Ivo y su banda de 100 rompecostillas
La fuga de un secuestrado permite desarticular una banda de b¨²lgaros especializada en ajustes de cuentas
El 6 de septiembre pasado, un tipo enorme, con la cara deformada por los golpes y la sangre, lleg¨® cojeando a una gasolinera de la provincia de Toledo. Daba la impresi¨®n de que hab¨ªa surgido de ninguna parte. Con una mano se sujetaba el dolor de las costillas rotas. Por su aspecto parec¨ªa de Europa del Este. Casi no hablaba. Carec¨ªa de cualquier otro tipo de documentaci¨®n. Los empleados de la gasolinera decidieron conducirlo al hospital.
Al hacerlo, le salvaron la vida dos veces: porque las heridas que arrastraba eran peligrosas y porque la banda de matones de la que acababa de escapar lo era a¨²n m¨¢s. Al no morirse -como estaba previsto por sus captores- este hombre sin carn¨¦ de identidad se convirti¨® en una pieza discordante en un episodio truculento de venganzas y ajustes de cuentas entre grupos rivales del crimen organizado.
Golpeaba con brutalidad y m¨¦todo: a cada pu?etazo, le part¨ªa una costilla
Estos profesionales de la violencia hacen lo que rechazan otros delincuentes
Hace una semana, la delegada del Gobierno de Madrid, Soledad Mestre, calcul¨® que, s¨®lo en la Comunidad de Madrid, operan 15 bandas de este tipo. Seg¨²n explican varios mandos policiales, estos grupos se reparten, en general, por nacionalidades y por delitos: los albano-kosovares se han hecho con los asaltos a chal¨¦s, como en el caso del ventr¨ªlocuo Jos¨¦ Luis Moreno; los rumanos, con el robo y el duplicado de tarjetas de cr¨¦dito, un negocio sordo, que no causa mucha alarma debido a que la v¨ªctima ¨²ltima acaba siendo la compa?¨ªa de seguros pero que mueve millones de euros. Las bandas de b¨²lgaros se especializaron en un principio en el robo y la venta ilegal de coches de lujo pero hace a?os se apropiaron de la seguridad de la mayor¨ªa de las discotecas en Madrid. De ah¨ª han pasado a negocios m¨¢s sucios y m¨¢s lucrativos.
La historia del hombre desangrado que surge de pronto en una gasolinera de Toledo y el rompecabezas de su caso ha permitido al grupo de secuestros de la Polic¨ªa de la Comisar¨ªa General de la Polic¨ªa Judicial desactivar una de estas bandas b¨²lgaras, una de las m¨¢s violentas, compuesta por m¨¢s de 100 matones y comandada por Rafi Ven¨ªan, m¨¢s conocido como Ivo. La desarticulaci¨®n permite tambi¨¦n saber c¨®mo operan estos grupos violent¨ªsimos que se mueven en la sombra.
Ivo es b¨²lgaro, tiene 35 a?os, llevaba m¨¢s de 10 en Espa?a y regentaba una empresa encargada de proveer de porteros y de vigilantes a muchas discotecas de Madrid. Cuando se enter¨® de que la polic¨ªa le buscaba por el caso del tipo de la gasolinera desapareci¨® de Espa?a junto a sus dos lugartenientes, Catalin Estefan, Cata y Atanas Bozhilov, Nasco. Los tres est¨¢n en busca y captura.
Ivo y sus dos generales son profesionales de la violencia, amantes de los gimnasios, de los anabolizantes, del k¨¢rate, de la halterofilia y de liquidar las cosas a lo bestia sin que trascienda jam¨¢s. No beben. No se drogan. Viven por la noche, pero de forma abstemia, tambi¨¦n profesional. Su banda mafiosa no s¨®lo se encargaba de colocar gorilas a la puerta de las discotecas. Tambi¨¦n aceptaba encargos complicados, trabajos sucios (extorsiones, palizas por encargo, cobro de deudas dif¨ªciles de cobrar, venganzas sobre mafiosos traidores...), esto es, labores peligrosas que otros delincuentes no quer¨ªan o no se atrev¨ªan a llevar a cabo.
Hace unos meses, otro mafioso contrat¨® a la banda de Ivo para cobrar una deuda impagada, ?droga? ?blanqueo? ?coches robados? Cata, Nasco y los otros se pusieron en marcha. Localizaron al deudor. Y le tendieron una trampa. "Secuestraron a un amigo del deudor, le hicieron que llamara por tel¨¦fono a la v¨ªctima y que quedara con ¨¦l en una cafeter¨ªa de un centro comercial de Gand¨ªa a las cinco de la tarde", explica un inspector del grupo de Secuestros.
