima con papel de aluminio. En la calle Broad de Oxford (Reino Unido), agitada siempre por alumnos, profesores y bicicletas, un estudiante entusiasmado camina con un viejo profesor. Discuten acaloradamente. "Eso no es cierto, es una opini¨®n", dice el hombre mayor. Se llama Arthur Seldom y es un profesor de matem¨¢ticas veterano y s¨®lido. "Podr¨ªamos tener la absoluta certeza si confi¨¢ramos en la palabra de los testigos o lo vi¨¦ramos con nuestros propios ojos; yo conf¨ªo en mis ojos", le contesta Martin, joven estudiante de l¨®gica, mientras tropieza en un agujero de la calle y cae. "Las cosas est¨¢n aqu¨ª, bajo nuestras narices. No hay ninguna duda. ?Estos malditos adoquines existen!", contin¨²a Martin, y toca el suelo con la mano, "?o puede usted refutar una cosa as¨ª? No puede".
Seldon y Martin intentan desentra?ar un asesinato. Cada uno busca sus propias razones en la matem¨¢tica o la l¨®gica. Se han conocido hace poco. A la Universidad de Oxford ha llegado Martin, estudiante norteamericano, con la intenci¨®n de que Seldon, un afamado catedr¨¢tico de l¨®gica, le dirija su tesis doctoral. Se encuentran por primera vez en el sal¨®n de una casa en las afueras de la ciudad, donde comparten un descubrimiento: el cuerpo de una anciana asesinada. La muerte de esta mujer no es sino el primero de una serie de asesinatos con inquietantes puntos en com¨²n. Cada uno de ellos viene acompa?ado de un mensaje, un signo diferente que, muerte a muerte, va dando forma a una serie cuya l¨®gica deber¨¢n descifrar ambos. Uno prefiere la l¨®gica; otro, la matem¨¢tica. Recorren un camino donde se esconden enigmas y preguntas. ?Hay algo de verdad? ?Qui¨¦n es el asesino? ?Existe una l¨®gica oculta? ?Con qui¨¦n est¨¢n jugando?
La secuencia no ha durado mucho, para placer de todos, director y actores. Tambi¨¦n para el equipo y las decenas de admiradoras, la mayor¨ªa japonesas, que se lanzan en masa al descubrir la verdadera identidad de Martin. Es Elijah Wood, el famoso Frodo de El se?or de los anillos. Sacan sus c¨¢maras y sus tel¨¦fonos m¨®viles y buscan como pose¨ªdas la manera de acercarse al actor. No tiene apenas protecci¨®n, pero se le ve absolutamente relajado y adem¨¢s suelta risotadas. Parece un estudiante m¨¢s, delgado y simp¨¢tico. "Nada de fotos, por favor, nada de flash", pide una y otra vez el ayudante de direcci¨®n. Al profesor Seldon no le persiguen, pero deber¨ªan. Es John Hurt, uno de los int¨¦rpretes m¨¢s s¨®lidos e inteligentes de la escena teatral y cinematogr¨¢fica, inolvidable en tantos t¨ªtulos (Dogville, Harry Potter, Contact). Es maduro y atractivo.
Elijah Wood y John Hurt son los protagonistas de Los cr¨ªmenes de Oxford, la pel¨ªcula del realizador vasco Alex de la Iglesia que se estrena el pr¨®ximo d¨ªa 18. Basada en la novela del mismo t¨ªtulo del escritor argentino Guillermo Mart¨ªnez, comienza con un asesinato, y el motor de la historia se centra en el deseo del espectador por descubrir al asesino. Rodada durante nueve semanas y un d¨ªa en Oxford y Londres, Los cr¨ªmenes de Oxford es una producci¨®n mayoritariamente espa?ola (Tornasol Films y Estudios Picasso), tambi¨¦n francesa y brit¨¢nica, que se ha rodado en ingl¨¦s con un presupuesto de ocho millones de euros, sin incluir copias ni publicidad. Y junto a Wood y Hurt est¨¢ la actriz espa?ola Leonor Watling, la que, en medio de la l¨®gica y la matem¨¢tica, representa la carne, la visceralidad. La que tiene los pies en la tierra, la m¨¢s sana y clara, tambi¨¦n la m¨¢s b¨¢sica, aunque, como todo en el filme, con su correspondiente lado oscuro. Los tres forman un tri¨¢ngulo enigm¨¢tico en las brumas m¨¢s misteriosas de Oxford.
