Tambores cercanos

El origen de la Tamborrada donostiarra se remonta a 1836, pero fue casi un siglo m¨¢s tarde cuando la sociedad gastron¨®mica Gaztelubide marc¨® "un antes y un despu¨¦s" en la celebraci¨®n del patrono de San Sebasti¨¢n. La noche del 19 de enero de 1934, justo despu¨¦s de dar por inaugurada la sociedad con una cena, los tamborreros de Gaztelubide decidieron acudir a la plaza de la Constituci¨®n, donde estaba el Ayuntamiento, y amenizar all¨ª con sus redobles la izada de la bandera de la ciudad. Hoy siguen protagonizando este acto.

"Gaztelubide marc¨® el comienzo de una etapa dentro de la historia de la fiesta", ya que "instaur¨® un arranque que no exist¨ªa", remarca el cronista donostiarra Javier Sada. Y es que hasta 1924 no se realizaba ni izada ni arriada de la ense?a. "Hab¨ªa una diana y punto". Ese a?o, el ordenanza municipal empez¨® a levantar la bandera solo, sin compa?¨ªa. Tres a?os m¨¢s tarde se uni¨® la banda de txistularis.

"Representa la vida popular donostiarra", dice su presidente

Con estos antecedentes tom¨® la plaza la tamborrada de Gaztelubide en 1934. All¨ª regres¨® en 1935 y el gesto de izar la bandera se hizo oficial de la mano del entonces alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa Paternina. Esta noche la sociedad no faltar¨¢ a la cita. Volver¨¢ a redoblar al son de la Marcha de San Sebasti¨¢n, aunque en esta ocasi¨®n lo har¨¢ acompa?ado de las voces del Orfe¨®n Donostiarra para celebrar sus 75 a?os.

Gaztelubide "representa la vida popular donostiarra", sostiene su presidente desde hace 22 a?os, Jos¨¦ Antonio Salas. Y es cierto que la sociedad ha mantenido a lo largo de estos tres cuartos de siglo la tradici¨®n de la Tamborrada, la gastronom¨ªa -adem¨¢s de la cena de San Sebasti¨¢n, organiza la del 14 de agosto, v¨ªspera de la Virgen, el D¨ªa de la Verdura o el Sagardo Eguna- y la m¨²sica -cre¨® el Orfe¨®n de la Casta?a-.

Tambi¨¦n es verdad que Gaztelubide es una entidad en la que s¨®lo pueden ser socios los hombres, lo que limita la presencia de mujeres en su seno. Pueden entrar a comer todos los d¨ªas desde hace ya m¨¢s de tres d¨¦cadas, pero a cenar s¨®lo el 20 de enero por la noche, y desde hace unos pocos a?os. "Las sociedades son de los socios y cada una se rige por unos estatutos", argumenta su presidente frente a quien pueda criticar estas normas. Aunque "a lo mejor el a?o que viene o cuando sea decidimos en asamblea que las mujeres entren a cenar todos los d¨ªas, qui¨¦n sabe", comenta, porque no se le escapa "la evoluci¨®n de la sociedad" en general.

Ese cambio se hizo notar hace dos a?os en su tamborrada, hasta ese momento masculina. Ampar¨¢ndose en la ley de Igualdad, el Ayuntamiento dej¨® entrever a los socios que o sumaban mujeres a la compa?¨ªa o se arriesgaban a perder el privilegio de protagonizar la izada. "Nos vimos un poco forzados", admite Salas. Incorporaron a 12 aguadoras. Este a?o habr¨¢ 16.

Entre ellas estar¨¢ Nerea Matilla, de 27 a?os, hija de un socio y que evita entrar en pol¨¦micas. "La sociedad evoluciona, y las tradiciones, con m¨¢s o menos presiones, tambi¨¦n. Me siento muy orgullosa de salir, pero si Gaztelubide hubiera decidido que la mujer no saliera, no habr¨ªa puesto mayor objeci¨®n, porque actualmente, si queremos salir en una tamborrada, tenemos opci¨®n", sostiene.

"Gaztelubide ha sabido mantener la tradici¨®n y transformar esa tradici¨®n en bien del civismo y la buena imagen de la ciudad", sentencia el concejal de Cultura, Ram¨®n Etxezarreta.

La historia de esta sociedad, en cualquier caso, est¨¢ ligada a la cr¨®nica pol¨ªtica, social y cultural de la ciudad. Su tamborrada (tampoco las dem¨¢s), no pudo salir en 1969 ni en 1971 debido al estado de excepci¨®n decretado. Y las tensiones pol¨ªticas han valido a los tamborreros m¨¢s de un huevazo dirigido a las autoridades durante la izada.

Pero Gaztelubide guarda recuerdos m¨¢s gratos, como la visita del actor Kirk Douglas durante el Festival de Cine. O la del poeta Federico Garc¨ªa Lorca, inmortalizada con una dedicatoria en su libro de recepciones. All¨ª podr¨ªa estar tambi¨¦n la r¨²brica del torero Manolete, pero alguien se la llev¨®.