?Fragilidad financiera?
Nadie sabe si en 2008 se producir¨¢ una recesi¨®n mundial. O si Europa y Estados Unidos disfrutar¨¢n de un aumento moderado de puestos de trabajo y rentas. ?Por qu¨¦ esta nueva ignorancia?
Las burbujas inmobiliarias ascendentes seguidas de burbujas inmobiliarias descendentes son una historia muy muy vieja en los libros de texto sobre econom¨ªa. A veces, dichas burbujas han sido tan vol¨¢tiles como para poner toda la econom¨ªa en una sucesi¨®n de recesiones y recuperaciones. El mecanismo era sencillo. Cuando el precio de las viviendas se torc¨ªa, las familias ten¨ªan dificultades para pagar los intereses mensuales de su hipoteca. Por lo tanto, el gasto en otras necesidades y lujos tend¨ªa comprensiblemente a caer despu¨¦s de que estallase la burbuja inmobiliaria. Adem¨¢s, los puestos de trabajo y los salarios en la construcci¨®n ca¨ªan cuando los precios de la vivienda bajaban.
Ni el gobernador del Banco de Inglaterra ni el presidente de la Fed pueden hacer hoy c¨¢lculos precisos de cu¨¢nta quiebra ya est¨¢ predestinada
Los actuales bancos centrales pensaban que sab¨ªan "capear esos vientos". El Banco de Inglaterra, la Reserva Federal estadounidense y el nuevo Banco Central Europeo bajar¨ªan sus tipos de inter¨¦s en los malos tiempos para reducir y compensar unos pagos hipotecarios gravosos.
De igual modo, cuando el PIB aumentaba con tanta rapidez como para amenazarnos con tasas de inflaci¨®n por encima del 3%, los bancos centrales pisaban el freno subiendo los tipos de inter¨¦s oficiales. Eso, por lo general, enfriaba los tiempos de auge y con mucho empleo.
?Cu¨¢l es aqu¨ª el nuevo elemento que difiere de los sencillos altibajos hist¨®ricos del sector inmobiliario? Para m¨ª, tres palabras lo resumen: moderna ingenier¨ªa financiera. ?Qu¨¦ abarca esto? Abarca nuevos derivados financieros: "opciones de venta" que te gratifican cuando las acciones de IBM o los bonos del Estado estadounidense a 10 a?os bajan de precio. Y "opciones de compra" que te recompensan de un modo apalancado cuando tu acci¨®n o tu bono est¨¢n subiendo de precio. Incluye todas las nuevas variedades de obligaciones garantizadas que las empresas y los bancos se permiten mantener fuera de sus cuentas de resultados.
El a?o pasado, cuando bancos peque?os de todas partes gestionaban hipotecas sobre viviendas locales, vend¨ªan a partes desconocidas un paquete de hipotecas buenas y malas.
Estados Unidos no ha enviado al extranjero g¨¦rmenes de viruela o carbunclo. Pero lo que s¨ª ha hecho, gracias a la liberalizaci¨®n establecida por las decisiones de los reguladores de Bush, es exportar paquetes de queso (hipotecas) bueno, queso delictivamente malo y queso intermedio. Todas recibieron una calificaci¨®n de seguridad AAA de los tres organismos de calificaci¨®n principales, una broma realmente de mal gusto y cara.
Los nuevos miles de fondos de cobertura eran algunas de las almas c¨¢ndidas dispuestas a comprarlos, pero no con el dinero de sus gestores, sino con el dinero de sus clientes inversores. Se hab¨ªa perdido toda transparencia. Y nadie, ni siquiera los mayores bancos y los bancos de inversi¨®n, entendi¨® que se estaban endeudando en exceso (no 2 a 1 ni 5 a 1, sino quiz¨¢ 25 a 1). Ni Alwyn King, gobernador del Banco de Inglaterra, ni Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, pueden hacer hoy c¨¢lculos precisos de cu¨¢nta quiebra est¨¢ ya predestinada.
Los historiadores futuros echar¨¢n la culpa en parte a la presidencia republicana de Bush y Cheney. Puede que en otro tiempo la presidencia republicana fuese buena para el mercado burs¨¢til y para la prosperidad comercial. Cuando Calvin Coolidge sesteaba con regularidad en la Casa Blanca, se produjo el auge de Wall Street de la d¨¦cada de 1920.
Pero es verdad que los tiempos cambian. La ciencia avanzada puede ayudar enormemente a la humanidad. Tambi¨¦n puede crear bombas at¨®micas para matar a cientos de miles de personas. Con la ingenier¨ªa financiera pasa lo mismo. Con una reglamentaci¨®n adecuada y con transparencia ¨®ptima puede repartir con eficacia los riesgos y, en ese sentido, reducir el riesgo intr¨ªnseco. Pero sin transparencia, y careciendo de conocimientos sobre la aritm¨¦tica del endeudamiento canceroso, podr¨ªa hacer m¨¢s fr¨¢giles las finanzas modernas.
Mi ¨²ltima frase acaba, como debe ser, con un interrogante. El tiempo dir¨¢.
(c) 2007, Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services.
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