El director ha ido plasmando, d¨ªa a d¨ªa, en un blog sus impresiones. Ah¨ª dej¨® constancia de su cansancio y su pasi¨®n. Lo ha hecho con el coraz¨®n, quiz¨¢ con demasiado coraz¨®n. No se ha ahorrado nada. Ni halagos, ni enfados, ni tan siquiera autocr¨ªticas.
Hoy recibe la visita de algunos periodistas venidos de Londres, y est¨¢ especialmente tranquilo, pero muy serio, casi parece preocupado. Adem¨¢s ha venido su hermana Arantxa a estar con ¨¦l. Preocupado ha estado siempre a lo largo del rodaje. S¨®lo se relaja en la habitaci¨®n del hotel de carretera, cercano a Oxford, donde duerme el equipo. Y es en esos momentos de intimidad, cuando no puede dormir o se agobia por tener que poner una lavadora y secar la ropa para viajar al d¨ªa siguiente a Londres, cuando se sincera de verdad. "Como no puedo dormir y no tengo a nadie a quien contar mis pesadillas nocturnas, las cuelgo en la Red", confiesa. Ese mismo d¨ªa de marzo escribe en el blog: "Hoy hemos tenido una aparici¨®n estelar: el equipo de televisi¨®n se me meti¨® en un plano. De pronto, unos tipos al fondo con una c¨¢mara. 'Corten'. Los de televisi¨®n, tan felices. 'Ah, ?se nos ve?'. S¨¦ que la televisi¨®n est¨¢ con el cine espa?ol, pero un consejo: no os lo tom¨¦is tan al pie de la letra. Un abrazo desde aqu¨ª con cari?o. Ya se me ha pasado el cabreo".
Hay varias cosas que se estrenan con Los cr¨ªmenes de Oxford, segundo proyecto internacional de Alex de la Iglesia tras Perdita Durango. Lo primero, un nuevo campo para un realizador que deja atr¨¢s un cine con estilo propio y se adentra en un thriller duro, seco y tr¨¢gico, de compostura cl¨¢sica, alejado de t¨ªtulos como Crimen ferpecto, La comunidad o El d¨ªa de la bestia. Tambi¨¦n se estrenan en el cine espa?ol dos potentes estrellas del panorama mundial: Elijah Wood y John Hurt. "Qu¨¦ placer trabajar con ellos, moverlos en la secuencia, decidir su interpretaci¨®n, marcar sus intenciones, discutir cada detalle, controlar su fuerza, establecer sus movimientos, construir el plano", narra De la Iglesia en el blog.
Lo que no cuenta es el encuentro que mantuvo con cada uno cuando les hizo llegar el gui¨®n y se cit¨® con ellos. Con Wood, el encuentro fue en un caf¨¦ de Nueva York. A la media hora, el actor norteamericano ya sab¨ªa que iba a trabajar con el realizador espa?ol. "No conoc¨ªa sus pel¨ªculas", dice en una lujosa habitaci¨®n de un hotel madrile?o. "Las vi una vez que le conoc¨ª y le hab¨ªa dicho que s¨ª al proyecto. Me encantaron, pero, sobre todo, me fascin¨® ¨¦l. Es una persona pasional y divertida, con un lado oscuro y negro al que le sabe sacar su punto m¨¢s c¨®mico. El gui¨®n que me present¨® me enganch¨® por ese misterio criminal contado de manera tan distinta, con las matem¨¢ticas como forma de deducci¨®n. Supe que no pod¨ªa dejar pasar la oportunidad de trabajar con ¨¦l, que no le pod¨ªa decir que no".
