¡°Si no te comes el miedo, no consigues nada¡±
Es la primera. La que tira del carro. Antes de que Zaha Hadid (Bagdad, 1950) llegara a la cima de la arquitectura, s¨®lo se hab¨ªan acercado profesionales a la sombra de sus maridos: Aino Aalto, casada con el finland¨¦s Alvar Aalto; Lilly Reich, eclipsada por su amante Mies van der Rohe, o, m¨¢s recientemente, Denise Scott Brown, coautora con Robert Venturi de Aprendiendo de Las Vegas y a la que ni siquiera su marido reivindic¨® cuando, en 1991, le concedieron el Pritzker s¨®lo a ¨¦l. Ser mujer y llegar tan alto en la arquitectura parec¨ªa imposible. Hadid lo sabe. Y es tan consciente de su haza?a como del precio que le ha tocado pagar. Con todo, vive su mejor momento. Ya era la arquitecta m¨¢s famosa del mundo cuando no hab¨ªa levantado ning¨²n edificio. Sus elegantes dibujos le reportaron esa fama. Pero nadie, salvo su hermano y el due?o de un restaurante en Sapporo (Jap¨®n), cre¨ªa que aquello se pod¨ªa construir. El empresario alem¨¢n Rolf Fehlbaum dio el primer paso. Le encarg¨® una estaci¨®n de bomberos. A partir de ah¨ª, Hadid despeg¨® rauda como un cohete. En solitario, pero arropada por un estudio de ac¨®litos que conocen tan bien su temperamental car¨¢cter como sus generosas recompensas. En apenas un lustro, esta mujer se ha hecho con los premios m¨¢s importantes del mundo: el Mies van der Rohe, el Pritz?ker -es la ¨²nica mujer con este galard¨®n-, la medalla Thomas Jefferson, la del RIBA, y con doctorados honorarios de las universidades de Yale y Columbia. Ha construido el Centro de Arte Rosenthal en Cincinnati, la sede de BMW en Leipzig, una estaci¨®n de tranv¨ªa en Estrasburgo, una plataforma para salto de esqu¨ª en Innsbruck y un pabell¨®n para las Bodegas L¨®pez de Heredia, en La Rioja. Y hoy tiene proyectos por todo el mundo: en Abu Dabi, Copenhague, Dubai, Corea, Marsella, Roma, Gales, N¨¢poles o Guangzhou (China). Tambi¨¦n en Espa?a, don??de construye un pabell¨®n-puente para la Expo 2008 de Zaragoza, ha ideado el urbanismo de Zorrozaurre en Bilbao, un complejo de edificios en Durango, una torre en Barcelona, una biblioteca en Sevilla, y ha sido elegida para dise?ar el Juzgado de lo Civil en el Campus de la Justicia de Madrid.
No tiene fama de f¨¢cil. Y no lo es. Puede, por ejemplo, cambiar siete veces la hora de la entrevista. Aplazarla, cancelarla y volverla a convocar. Pero luego, cuando se pone a hablar, tambi¨¦n es capaz de olvidarse del slot de salida previsto para su avi¨®n privado y forzar que retrasen su vuelo sin abrir la boca para pedirlo. S¨®lo actuando. Y dejando que la interpreten. Su vida es eso: videoconferencias en habitaciones de hoteles e infinitas horas de vuelo. Despu¨¦s de las sucesivas convocatorias y desconvocatorias, aparece sonriente y muy maquillada en el hotel Puerta Am¨¦rica de Madrid, el local madrile?o con m¨¢s dise?o cosmopolita por metro cuadrado. Como Norman Foster, David Chipperfield o Jean Nouvel, Hadid es autora de las habitaciones de una de las plantas, la primera.
?Ha dormido en su habitaci¨®n? Pues no. Siempre que vengo me ponen en mis habitaciones. Y a m¨ª lo que me gusta es probar las de los otros. He dormido en una de Jean Nouvel.
