"Siento como si tuviera un pacto con mi padre"
Ya lleva en pie dos horas cuando llega a desayunar; se ha tomado "un caf¨¦ horroroso" que le revuelve el est¨®mago, en "una cafeter¨ªa cochambrosa" donde le suelen dar un cruas¨¢n "que sabe a demonios". Pero sin esa rutina no es nada. Despu¨¦s se pone "a vender espect¨¢culos". Ahora, en este mismo instante, cuando llega a la rotonda del Palace ("?esto es m¨ªtico!"), est¨¢ feliz, le pide a Pilar Esquinas, la camarera que estudia Derecho, una macedonia de frutas, y habla como si estuviera en trance.
Hotel Westin Palace. Madrid
- Dos caf¨¦s: 12,50
- Una infusi¨®n: 6,25
- Dos ensaladas de fruta: 16,30
- Un zumo natural: 6,25
- Agua mineral: 4,30
- Churros y porras: 5,40
- Una tostada: 3
Total con IVA: 54,57 euros
Inaugura ma?ana un teatro con el nombre de su padre, Adolfo Marsillach
Blanca Marsillach tiene entre manos el mayor proyecto de su vida: abrir, este jueves, un teatro que lleva el nombre de su padre, Adolfo Marsillach. El teatro F¨ªgaro-Adolfo Marsillach. Su compa?¨ªa, que form¨® hace cuatro a?os con Elise Varela -amiga de su madre, la actriz Teresa del R¨ªo, y de su padre-, tiene varios espect¨¢culos de gira por Espa?a, y esta ma?ana en concreto ha estado vendiendo su producci¨®n de El reino de la tierra, de Tennessee Williams.
Pero lo que le tiene sin comer esa macedonia que ya ha llegado, lo que le atraganta de nervios el est¨®mago que espera infructuosamente la tostada con mantequilla que unta como si estuviera en las nubes, es el acontecimiento de ma?ana. A nadie se le ocurri¨® darle el nombre de su padre a ning¨²n local de Madrid.
Hace ocho a?os, cuando ella regres¨® de Estados Unidos "a hacer las paces con ¨¦l", vivi¨® momentos de enorme ternura con el actor, autor... que tanta gloria le dio a la dramaturgia espa?ola. Pero entonces, en el a?o 2000, ¨¦l estaba muy enfermo; ella, su hermana Cristina y la esposa de Adolfo, la tambi¨¦n dramaturga Mercedes Lezcano, lo rodearon de afecto, le hicieron re¨ªr, le acompa?aron en un trance que le condujo fatalmente a la muerte. ?Y por qu¨¦ tuvieron que hacer "las paces"? "No, no estuvimos enfadados, pero ya sabes c¨®mo son los padres, s¨®lo quieren que hagas bien lo que ellos creyeron haber hecho mal".
El padre le ense?¨® a reponerse del nombre. "Tienes que asumir riesgos". Y le condujo a aceptar un primer papel en una obra de Jardiel (que le propuso Pedro Osinaga) antes que "vivir c¨®modamente en la red que ¨¦l mismo hab¨ªa creado, el Centro Nacional de Teatro Cl¨¢sico".
Se lanz¨® sin red; atr¨¢s dejaba su experiencia norteamericana, que le condujo, adem¨¢s, a vivir una aventura "por la que mi padre me hubiera matado". Nunca lo ha contado, y lo cuenta ahora como si a¨²n fuera un secreto. La detuvo una polic¨ªa borde, que no entendi¨® sus bromas, de regreso de M¨¦xico, y la deportaron a Manzanillo, de donde ven¨ªa. Empe?ada en regresar, lo hizo a nado, desnuda, por el R¨ªo Grande.
Jam¨¢s se lo hubiera contado a Adolfo. Pero acaso ahora s¨ª. Ha dejado en el plato media macedonia de frutas, la tostada aparece como si fuera un barco a la deriva en una mesa blanca, y es entonces cuando cuenta que ahora siente a su padre muy cerca, le conduce y le dirige, le da fuerzas, y le tolera, "ahora me tolera todo, lo noto en mi alma, hablando, siento como si tuviera un pacto con ¨¦l". Gravemente enfermo ya, le dirigi¨® escenas, "hizo de mujer, para ense?arme, y yo le dec¨ªa: 'Sal t¨², hazlo t¨², est¨¢s divino". Ahora siente el aliento de quien le ense?¨®, y cuyo nombre figura por ella en la cartelera de Madrid.
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