Un padrenuestro en cada partido
El ritual es importante, m¨¢s cuando te esperan como m¨ªnimo 82 partidos en seis meses o, esperemos que en nuestro caso, bastantes m¨¢s. El viernes, muletas en ristre, estuve como siempre con el equipo en el vestuario y m¨¢s o menos segu¨ª el protocolo previo al partido contra los Pistons. Llegamos dos horas antes del inicio. En primer lugar, disponemos de un tiempo que unos dedican a vendarse, otros a realizar ejercicios en el gimnasio y algunos a seguir un oficio religioso que dura unos 10 minutos y se celebra en la capilla con la que cuentan todos los pabellones en los que jugamos.
A continuaci¨®n, realizamos un primer precalentamiento divididos en grupos: aleros, p¨ªvots y bases. Muchas veces Bargnani y yo, que somos ala-p¨ªvots, participamos en los dos grupos. Un inciso: como en la NBA no hay mucho tiempo para preparar los partidos en la cancha, es mayor el trabajo de v¨ªdeo y de charlas y reuniones. La ma?ana antes de cada encuentro trabajamos tambi¨¦n por grupos con entrenadores espec¨ªficos: Alex English, con los p¨ªvots; Jay Triano, con los bases; y Mike Evans, con los aleros.
Sigamos con nuestro quehacer en las dos horas antes de los partidos. Tras ese primer precalentamiento, dedicamos un rato a leer el scouting (datos sobre el rival). En los papeles que nos facilitan se consignan los porcentajes de triples, de tiros libres, los rebotes, en fin, casi todas las caracter¨ªsticas de cada equipo rival y listas de qui¨¦nes son los mejores jugadores en cada uno de los apartados, adem¨¢s de describir las caracter¨ªsticas principales de cada jugador: si le gusta penetrar, si tiene tendencia a acercarse al poste bajo, a manejar el bal¨®n con la izquierda o con la derecha, ese tipo de cosas. Al final a?aden un par de hojas donde te describen espec¨ªficamente a cada uno de los dos o tres jugadores que te puede tocar marcar. De haber podido jugar contra los Pistons, en mi caso me hubieran informado sobre Rasheed Wallace, Prince, Maxwell e incluso Walter Herrmann, aunque no jug¨®. Te recuerdan desde donde tiran m¨¢s, los n¨²meros de lanzamientos que suelen intentar, etc¨¦tera...
Cuando quedan unos 40 minutos para el partido, empieza la charla de Sam Mitchell, nuestro entrenador, que dura entre 10 y 15 minutos. Acto seguido saltamos todos al centro de la cancha. Faltan unos 20 minutos y nos conjuramos; los m¨¢s veteranos siempre tienen algo que decir. Cada uno tiene sus man¨ªas. Yo les doy a todos un golpe en el pecho. Ahora, como estoy lesionado, resulta que son mis compa?eros los que, para recibir mi toque m¨¢gico desfilan uno por uno por la camilla donde me suelen tratar durante algunos minutos.
Despu¨¦s solemos hacer una rueda durante seis o siete minutos. Paramos para escuchar los himnos canadiense y estadounidense. Seis o siete minutos m¨¢s de tiro o unos contra uno hasta que, cuando faltan cuatro minutos para el inicio del partido, hacemos otra rueda ya con mucha m¨¢s intensidad.
Tampoco hay tantas diferencias respecto a lo que se hace en Europa, s¨®lo peque?os detalles. A m¨ª, por ejemplo, me llama la atenci¨®n que cuando acaba la charla el entrenador en el vestuario nos ponemos a rezar en c¨ªrculo un padrenuestro. Creo que casi todos los equipos hacen lo mismo. Tambi¨¦n me llama la atenci¨®n que, desde una hora y cuarto antes hasta que quedan 40 minutos para el principio del partido, los periodistas pueden entrar en los vestuarios, moverse libremente y hacer entrevistas. Eso s¨ª que contrasta con Europa, porque hay jugadores a los que les gusta relajarse, bromear, leer o escuchar m¨²sica. Desde que entras al pabell¨®n hasta que te vas, la c¨¢mara de Raptors TV te puede seguir, excepto en la charla t¨¦cnica. En la parte interior de la puerta del vestuario tenemos un reloj digital que va conectado con el del pabell¨®n y que es el que nos marca el horario. En punto.
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