?Y le ha gustado m¨¢s o menos que la suya? Si no tengo que trabajar, la m¨ªa negra es muy relajante. Pero en un sitio como ¨¦ste lo divertido es probar.
?Cu¨¢nto hace que no pisa Irak? ?Buff! 27 a?os. Mis hermanos hace casi cincuenta que no viven all¨ª. Y, poco a poco, me voy quedando sin familia cercana en Irak. La ¨²ltima vez que fui, en los ochenta, era un lugar muy complicado, muy distinto al pa¨ªs del que sal¨ª siendo adolescente. Ahora estar¨¢ peor.
Recuerda el Bagdad de su infancia como una sociedad avanzada. ?D¨®nde ha ido a parar aquel progreso? No lo s¨¦. El Irak en el que crec¨ª era un lugar liberal particularmente progresista para las mujeres. Mis compa?eras de escuela son m¨¦dicas o farmac¨¦uticas. Tienen una vida profesional.
?Y eso tiene que ver con la sociedad en la que crecieron o con las decisiones de sus familias? Yo soy la ¨²nica chica, la peque?a tras dos hermanos. Y mi madre, que no trabajaba, y mi padre quisieron que estudiara. La familia te empuja a ser algo, evidentemente, pero hasta la revoluci¨®n de 1958 la sociedad iraqu¨ª lo hac¨ªa posible. Hab¨ªa hasta un ministerio de la mujer.
?Qu¨¦ quer¨ªa su padre que fuera? Mis padres no me empujaron hacia ninguna vocaci¨®n en concreto. Pero s¨ª esperaban que hiciera algo importante. Mi padre hab¨ªa estudiado en Londres. Por eso lo natural fue que mis hermanos estudiaran en Cambridge. En Irak, yo fui a un colegio de monjas. Tan importante era el valor de la educaci¨®n que mis padres, que eran musulmanes aunque no practicaban, me llevaron a un colegio cat¨®lico porque era el mejor de la ciudad. La madre superiora era extraordinaria. Cre¨ªa en la educaci¨®n y en la excelencia. Presionaba a las estudiantes, pero de una manera positiva. Yo tambi¨¦n soy as¨ª: creo que la exigencia empieza por uno mismo.
?Es consciente de que tiene fama de exigente? Es que soy exigente. Pero creo que mi curr¨ªculo demuestra a qui¨¦n le he exigido la primera. A mi estudio llega gente de todo tipo. Sobre todo ahora que somos 250. Pero se quedan los que creen en lo que llevo a?os defendiendo: que las cosas pueden hacerse de otra manera, que la arquitectura puede cambiar la vida de las personas y que merece la pena intentarlo.
Quiso ser arquitecta a los 11 a?os porque vio c¨®mo su t¨ªa se hac¨ªa su casa. La arquitecta era amiga de mi familia y me ense?aba las maquetas. Era fascinante ver c¨®mo una pieza alteraba la casa. Y era la ¨¦poca en la que Irak se industrializaba y todo se transformaba con la construcci¨®n. La mezcla de dise?o y cambio me interes¨®. Mis padres me respaldaron. Lo que me gustaba hacer era dibujar.
Sali¨® de Bagdad con 16 a?os y tras un a?o en Suiza y otro en Beirut aterriz¨® en Londres. ?C¨®mo era el Londres que encontr¨® en los sesenta? No muy distinto al de hoy. Hab¨ªa habido una recesi¨®n en Inglaterra. Y viv¨ªamos el boom del petr¨®leo. Los sesenta fueron la d¨¦cada de Inglaterra. Revolucionaron la moda, cortaron las faldas y el pelo de las chicas.
?Se puso una minifalda? Nada m¨¢s llegar. Lo que era potent¨ªsimo era el mundo de la jet set en Londres. Se respiraba lujo y glamour. Fue el principio de los clubes nocturnos, de las bo?tes exclusivas, el origen de la m¨²sica disco. Yo entr¨¦ en ese mundo como ¨¢rabe con dinero. Viv¨ª unos a?os de locura. Pod¨ªamos ir a Par¨ªs s¨®lo para cenar all¨ª.
