La prostituci¨®n abandona la calle
Ha bajado un 68% en cinco a?os, desplaz¨¢ndose a los pisos y grandes clubes - Euskadi suma unas 1.800 trabajadoras del sexo, poco m¨¢s que en 2002
"Hay m¨¢s seguridad, claro, est¨¢n los camareros y los seguratas. Si la chica grita est¨¢n las compa?eras al lado". Una prostituta explica as¨ª un fen¨®meno que cualquiera que recorra la bilba¨ªna calle de Las Cortes y sus aleda?os habr¨¢ notado: las trabajadoras del sexo han abandonado definitivamente las calles para instalarse en pisos y en clubes de alterne.
"Hay m¨¢s seguridad, claro. Si la chica grita est¨¢n las compa?eras al lado"
Est¨¢ creciendo la demanda para mantener relaciones sin preservativo
El segundo informe global sobre prostituci¨®n en Euskadi que realiza Emakunde (el anterior se elabor¨® en 2002), que incluye numerosos testimonios de trabajadoras del sexo, revela que en s¨®lo cinco a?os el n¨²mero de mujeres que se prostituyen en la calle ha ca¨ªdo un 68%. Un total de 1.820 mujeres ejercen esta actividad en Euskadi, el 2% m¨¢s que en 2002.
Las subsaharianas y las toxic¨®manas son las ¨²nicas que siguen exponi¨¦ndose a esta modalidad, menos segura y en la que las tarifas son inferiores, indic¨® Izaskun Moyua, directora de Emakunde. Los pisos se han multiplicado y los clubes de alterne est¨¢n cada vez m¨¢s concetrados: hay menos locales (los peque?os desaparecen ante la competencia de macroclubes) para las mismas empleadas.
El servicio bilba¨ªno de atenci¨®n a prostitutas Askabide apunta que esa realidad responde a "la pol¨ªtica clara de dispersi¨®n e invisibilizaci¨®n" que practican los ayuntamientos "para que no se las vean". Ello dificulta el acceso de las trabajadoras sociales a las prostitutas, critica.
Emakunde ha tomado postura por primera vez respecto al debate m¨¢s controvertido del feminismo: abolici¨®n o regularizaci¨®n. Tras concluir que la prostituci¨®n es fruto de la desigualdad de sexos y la pobreza y que perpet¨²a el rol de objeto sexual de las mujeres, Moyua propuso una tercera v¨ªa: sensibilizar contra el consumo de servicios sexuales y combatir a la vez la exclusi¨®n de las prostitutas con medidas en sanidad, vivienda, inserci¨®n laboral y asesor¨ªa legal.
Askabide echa en falta especialmente aqu¨¦llas relacionadas con la seguridad: "Sufren agresiones verbales y vejaciones. Hay que ofrecerles sistemas de telealarma para la calle y generalizar las alarmas en las habitaciones". "Un cliente no sabes si es drogadicto, asesino... no sabes si te va a pegar, si te va a robar", lamenta una habitual de la calle en el informe.
Adem¨¢s, la asociaci¨®n reclama el derecho al descanso para unas mujeres que trabajan las 24 horas del d¨ªa. "No tengo horario. Llevo el m¨®vil y me llaman", afirma una de las que trabajan en pisos. Otra cuenta que s¨®lo le dejan bajar a la calle una hora al d¨ªa. Askabide recuerda que muchas se han endeudado para emigrar y los sueldos del servicio dom¨¦stico no alcanzan. "Por venir pagu¨¦ 15.000 euros. Y algunos jefes son muy malos. Si no pagas, pueden meterse con tus padres", relata una extranjera. El estudio precisa que cobran entre 60 y 120 euros por servicio.
"Esto es una forma de violencia"
El perfil de Bianca, una transexual brasile?a de 21 a?os, coincide a la perfecci¨®n con la fotograf¨ªa que muestra Emakunde: la mayor¨ªa son inmigrantes en situaci¨®n irregular y las transexuales cada vez m¨¢s solicitadas por los clientes. Bianca trabaja en un piso por cuenta propia: "Nadie me da ¨®rdenes y no tengo que compartir el dinero", declara a EL PA?S. Dice ganar "mucho dinero" (no concreta cu¨¢nto), pero echa en falta la cobertura sanitaria y reconoce que quiere "cambiar de vida, tener una vida normal".
Desea encontrar un trabajo "menos fuerte, por ejemplo camarera", pero se muestra consciente de la discriminaci¨®n m¨²ltiple que sufre por ser mujer, inmigrante, brasile?a y transexual, lo que dificulta al m¨¢ximo su reinserci¨®n laboral. Bianca lleva ya dos a?os en Espa?a, en los que no ha ejercido ninguna otra profesi¨®n. En Brasil finaliz¨® sus estudios de segundo grado y cuenta que trabajaba como vidente. "Alguien que tambi¨¦n se dedicaba a esto me prometi¨® que en Espa?a cumplir¨ªa mis sue?os. Le cre¨ª y al llegar me sent¨ª enga?ada, pero ahora estoy mejor", recuerda.
Su familia sabe a qu¨¦ se dedica: "No lo aceptan, pero ya saben que no puedo hacer mucha cosa. Tenemos que trabajar y estamos fuera de nuestro pa¨ªs". Tiene claro que la prostituci¨®n supone "una forma de violencia para cualquier persona, pero las mujeres siempre tenemos m¨¢s que perder, se nos respeta menos". Ella tiene miedo a que le vuelvan a violar o pegar: "Ya estoy acostumbrada y aprendo a defenderme; hay mucha gente muy loca".
Las inmigrantes (latinoamericanas, subsaharianas y europeas del Este) representan del 85 al 90% del colectivo. La mayor¨ªa, como ella, no tienen papeles. "La ley de Extranjer¨ªa no permite a las inmigrantes trabajar de modo normalizado, lo que las mantiene en los trabajos peor vistos y menos valorados, y con mayor desprotecci¨®n y vulnerabilidad", apunta portavoces de Sos Racismo. "Sin papeles no puedes hacer nada", critica una participante en el estudio.
Adem¨¢s, las extranjeras, subray¨® Izaskun Moyua, sufren depresi¨®n y soledad por encontrarse lejos de sus familias. "Te vas quedando sola, encerrada... Y est¨¢s lejos de tu pa¨ªs, de tu familia", cuenta otra joven.
El estudio tambi¨¦n revela que los clientes cada vez solicitan m¨¢s servicios de transexuales y travest¨ªs: "Son el colectivo m¨¢s vulnerable, al que m¨¢s agreden", recalca Askabide, "Cada vez hay m¨¢s y se llevan muchos clientes", corrobora una chica.
Emakunde alerta de que ha crecido la demanda de relaciones sin presevativo. Bianca afirma que nunca lo consiente. En el informe, otra chica dice: "Muchas no ven que el sida mata, prefieren el dinero". Adem¨¢s, ha aumentado el uso de drogas, especialmente la coca¨ªna. "Los clientes a veces traen y ofrecen a las chicas. Yo digo no", relata una participante en el estudio.
La dificultad de encontrar pareja tambi¨¦n se refleja en los testimonios: "Es muy dif¨ªcil compaginar prostituci¨®n con amor".
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