Decisi¨®n ejemplarizante

En el conocido caso del buque-tanque Erika, que contamin¨® la costa francesa y caus¨® la muerte de numerosas aves en 1999, la justicia penal del Tribunal Correccional de Par¨ªs ha dictado una sentencia sorprendente tras ocho a?os de juicio y amplio debate en la prensa y foros internacionales. El Tribunal condena a todos los implicados -menos a su capit¨¢n y oficiales- por un atentado contra el medioambiente mediante una conducta calificable como delito de imprudencia.

Pero las conductas del armador del buque, el operador del mismo, el fletador y propietario de la carga, la petrolera Total y la sociedad de clasificaci¨®n RINA no fueron las mismas. Los problemas de corrosi¨®n, mantenimiento y peligrosidad del buque por su elevada edad apuntan directamente a la responsabilidad del armador y gestor. No tiene explicaci¨®n jur¨ªdica ni t¨¦cnica imputar a la propietaria de la carga, que s¨®lo alquil¨® la capacidad de transporte del buque para un viaje, sin tener a su cargo el mantenimiento ni la conservaci¨®n del mismo. Considerar penalmente imprudente a la fletadora Total equivale a hacerlo a todos los que diariamente salen al mercado de fletes y contratan las bodegas de un buque de entre 15 y 25 a?os sin conocer sus condiciones de mantenimiento.

Se castiga a quienes no hicieron todo lo debido para evitar el desastre

Algo parecido, pero m¨¢s discutible, sucede con la sociedad de clasificaci¨®n, ya que ¨¦sta no es garantista del buen mantenimiento y empleo del buque por el Armador, sino vigilante de la vigencia de un nivel de seguridad que hace que el buque siga clasificado para cumplir una exigencia de su asegurador. As¨ª, las sociedades clasificadoras pueden ser imputadas por clasificar a un buque en condiciones de grave deterioro, aunque no se demuestre su negligencia temeraria en los hechos.

De ah¨ª que veamos una penetraci¨®n decidida del Derecho Medioambiental en el Derecho Mar¨ªtimo. Para las reglas mar¨ªtimas, contenidas en el Convenio de Responsabilidad Civil por vertido de hidrocarburos (de 1992), el ¨²nico responsable habr¨ªa de ser el naviero propietario del buque. Una actitud ecologista parece haber inspirado esta decisi¨®n ejemplarizante que busca castigar a todos los que no hicieron todo lo debido para evitar el desastre. Sin duda ser¨¢ objeto de apelaci¨®n.

El siguiente desastre en cercanas latitudes fue nuestro Prestige en noviembre de 2002, y por la proximidad del pa¨ªs vecino pueden sonar trompetas en el foro penal espa?ol de Corcubi¨®n. Los hechos son muy diferentes aunque, si prospera esa tendencia ejemplarizante, los resultados pueden imaginarse. No son los dos casos extrapolables pero s¨ª tienen en com¨²n una necesidad objetiva de protecci¨®n del medioambiente marino y de las v¨ªctimas de las mareas negras que anida en la persecuci¨®n de los delitos ecol¨®gicos.

Jos¨¦ Mar¨ªa Alc¨¢ntara es abogado maritimista.