De fiesta en fiesta, ?d¨®nde aparcaba sus preocupaciones sociales? La arquitectura es una de las artes m¨¢s complejas. Por eso es poderosa. Un arquitecto debe entender a los pobres, pero tambi¨¦n a los ricos, que son quienes tienen y ponen el dinero. La vida en los clubes es una universidad tan importante como pasear por las calles de los barrios marginales. Es bueno saber de todo. Y para un arquitecto, m¨¢s.
Y en medio de tanta juerga, ?de d¨®nde sacaba talante para ponerse a estudiar? ?No la tent¨® dedicarse a algo m¨¢s relacionado con la vida nocturna que tanto le fascinaba? Pues no. En aquellos d¨ªas yo me hac¨ªa mi propia ropa, pero eso fue todo. Hay magn¨ªficos modistas, ?por qu¨¦ iba yo a ser una m¨¢s? Yo no soy una dise?adora de moda. Eleg¨ª la arquitectura, y lo que hago cuando dise?o mesas lo hago como parte de mi profesi¨®n.
Pero ha dise?ado incluso bolsos para Louis Vuitton. Porque lo entiendo como una extensi¨®n de las investigaciones que hago como arquitecta. Me dan un objeto y lo repienso. Le mantengo la identidad. Pero en el proceso pierde lo que le impide cambiar.
?Qu¨¦ ha tenido que pagar m¨¢s caro? El hecho de ser mujer, inmigrante, querer ser pionera, ser rica? Todo eso. La combinaci¨®n entre una mujer inmigrante, ¨¢rabe, autosuficiente y que hac¨ªa cosas raras no me facilit¨® nada las cosas. Pero estar tan marcada me ha favorecido. Me dejaban ser y hacer lo que quisiera. Pero a la vez me bloqueaban la entrada a ciertos encargos y terrenos profesionales. Empec¨¦ a trabajar en uno de los momentos m¨¢s carcas del siglo XX, cuando la arquitectura estaba sumida en la recuperaci¨®n de valores hist¨®ricos muy conservadores. Aquello pas¨®. Y cuando se necesit¨® cambiar, las cosas fueron m¨¢s f¨¢ciles para alguien como yo, que siempre hab¨ªa apostado por el cambio. A pesar de todo, seguimos teniendo mucha resistencia.
?Hoy d¨ªa? ?Ahora que construye por medio mundo? Todav¨ªa tropezamos.
?Por qu¨¦? ?Con qu¨¦? No ayuda nada ser ¨¢rabe, francamente. Y ahora, a¨²n menos.
?No est¨¢ usted por encima de las nacionalidades? En absoluto. No es que me digan directamente no te queremos porque eres ¨¢rabe. Pero s¨®lo una cerraz¨®n racista explica lo inexplicable cuando despu¨¦s de ganar concursos acaban construy¨¦ndolos otros.
?Es usted religiosa? Soy musulmana por nacimiento. Pero no practico. Pero no es un asunto religioso. Tiene que ver con el momento que atraviesa el mundo. Puede sonar a paranoia. Pero reconocer¨¢ que sorprende que con todo lo que salimos en la prensa brit¨¢nica, casi a diario, deber¨ªamos construir en Inglaterra sin parar.
En Londres ahora construir¨¢ la sede de la Architectural Foundation, y tambi¨¦n el Centro Acu¨¢tico para los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012. S¨ª, pero si va a Londres ver¨¢ que cada semana queda un hueco en la ciudad. Est¨¢n tirando los edificios de los a?os sesenta, algunos muy interesantes, por cierto. Como resultado, vuelve a ha??ber es??pacio para hacer nuevos edificios. ?Y a qui¨¦n llaman para que los levante? Ya puedo ser la arquitecta m¨¢s famosa del mundo. Nosotros no estamos haciendo ni uno.
