El vac¨ªo de los ausentes
Secuestro, tortura, asesinato, robo de beb¨¦s, desaparecidos. Barbarie. Situaciones terribles que marcaron miles de vidas, a las que ha tenido que enfrentarse Argentina 30 a?os despu¨¦s del terror de la dictadura militar, de 1976 a 1983.
Un terrorismo de Estado que se sald¨® con 30.000 desaparecidos y/o asesinados (la f¨®rmula de desaparici¨®n forzosa, dice el periodista Horacio Verbitsky, fue el m¨¦todo elegido por la dictadura para evitar la condena del Vaticano), muy presente en Ausencias, el libro que el fot¨®grafo argentino Gustavo Germano ha realizado con los retratos de 14 casos de desaparecidos, y que se exponen en la Casa de Am¨¦rica de Madrid.
El libro es de una sencillez aplastante. En una p¨¢gina, una fotograf¨ªa sacada de ¨¢lbumes familiares. Enfrente, otra foto en el mismo lugar, con las mismas personas, salvo los desaparecidos o asesinados. Los ausentes.
"Fue una matanza masiva, pero no discriminada. Todos ellos eran personas comprometidas"
Sorprende la tremenda visibilidad de los ausentes, que se convierten en grito acusador, una ausencia omnipresente que todo lo dice. Sorprende la juventud de los desaparecidos, incluso ni?os. Sorprende la sensaci¨®n de dicha que envuelve las primeras im¨¢genes plet¨®ricas de vida, frente a la tristeza indescriptible de las segundas, a las que el paso de los a?os no ha conseguido borrar las huellas del dolor.
Son im¨¢genes sin artificios. No quieren ser dram¨¢ticas sino serenas -pese a que una de ellas es de su familia-, pero se convierten en un grito pavoroso, una radiograf¨ªa del horror. Porque las ausencias hablan y, como dicen los familiares, "en los vac¨ªos vemos a los que ya no est¨¢n".
El fot¨®grafo, que ahora vive en Barcelona, regres¨® 30 a?os despu¨¦s con los supervivientes a los sitios donde fueron tomadas las fotos. Era m¨¢s que nada una necesidad de contar lo que pas¨® a las v¨ªctimas de la represi¨®n y lo que han pasado sus familiares en estos 30 a?os. "Han pasado por muchas situaciones: desde ser escoria (montaje del poder y de ciertos sectores de la sociedad), a la primavera del 83, con los juicios a las juntas militares, hasta la leyes de Obediencia Debida y Punto Final, pasando por a?os de indiferencia y estocadas como los indultos de Menem. Aunque soy familiar de desaparecido, la idea no es autobiogr¨¢fica. Quer¨ªa hablar del universo de las v¨ªctimas, de la represi¨®n y de c¨®mo es vivir con la presencia de una ausencia. Porque, como dec¨ªa Ernesto S¨¢bato, los muertos mueren una vez, y los desaparecidos, todos los d¨ªas".
As¨ª que Germano, a trav¨¦s de su hermano Guillermo, coordinador del Registro ?nico de la Verdad en Entre R¨ªos, contact¨® con los familiares e inici¨® un proyecto que ha durado a?o y medio. Todos los desaparecidos eran de Entre R¨ªos, una provincia peque?a de un mill¨®n de habitantes.
Hay ausencias totales, familias enteras desaparecidas. Como los Amestoy: dos padres, dos hijos y una cu?ada. Omar Dar¨ªo ten¨ªa 31 a?os, era registrador de la propiedad y militante de barrio. Su mujer, Mar¨ªa del Carmen Fettolini, ten¨ªa 29 a?os y era maestra. Los ni?os, Mar¨ªa Eugenia y Fernando, ten¨ªan cinco y tres a?os. A las seis de la ma?ana, tanques y camionetas rodearon su domicilio. Los padres murieron acribillados; los ni?os, asfixiados. S¨®lo se salv¨® un beb¨¦ hijo de Ana Mar¨ªa Granada, la cu?ada, que fue escondido en un ropero.
O la pareja que abre el libro, formada por Orlando Ren¨¦ M¨¦ndez y Leticia Margarita Oliva. Aparecen j¨®venes y modernos en un d¨ªa de playa en su viaje de novios. En la siguiente foto, la playa aparece desierta. Son ellos tambi¨¦n quienes cierran el libro. Una pareja feliz con un beb¨¦ en brazos. Orlando, el padre, militante montonero y trabajador en una f¨¢brica, fue secuestrado en 1976 junto con su hija, que ten¨ªa 11 meses y que, despu¨¦s del asesinato del padre, fue llevada a una casa-cuna. Laura, el beb¨¦ recuperado por la madre, vio cuando ten¨ªa tres a?os c¨®mo un comando se llevaba a su madre de casa. No la volver¨ªa a ver. La foto de esa ni?a hoy pone el punto final: "Escog¨ª a Laura M¨¦ndez Oliva, que ahora tiene 32 a?os, porque es una mujer con futuro. Otros ya no lo tienen", dice Germano.
