Chocolate liban¨¦s
L¨ªbano.
Quiz¨¢ uno de los ¨²ltimos lugares del mundo de donde uno espera un caramelo de pel¨ªcula es de L¨ªbano. Un caramelo dulce, agradable, sensible, colorista, de los que comienzan agradando y provocando una sonrisa, hasta un determinado punto en el que cierta sobredosis de buen rollo lleva a que el cautivador gusto inicial se quede justamente en eso, en un caramelo, un producto tan eficaz (durante un rato) como poco recordable para la posteridad.
CARAMEL
Direcci¨®n: Nadine Labaki.
Int¨¦rpretes: Nadine Labaki, Yasmine Al Masri, Joanna Moukarzel.
G¨¦nero: melodrama. L¨ªbano, Francia, 2007.
Duraci¨®n: 88 minutos.
Es superficial, nunca hace sangre (ni lo pretende) ni deja poso
Desde luego que Caramel, opera prima de la libanesa Nadine Labaki, Premio del P¨²blico y de la Juventud en el pasado Festival de San Sebasti¨¢n, tiene el m¨¦rito del atrevimiento, de la defensa de la tolerancia religiosa entre cristianos y musulmanes, del alegato en favor de la libertad de la mujer. Pero esa diatriba tiene un car¨¢cter definitivamente menor. Es superficial, nunca hace sangre (ni lo pretende) o deja poso.
Ambientada en un sal¨®n de belleza (o peluquer¨ªa de toda la vida), presenta a cuatro mujeres que se niegan a s¨ª mismas, que no acaban de aceptar su momento vital: una por mantener una relaci¨®n amorosa con un casado; otra por lesbiana; una tercera por no haber mantenido la virginidad ante su inminente matrimonio, y la ¨²ltima por no sobrellevar la aparici¨®n de la menopausia, para ella el primer s¨ªntoma de la decadencia. Cuatro tramas que llevan al clarificador subtexto de la libertad femenina, pero que no la hace distinguible de otras pel¨ªculas occidentales. El matiz de la diferencia nunca se hace palpable porque apenas si hay un ramalazo de tensi¨®n entre los defensores del tradicional velo isl¨¢mico y las que prefieren mostrar sus encantos mientras mascan chicle.
Quiz¨¢ se acabe notando que la pel¨ªcula termin¨® de rodarse justo antes de los bombardeos de Israel contra las bases de Hezbol¨¢ en Beirut, causantes de miles de civiles muertos, en julio de 2006. L¨ªbano era entonces un pa¨ªs en auge, preparado para recibir durante el verano a riadas de turistas. Y la pel¨ªcula es fiel reflejo de aquella situaci¨®n, de ese esp¨ªritu de optimismo, lamentablemente cortado por los ataques, denunciados por la pr¨¢ctica totalidad de la comunidad internacional.
Labaki aporta bonitos detalles de puesta en escena (que nunca se vea al amante de la protagonista y s¨®lo se conozca su ¨¢nimo por el tono de la bocina de su coche), y se nota que se ha forjado como realizadora en el ¨¢mbito del videoclip. Sin embargo, ese origen tambi¨¦n provoca el uso de mecanismos propios del peor cine de Hollywood, como esos encadenados musicales con las andanzas de sus personajes, recurso que se utiliza en incontables ocasiones, y en los que se huye de la narraci¨®n en forma de adorno en lugar de indagar en cada una de las situaciones. Lo que lleva a esta sensual, animosa y agradable historia a quedarse m¨¢s cerca de Chocolat (Lasse Hallstr?m, 2000) que de cualquier cr¨ªtica pol¨ªtica filmada en un pa¨ªs en lucha.
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