Wood habla tambi¨¦n con aparente normalidad de otro de sus estrenos en el filme: por primera vez, a sus 26 a?os, ha protagonizado una escena de sexo. Y lo ha hecho con Leonor Watling, Lorna en la pel¨ªcula. S¨®lo fue al final de la escena cuando el actor le confes¨® a su compa?era que hab¨ªa sido la primera vez. "Leonor es tan bella", explica, "me proporcion¨® comodidad. Ayud¨® mucho la relaci¨®n que establecimos desde un principio". Watling le quita importancia: "Yo le ayud¨¦, pero ¨¦l tambi¨¦n a m¨ª".
La voz de John Hurt embelesa, atonta: "No tiene ning¨²n m¨¦rito, es la voz de mi familia; mi padre y mi hermano tambi¨¦n la tienen". El almuerzo primero de Hurt con Alex de la Iglesia fue en Londres. El actor brit¨¢nico lo recuerda bien: "Entr¨® como un torbellino. Conversamos durante unos 45 minutos. ?l me dijo: 'Est¨¢s ante el director m¨¢s equivocado para esta pel¨ªcula'. 'Estupendo', le dije yo, 'porque est¨¢s delante del actor m¨¢s equivocado para ella. Nos vamos a entender".
Y vaya si lo hicieron. Hurt y Wood hablan maravillas del realizador. "Quiero trabajar con directores que tengan una visi¨®n especial de las cosas, y Alex sin duda la tiene", asegura Wood, que no hace alarde de su poder en el mundo del cine. Se siente como un miembro m¨¢s del equipo, como qued¨® demostrado durante el rodaje en Inglaterra, cuando por las noches se sentaba en el hall del hotel de carretera con todos sus compa?eros y t¨¦cnicos y re¨ªa a carcajadas.
A Hurt se le ve¨ªa menos en los descansos. Por algo estaba en casa. "Lo que m¨¢s destaco de Alex, adem¨¢s de su pasi¨®n y su fuerza, es la falta absoluta de miedo ante la inteligencia del p¨²blico. Su cine, y m¨¢s concretamente esta pel¨ªcula, incita al espectador a pensar".
De lo que piensa el director de sus dos int¨¦rpretes hay ejemplos a centenares en el blog. Uno: "Hurt es una especie de transmisi¨®n de emociones de alto voltaje. Elijah es transparente". Otro: "Elijah me volvi¨® a demostrar ayer que es posible ser elegante, educado y el m¨¢s grande de los profesionales, al mismo tiempo que estar literalmente muerto de cansancio. No tengo palabras. Gracias. Elijah, de mayor quiero ser como t¨²" (marzo de 2007).
En medio de esta potente pareja, la m¨¢s bella, Leonor Watling, la mujer por la que ambos se pierden y no se pierden. Watling ya hab¨ªa trabajado con el realizador en una peque?a serie para televisi¨®n. "Es tan pasional y energ¨¦tico?", dice. "Para una actriz, que te llamen una vez es genial, pero que vuelvan a hacerlo una segunda es precioso". El personaje de Leonor, Lorna, es una enfermera espa?ola en Inglaterra. Ella es la testigo del enfrentamiento entre profesor y maestro, entre dos formas diferentes de ver la vida, como en los grandes cuentos cl¨¢sicos. "Ellos est¨¢n en el mundo de la raz¨®n, y yo estoy m¨¢s en el del coraz¨®n".
Y entre coraz¨®n y raz¨®n, muchas preguntas y muchos juegos. Por algo, Alex de la Iglesia dice que Los cr¨ªmenes de Oxford es como un castillo lleno de trampas.
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