La lucha contin¨²a
Es triste comprobar que tenemos que estar de nuevo defendiendo derechos b¨¢sicos. Y repitiendo consignas que pens¨¢bamos ya prescindibles. Es triste, indignante y absolutamente necesario: la campa?a de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica contra la ley de aborto, la ofensiva que se est¨¢ llevando a cabo contra las cl¨ªnicas que realizan abortos, es una patada directa a los derechos de las mujeres y de toda la sociedad.
Lo que digo no es nada nuevo. Felizmente, se est¨¢n levantando voces denunciando esta situaci¨®n y avisando de los peligros que corren unas libertades tan duramente conseguidas. Felizmente tambi¨¦n, maestras y maestros en la materia est¨¢n sacando a la palestra las limitaciones de la actual ley y exigiendo una ley de plazos.
Por mi parte, insisto en lo m¨¢s b¨¢sico, en lo elemental, aquello que precisamente se ve m¨¢s atacado. Lo m¨¢s obvio. Hay que repetirlo machaconamente, continuamente, sin darnos tregua. Repetir una y otra vez: la ley no obliga a abortar a nadie, simplemente permite hacerlo a quien tenga necesidad. Repetir: abortar no es una fiesta, es una decisi¨®n terriblemente complicada para cualquier mujer. Repetir: nosotras parimos, nosotras decidimos. Repetir, repetir, repetir y defender con la palabra y con u?as y dientes nuestra libertad.
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