Hay una foto entra?able. Cinco j¨®venes bajo una tienda de campa?a. La instant¨¢nea ha aprehendido el aire feliz del verano. Dos de ellos desaparecieron. Victorio Jos¨¦ Ram¨®n, presidente del Centro de Estudiantes, era un bail¨®n de chamam¨¦. Elsa Raquel D¨ªaz, cat¨®lica y peronista. "Las fotos familiares nunca se hacen cuando te rompes un brazo, sino en situaciones alegres. En todas hay dos cosas esenciales: la presencia y la ausencia, y el paso del tiempo, que te marca, y que esa persona no ha vivido".
"Fuimos acerc¨¢ndonos a los casos partiendo de 20 paneles que hab¨ªan hecho los familiares, personas cercanas a la militancia de Derechos Humanos. Hubo gente que se neg¨® a aparecer, otros no quer¨ªan viajar? Lo que han reivindicado los familiares de los desaparecidos durante 30 a?os ha sido justicia, no venganza; no se ha o¨ªdo una palabra de rencor, eso es lo que ha posibilitado poder avanzar", dice el fot¨®grafo.
Pero Germano niega la teor¨ªa de que los desaparecidos fueron ciudadanos indiscriminados. "Fue una matanza masiva, pero pensada. Todos eran militantes de barrio, de sindicato, de colegio, profesionales o de izquierda, todas personas comprometidas. J¨®venes que ser¨ªan hoy los dirigentes del pa¨ªs y que fueron v¨ªctimas de un plan sistem¨¢tico de represi¨®n ilegal".
Hay dos im¨¢genes que ata?en muy directamente al autor. En la primera est¨¢ Germano, con sus tres hermanos. Es una foto de carn¨¦ y aparecen guapos y repeinados. En la siguiente ya no est¨¢ el mayor, Eduardo Ra¨²l, presidente del centro de estudios de La Salle y militante montonero. Eduardo fue detenido en 1976, torturado durante d¨ªas en los s¨®tanos de la Jefatura Central de Polic¨ªa, y asesinado. Ten¨ªa18 a?os.
"En mi familia hay un antes y un despu¨¦s del asesinato de Eduardo", dice Germano. "Fue muy penoso, la b¨²squeda era muy dif¨ªcil. En Buenos Aires, las madres se organizaron desde el principio, pero en Entre R¨ªos est¨¢bamos solos. Mis padres contrataron a un investigador, no sab¨ªan qu¨¦ hacer. Fueron a preguntar a la polic¨ªa? Y el jefe de la polic¨ªa de Paran¨¢ le sugiri¨® que matara al responsable de la desaparici¨®n de mi hermano, el cura Reinaldo del colegio de La Salle, que, dec¨ªa, era quien les hab¨ªa metido ideas subversivas en la cabeza? Yo ten¨ªa 11 a?os y, con mi hermano Guillermo, vivimos una etapa muy rebelde. A finales de los ochenta ingres¨¦ en el Partido Intransigente, lo m¨¢s cercano a Derechos Humanos, y empec¨¦ a canalizar ese malestar".
Germano relata c¨®mo se montaban puestas en escena que llamaban operetas, para hacer pasar los asesinatos por atentados. Fue el caso de su hermano y de much¨ªsimos m¨¢s. "Hubo 500 campos clandestinos de detenci¨®n, fue todo un plan de terrorismo de Estado, las fuerzas militares estaban articuladas en un plan de secuestro, tortura, delaci¨®n y desaparici¨®n. Primero fueron las operetas, luego lleg¨® la Soluci¨®n Final, los vuelos de la muerte en los que tiraban los cad¨¢veres al mar".
Dice el escritor y periodista argentino Horacio Verbitsky que las fotograf¨ªas de Germano "reemplazando al nombre ausente evocan ese trauma fundador de la identidad argentina contempor¨¢nea y nos introducen al misterio del tiempo con la muda violencia de un gesto congelado". Y Marta Nin, comisaria de Ausencias, asegura que la exposici¨®n conmueve, remueve, provoca, hiere en lo profundo y no deja a nadie indiferente. "Son esposas, hermanos, cu?adas, hijas, madres, amigos, ciudadanos, que con su actitud c¨®mplice y militante dicen: estoy aqu¨ª para que veas qui¨¦n no est¨¢, practico el recuerdo para que el silencio no gane la partida".
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