La v¨ªctima, en vez de su amigo se encontr¨® con los hombres de Ivo. Neg¨® tener el dinero solicitado. Se lo llevaron a un lugar apartado. Cata, un hombre de m¨¢s de 1,90, comenz¨® a golpearle con tanta brutalidad como m¨¦todo: a cada pu?etazo le part¨ªa una costilla; y para estar seguro de que lo hab¨ªa hecho, palpaba su cuerpo para comprobarlo. Si no se la part¨ªa al primer intento, golpeaba de nuevo.
Lo introdujeron en el maletero de un coche. Ensangrentado, dolorido, con varias costillas rotas y la certeza de que iba a morir, not¨® c¨®mo el autom¨®vil se pon¨ªa en marcha.
"Se dirigieron a Toledo, utilizando tres coches, dos sirvieron de lanzaderas para evitar controles de tr¨¢fico de la Guardia Civil", asegura el inspector, que a?ade: "En ning¨²n momento se les vio por las c¨¢maras de circuito cerrado que graban en el centro comercial. Sab¨ªan d¨®nde estaban y sab¨ªan apartarse. Son profesionales de la seguridad. Y lo aplicaron".
Llegaron de noche a una finca de la provincia de Toledo. All¨ª siguieron golpeando al secuestrado. Le despojaron del pasaporte, de la tarjeta de identidad. Le dieron casi por muerto. Le dejaron en la casa custodiado por un miembro espa?ol de la banda. El plan era extorsionar a un amigo del secuestrado para conseguir los millones exigidos. En el fondo, que la v¨ªctima estuviera viva o no, era lo de menos. Ivo y sus hombres dejaron Toledo dispuestos a ponerse en contacto con el amigo al d¨ªa siguiente.
Pero el hombre ensangrentado estaba vivo. De madrugada, consigui¨® zafarse de su guardi¨¢n, hiri¨¦ndole con el mismo cuchillo jamonero que ¨¦ste empleaba como arma. Se escap¨® por una ventana. Camin¨® guiado por las luces y el sonido de los coches que pasaban por la autopista. Al amanecer, se aproxim¨® a una gasolinera, donde casi no pudo decir nada. Se qued¨® inconsciente camino del hospital.
Ese mismo d¨ªa, mientras el deudor dormitaba medio muerto sin que ning¨²n m¨¦dico o enfermera supiera ni qui¨¦n era ni qui¨¦n le hab¨ªa puesto as¨ª, su amigo recib¨ªa una llamada. Le ped¨ªan cerca de 900.000 euros, la deuda contra¨ªda m¨¢s los intereses que juzgaron convenientes. A cambio le garantizaron la vida del secuestrado. El amigo, que conoc¨ªa a la banda de Ivo, decidi¨® que carec¨ªa de la fuerza y la valent¨ªa suficientes como para escapar -tanto ¨¦l como su amigo- del canje con vida. Y se puso en manos de la polic¨ªa.
"A partir de ese momento nos hicimos con el caso", explica el agente del grupo de secuestros. Un polic¨ªa experto en negociar con secuestradores le acompa?¨® permanentemente a fin de aconsejarle cuando llamaban. Desde el principio, este agente sospech¨® que la v¨ªctima estaba muerta porque jam¨¢s daban pruebas de lo contrario.
Las conversaciones cruzadas son espeluznantes:
-Acabamos de llegar de vacaciones. Hemos tenido un accidente con tu amigo. A ver c¨®mo lo arreglamos ?Cu¨¢nto dinero tienes?
-Necesito saber si ¨¦l est¨¢ vivo, o c¨®mo est¨¢, d¨ªmelo, aunque est¨¦ ciego...
-Vale. Ya te llamo.
Una semana despu¨¦s, el amigo recibe una llamada sorprendente: la v¨ªctima, recuperada ya, le informa de d¨®nde est¨¢.
"A partir de ah¨ª, ya m¨¢s tranquilos, preparamos un dispositivo para atrapar a los secuestradores. Concertamos una cita, para el d¨ªa 18 de septiembre, y acudieron dos miembros. No eran los jefes, que no se arriesgan en esas operaciones", dice el polic¨ªa.
A la cita acudieron dos miembros inferiores de la banda, que fueron arrestados por los GEO. Los cabecillas, que no se arriesgan en esas operaciones, olfatearon el peligro y huyeron. "Pero, por primera vez, tenemos testigos de estos ajustes de cuentas que van a declarar contra esa mafia. Por lo general, eso no ocurre. Por lo general, acaban muertos. Por eso ya no creemos que los jefes vuelvan a Espa?a", dice el jefe del grupo de Secuestros de la Polic¨ªa.
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