La br¨²jula de Obama
La esposa del candidato negro es la persona que le mantiene pegado a la tierra
-Tenemos hormigas.
-?C¨®mo?
-He encontrado hormigas en la cocina. Y en el ba?o de arriba.
-Ya...
-Necesito que compres un insecticida cuando vuelvas ma?ana a casa. Lo comprar¨ªa yo pero tengo que llevar a las ni?as al m¨¦dico despu¨¦s del colegio. ?Puedes hacer eso por m¨ª?
-S¨ª, insecticida para hormigas.
-Eso, insecticida para hormigas. No te olvides, ?vale, cari?o? Y compra varios. Oye, te dejo, tengo una reuni¨®n. Te quiero.
Barack Obama colg¨® el tel¨¦fono y se pregunt¨® si Ted Kennedy o John McCain compraban insecticida para hormigas en su camino a casa... Barack Obama hab¨ªa llamado a su mujer, Michelle -en Chicago, donde est¨¢ el hogar familiar-, desde su oficina en el Senado de Washington lleno de orgullo para contarle que, junto al senador Richard Lugar, estaba a punto de hacer aprobar una ley que restringir¨ªa la proliferaci¨®n y el mercado negro de tr¨¢fico de armas. Lo cuenta el pol¨ªtico en su libro The Audacity of Hope. Apenas comenz¨® a explicarle a su esposa con todo detalle c¨®mo la compra fraudulenta de los misiles tierra-aire pod¨ªa amenazar los vuelos comerciales si los cohetes ca¨ªan en las manos equivocadas o c¨®mo millones de armas herencia de la guerra fr¨ªa alimentaban conflictos a lo largo y ancho del mundo... El senador fue cortado en seco e informado de la cat¨¢strofe dom¨¦stica: "Tenemos hormigas".
La esposa aporta a Obama el pedigr¨ª negro que algunos dicen que le falta
Dicen quienes conocen a la pareja que Michelle Obama es "el norte" de la ¨²ltima estrella aparecida en el firmamento pol¨ªtico estadounidense. Que Michelle Obama es quien mantiene al joven senador negro, 46 a?os, con los pies en la tierra, ya que su mete¨®rica y exitosa carrera no ayuda demasiado y le dispara el ego en m¨¢s de una ocasi¨®n. Es Michelle quien le hace sacar la basura y recoger los calcetines que deja tirados por el suelo. Quien con humor sard¨®nico hace bromas de su extra?o nombre -"??por Dios, qui¨¦n llama a su hijo Barack!?"- y sus grandes orejas. Quien cuenta con desparpajo que el, quiz¨¢, posible siguiente presidente de EE UU, no guarda la mantequilla en la nevera despu¨¦s de usarla y una vez la abandon¨® a su suerte con un retrete atascado en casa. Todo ello en p¨²blico. Ah¨ª est¨¢ Michelle, educada en Princeton y en la Escuela de Leyes de Harvard; con un salario que dobla al de su esposo y a¨²n as¨ª con tiempo para cuidar de sus dos hijas, Malia, nueve a?os, y Shasa, seis. Ah¨ª est¨¢ Michelle, quien no tiene escr¨²pulos en decir a las entusiasmadas audiencias que "Barack no es perfecto" y desde luego "no es el Mes¨ªas". La mujer detr¨¢s de Obama es Michelle, para algunos el as en la manga en la campa?a del senador dem¨®crata a la Casa Blanca para robarle el voto de las mujeres a Hillary Clinton. Para otros es un misterio por resolver. Dicen que somete a investigaci¨®n los discursos de su marido y que ¨¦ste no es ajeno a sus opiniones pol¨ªticas a la hora de elaborar propuestas legislativas. Tambi¨¦n sabe venderle, como hizo en una reciente visita a Carolina del Sur. "Imag¨ªnense a un presidente como Obama, que fue sacado adelante s¨®lo por su madre, quien tuvo que trabajar y criar a su hijo aceptando cupones para comprar comida de vez en cuando". "Imaginen un presidente que sabe lo que es eso"... ofrece y deja en suspenso Michelle Obama.
A punto de cumplir 44 a?os, la hija de Frasier y Marian Robinson est¨¢ comprometida con el trabajo del senador por Illinois. La ni?a que creci¨® en un apartamento de una habitaci¨®n en el ¨²ltimo piso de la cl¨¢sica casita de ladrillo de los barrios pobres del South Side de Chicago -el dormitorio de Michelle y su ¨²nico hermano, Craig, era a la vez el cuarto de estar de la familia- ha sido quien ha trazado los puentes entre el pol¨ªtico y la comunidad afroamericana, su movimiento de derechos civiles y su poderosa ¨¦lite.
Dicen que es inteligente, pragm¨¢tica, decidida y carism¨¢tica. Sus admiradores creen que posee el porte de Jackie Kennedy, el cerebro de Hillary Clinton y el encanto sencillo de Laura Bush. Los analistas a?aden un dato mucho m¨¢s importante: Michelle Obama aporta a su marido el pedigr¨ª negro que algunos dicen le falta al singular pol¨ªtico -un fen¨®meno hawaiano-indonesio-africano- del medio oeste americano llamado Barack Hussein Obama. Aunque cuando se le pregunta en las entrevistas si su marido es "suficientemente negro", hijo de padre negro de Kenia y madre blanca de Kansas, la mujer que cada ma?ana se levanta a las 4.30 para hacer ejercicio se revuelve en el asiento: "Crec¨ª en el South Side de Chicago. Soy negra. Mis padres son negros. Y sin embargo hay gente que podr¨ªa decir lo mismo sobre m¨ª, que no soy lo suficientemente negra. No tiene nada que ver con Barack, sino con los desaf¨ªos que la raza representa en este pa¨ªs". Su experiencia le ha llevado a concluir: "Habr¨¢ gente que piense: 'Has ido a Princeton y a Harvard y hablas correctamente', lo que se traduce en que hablas como 'una chica blanca'. No existe un solo negro que escape a esta din¨¢mica".
Su proyecto de final de carrera, en 1985, Negros educados en Princeton y la comunidad negra, ya dejaba ver una b¨²squeda de identidad parecida a la que Barack Obama describe en su libro Dreams from My Father. En su tesis, Obama, de soltera Michelle LaVaughn Robinson, escribe: "Mi experiencia en Princeton me ha hecho mucho m¨¢s consciente de mi 'negritud" [las comillas son suyas]. Y confiesa: "Hiciera lo que hiciera para relacionarme con mis compa?eros blancos siempre sent¨ªa que primero me consideraban negra y luego una estudiante".
A estas alturas, quiz¨¢ no deber¨ªa pasar inadvertido que en la primera cita que tuvo con Barack fueron a ver Do the Right Thing, del director negro Spike Lee. Ella nunca quiso ennoviarse con quien hoy aspira al n¨²mero 1.600 de Pensilvania Avenue. Al fin y al cabo era su supervisora cuando Obama lleg¨® a la prestigiosa firma de abogados Sidley & Austin. Pero cuatro a?os despu¨¦s de aquella salida, Sanita Jackson, hija del reverendo negro Jesse Jackson, cantaba en su boda.
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