?Por qu¨¦? No entienden lo que hacemos. Les parezco exc¨¦ntrica. No est¨¢n interesados en cambiar, as¨ª es que imag¨ªnese en innovar. En Inglaterra lo que manda es lo que se vende: el coste por metro cuadrado. Las sorpresas no gustan. Algunos clientes no consiguen ni hablarme. Se quedan petrificados. No se atreven ni a mirarme.
?Les da miedo? Parece ser que s¨ª. Pero eso no me ocurre en Italia ni en China ni en Espa?a. Hay una resistencia brit¨¢nica.
?Por qu¨¦ sigue viviendo all¨ª? Pues por el idioma. Por mis amigos. Por inercia. Por ser de alg¨²n sitio. Adem¨¢s no creo que sea una cuesti¨®n personal. Otras culturas toman en serio los proyectos p¨²blicos, que son los que me interesan. En Gales, por ejemplo, es m¨¢s f¨¢cil trabajar.
En Gales le retiraron el encargo de la ?pera de Cardiff tras ganar el concurso. ?se fue el trago m¨¢s duro de mi carrera. Porque cre¨ª que con aquel proyecto podr¨ªa por fin despegar. Pero aprend¨ª. Hubo gente que se comport¨® con profesionalidad; otros, como Richard Rogers, que levant¨® la voz en mi defensa, con amistad y con ¨¦tica. Mucha gente crey¨® que aquello era tan injusto que se volver¨ªa a mi favor y, como v¨ªctima, me arropar¨ªan con encargos. Pero nada de eso pas¨®. Mi vida sigue siendo una batalla, y hoy Cardiff est¨¢ olvidado. Nadie recuerda qu¨¦ ni por qu¨¦ ocurri¨®.
En los a?os dif¨ªciles en los que ganaba concursos que no lograba construir, Hadid se hizo grande en la arquitectura temporal. Ide¨® escenograf¨ªas para los Pet Shop Boys o montajes de exposiciones como la de la c¨²pula del Milenio en la que los londinenses recibieron 2001. Su sello ha servido para dar glamour a la arquitectura brit¨¢nica. Por eso le duele que el reconocimiento le llegara desde fuera. El Guggenheim de Nueva York le mont¨® el a?o pasado una de las contadas retrospectivas que dedica a la arquitectura. Dejan Sudjic, director del Museo del Dise?o de Londres, le organiz¨® una muestra posterior el pasado verano "con ¨¢nimo de hacer justicia", seg¨²n declar¨®.
Siempre quiso romper los l¨ªmites de la arquitectura. ?Cree que hoy los est¨¢ rompiendo m¨¢s gente que nunca? Sin duda. Como persona y como arquitecta me ha interesado saber por qu¨¦ las cosas son como son. ?Por qu¨¦ hay s¨®lo un tipo de dormitorio? He cuestionado siempre las tipolog¨ªas. Eso afecta a lo que se puede hacer en los edificios y, finalmente, a su forma. No se trata de cambiar por cambiar. Pero hay mucha gente con alergia al cambio.
?Sus edificios hablan de libertad? Eso pretendo.
?No pueden tambi¨¦n coaccionarla? ?No son m¨¢s exigentes con el usuario? Lo son. Pero las relaciones que m¨¢s aportan son las que m¨¢s exigen. No me gusta im??po?ner, sino liberar. Mire, a la gente le gustan los paisajes m¨¢s extremos. Suben mon?ta?as, caminan en desiertos, bucean y en??cuen?tran maravillas. Se esfuerzan y vuel?ven con el esp¨ªritu elevado. Y eso es lo que yo busco hacer con la arquitectura, que en??grandezca, que aporte experiencias a los usuarios. Trato de capturar una experiencia ¨²nica en un espacio p¨²blico porque no todo el mundo puede pagarse una es??tancia en los hoteles m¨¢s caros del mundo. Me interesa ofrecer esa vivencia en salas de concierto, en bibliotecas, en museos.
Siempre ha expresado esa preocupaci¨®n social. ?Qu¨¦ le hizo pensar en los menos afortunados desde la posici¨®n privilegiada en la que creci¨®? Mi padre era el l¨ªder del partido democr¨¢tico en Irak y luego se convirti¨® en el jefe del partido progresista. Eso se come en casa. No es s¨®lo cuesti¨®n de llenarse la boca buscando la libertad. Si de verdad buscas la libertad, no la buscas s¨®lo para ti. La distribuci¨®n de la riqueza era para mi padre algo fundamental. No se trata de arruinar a los ricos. Pero en la sociedad en la que vivimos, con el boyante nivel financiero que existe, nadie deber¨ªa pasar necesidades.
?Se ha implicado alguna vez en pol¨ªtica? Votaba a Tony Blair hasta que invadi¨® Irak. Pero s¨®lo votaba.
Entonces firm¨® con otros arquitectos una carta abierta y p¨²blica contra su pol¨ªtica. Fue antes de que invadiera Irak. Tratamos de poner nuestro granito de arena. Ojal¨¢ nos hubiera escuchado. Lo que ha hecho es un desastre que ha arruinado a mucha gente y, consecuentemente, su carrera. Es particularmente triste porque cuando lleg¨® al poder esper¨¢bamos mucho de ¨¦l.
En los 15 a?os en que no logr¨® construir, su determinaci¨®n de llegar a hacerlo fue lo que la mantuvo en pie. ?La vida es m¨¢s f¨¢cil con objetivos que cuando ¨¦stos se cumplen? Un poco s¨ª. Lo que te hace mantenerte en los momentos peores, y en los mejores, que emborrachan y tienen siempre fecha de caducidad, es la confianza en ti misma. Y eso es un regalo que te hace tu familia, cuando creces. La flexibilidad, la perseverancia y la paciencia ayudan, por supuesto. Y el apoyo afectivo. En la vida no puedes hacer nada grande si est¨¢s solo.
?Qui¨¦n la ha apoyado? Mucha gente de mi despacho. Patrick Shumacher, por ejemplo, que hoy es mi socio. Y mis amigos.
?Sus amigos son arquitectos? No todos. Mis primeros clientes son mis amigos, claro. Pero tengo amigos de fuera de esta profesi¨®n. Lo que te anima es ver que despu¨¦s de sucesos como el de Cardiff la gente de tu oficina sigue creyendo en ti. Que la gente se quede contigo te da fuerza.
?Es m¨¢s f¨¢cil ser osado sobre un papel que en tres dimensiones? Pues s¨ª. Pero las dos fases son importantes. La investigaci¨®n de la que derivan los proyectos es tan dif¨ªcil como excitante. Es una verg¨¹enza que muchos de mis proyectos no se hayan construido por ignorancia. Porque alguien dud¨® que se pudieran construir. A m¨ª me cost¨® mucho empezar porque nadie cre¨ªa que lo que yo dibujaba se pudiera construir.
?Y qu¨¦ resolvi¨® esa situaci¨®n? Personalmente, mis primeros clientes. Y globalmente, el Guggenheim. El edificio de Gehry dio a entender que las cosas pod¨ªan ser de otra manera.
?Le gusta? S¨ª. Es valiente. Y fue oportuno. Gehry hizo un gran trabajo y la prensa hizo el resto. No recuerdo ning¨²n edificio tan medi¨¢tico.
Asegura que la construcci¨®n de una marca forma parte de la nueva identidad de las ciudades. ?Hay tambi¨¦n una marca Hadid? Soy mi marca, y seguro que ser distinta aumenta mi cach¨¦. Hoy lo original est¨¢ dentro de los planes de los pol¨ªticos, y la arquitectura singular, tambi¨¦n. Hace quince a?os suced¨ªa todo lo contrario. Y yo vest¨ªa igual.
Pero ha apostado fuerte por su imagen, por construir un misterio. Soy consciente del inter¨¦s de la prensa, y el hecho de ser la ¨²nica arquitecta con el Pritzker hace que me reconozcan en algunos sitios. ?El misterio? Siempre es mejor que la certeza. Cada uno puede imaginarse lo que quiera y la verdad no gusta a todos. Mi marca hoy es la de una pionera. Y la cultivo. De lo que represento me gusta el modelo que puedo ser para las mujeres arquitectas. Creo que gracias a m¨ª ha habido muchas que han pensado que era posible llegar alto. Eso no lo he conseguido yo sola. Es la sociedad la que se ha abierto a lo diverso. Y no estoy sola entre los pioneros. Tambi¨¦n los ha habido en el mundo de la pol¨ªtica. Mitterrand fue uno. Y ahora, f¨ªjese, Sarkozy, a los dos d¨ªas de ser elegido presidente, nos invit¨® a un grupo de arquitectos a cenar. Algo ha cambiado.
?En Espa?a tambi¨¦n cena con pol¨ªticos? No. Pero Espa?a est¨¢ apostando tambi¨¦n por la arquitectura. Barcelona ha sido el modelo de c¨®mo una ciudad se puede reinventar. Y eso se ha extendido a China y ahora a Oriente Pr¨®ximo.
?Qu¨¦ ha tenido que sacrificar para llegar a donde est¨¢? Pues todo. Mi vida personal. No es que pensara en casarme y tener una familia. No es exactamente eso. Pero eleg¨ª una vida que no admite compaginarla con ning¨²n otro deseo. No tengo tiempo para nada m¨¢s que para lo que hago. Es fant¨¢stico el mundo abierto en el que vivimos. Podemos trabajar en cualquier sitio. Pero vivimos tambi¨¦n en una gran trampa. En la era de las estrellas, la gente quiere verte. Si no apareces, se enfadan y te vas metiendo en una espiral de aviones que va consumiendo tu vida.
Se ha rumoreado que no va a algunos de los lugares donde levanta edificios. No puedo ir a todas partes. Quien me contrata debe saber que somos un equipo de 250 arquitectos. Yo sola no podr¨ªa con todo.
?Cu¨¢ndo siente que tiene una vida propia? Cuando consigo levantar un edificio. Y cuando me voy de vacaciones y nadie me molesta. A veces lo consigo en Estambul, en T¨¢nger o en Marbella.
Cuando le dieron el Pritzker en 2004 la describieron como una arquitecta sin miedo. ?No teme a nada? Mucha gente crey¨® que me desesperar¨ªa. Lo que para m¨ª es normal, para los dem¨¢s es complicado y extra?o. Soy lanzada y miedosa a la vez. Trabajando con otros me he dado cuenta de que la mayor¨ªa de la gente quiere una vida c¨®moda. No quieren molestar a nadie, ni molestarse ellos mismos. Pero si no corres riesgos, si no est¨¢s dispuesta a comerte el miedo, no consigues nada. Ocurre que hay mucha gente que espera que otros abran el camino. Eso no me parece aceptable. Por eso yo decido qu¨¦ caminos quiero abrir. Y trabajo tratando de abrirlos.
Hace 15 a?os no pod¨ªa imaginar d¨®nde ha llegado. ?D¨®nde espera estar dentro de 15 m¨¢s? Alguien como yo no est¨¢ nunca satisfecho. Me gustar¨ªa aplicar mis ideas a una escala mayor, al urbanismo. Ser¨ªa fant¨¢stico convertir un proyecto te¨®rico en una realidad palpable. Para desarrollar una idea hacen falta 10 a?os. Para poder aplicarla? depende. Ahora parece que las cosas suceden a mayor velocidad. Pero no hay que fiarse. Para cuando nos hayamos acostumbrado a la libertad y a la rapidez llegar¨¢ una ¨¦poca dura que no nos frenar¨¢. Y deberemos abrir de nuevo un camino. Otro camino. Los que todav¨ªa tengamos ganas de hacerlo.
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