El d¨ªa de los 'zorramangos'
En Guadalajara, el carnaval saca a la calle a fant¨¢sticos personajes
S¨®lo pod¨ªa haber llegado un d¨ªa antes. El carnaval, este a?o, se superpone a tres importantes fiestas: la Candelaria, el 2 de febrero; San Blas, el 3, y Santa ?gueda, el 5. Y todo por culpa de ese 21 de marzo que ser¨¢ justo luna llena. En funci¨®n del equinoccio de primavera estableci¨® el concilio de Nicea, el a?o 325, la Pascua de Resurrecci¨®n el domingo siguiente al plenilunio. Esa fecha condiciona todas las dem¨¢s movibles, entre ellas, el mi¨¦rcoles de ceniza (este a?o, el 6 de febrero).
Por eso Julio Caro Baroja no dudaba en afirmar que nuestro carnaval no existir¨ªa en la forma concreta en que ha existido desde fechas oscuras de la Edad Media europea "sin la idea de la cuaresma (cuadrag¨¦sima)". "Entonces se fijaron sus caracteres", a?ade. "Ello no quita para que quedaran incluidas, dentro del ciclo carnavalesco, varias fiestas de raigambre pagana".
En Guadalajara, el carnaval se puebla de fant¨¢sticos personajes, algunos de los cuales no se han movido de aqu¨ª desde hace siglos; otros fueron y vinieron, durmieron en pajares y ba¨²les, regresando a la vida de la mano de quienes nunca se resignaron a perderlos.
"Andamos todos a matacaballo", dice Jos¨¦ Antonio L¨®pez, presidente de la Asociaci¨®n La Alegr¨ªa, organizadora del carnaval de Villares de Jadraque, con "74 o 75 personas empadronadas". All¨ª, el 2 de febrero saldr¨¢n "siete u ocho vaquillones, depende del tiempo c¨®mo est¨¦. Trajes, tenemos 12".
Los vaquillones ocultan su rostro tras una m¨¢scara de arpillera, que apenas si les deja espacio para los ojos. Sobre los hombros, unas amugas, angarillas de madera cuya parte delantera se remata con cuernos de vaca, mientras que de la posterior penden cencerros. Su objetivo: correr tras las mozas y embadurnarlas de holl¨ªn. Les acompa?an los zorramangos, que "se visten con lo que no vale: pantalones, sayas viejas... Tambi¨¦n llevan la cara tapada y a veces ni la gente del pueblo los conoce, no saben si es un hombre o una mujer". Equ¨ªvoco que, naturalmente, se presta a todo tipo de ambig¨¹edades y bromas carnavaleras.
"En los tiempos malos", aclara Jos¨¦ Antonio, "tambi¨¦n sal¨ªan los vaquillones. Yo tengo 60 a?os y siempre los he visto. Se buscaban las vueltas a la autoridad para saltarse la prohibici¨®n, pero nunca desaparecieron".
Con el mismo nombre y caracter¨ªsticas similares, en Robledillo de Mohernando ("doscientos y pocos censados") recuperaron hace una d¨¦cada la tradici¨®n. "Lo hicimos a partir de lo que encontramos en los libros", se?ala el concejal Santiago Marchamalo. La Asociaci¨®n Cultural El Roble, ahora disuelta, ten¨ªa entonces mucho empuje y entre todos consiguieron que ahora salgan el domingo de carnaval cuatro vaquillones: "No podemos ser m¨¢s, porque hacen falta cuernos de toro y no me he hecho con ellos. Los primeros trajes eran de saco, y despu¨¦s los vestimos como si fueran frailes o as¨ª, sobre la marcha. Una se?ora mayor nos cont¨® que ella los hab¨ªa conocido con pieles de animales, pero no se acordaba muy bien".
El origen de los botargas
Unos y otros, y muchos m¨¢s, acudir¨¢n el 1 de febrero al pasacalles de botargas que desde hace una decena de a?os se organiza en la capital, Guadalajara. Concentrados en la plaza Mayor, recorren parte del casco antiguo. Los botargas, tan caracter¨ªsticos de estas tierras alcarre?as (aunque Caro Baroja les atribuye ra¨ªces europeas medievales), vienen con sus trajes arlequinados, sus m¨¢scaras otrora de madera (hoy, la mayor¨ªa de pl¨¢stico o de goma), sus porras en la mano... Propios de celebraciones invernales, constituyen as¨ª un todo con los personajes espec¨ªficamente carnavalescos.
"Me volv¨ª loco para conseguir cornamentas", recuerda Luis Javier L¨®pez, teniente alcalde de Luz¨®n, localidad de 83 habitantes. "Proceden de una corrida de toros de la Feria de San Isidro y tenemos 12". Doce, pues, pueden ser los diablos que salgan el 2 de febrero, recuperados a comienzos de los a?os noventa. Ennegrecidos con aceite y holl¨ªn, en su rostro destacan los albos dientes, hechos de patata o remolacha. A la espalda, enormes cencerros. Y en su ¨¢nimo, perseguir, manchar, bromear con cuantos se crucen en su camino. El contrapunto colorista y equ¨ªvoco lo ponen las mascaritas, cuya identidad se desconoce: "No tienen que hablar ni hacer ning¨²n ruido. Es dif¨ªcil saber si es hombre o mujer".
Tambi¨¦n las mascaritas de Almiruete llevan la cara oculta; en este caso, tras un lienzo pintado. Sombrero, enaguas, faldas, blusas, guantes, medias y zapatillas son de color blanco. Los botargas (mismo nombre, distinta apariencia y cometido) portan caretas de madera, cuero o cart¨®n que les proporcionan un fiero aspecto y singularizan una fiesta recuperada en 1985, tras un par¨¦ntesis de 25 a?os.
Para Fernando Mu?oz, presidente de la Asociaci¨®n de Botargas y Mascaritas (50 integrantes en un pueblo de 40 personas, de las que s¨®lo 10 viven todo el a?o), "se trata de celebrar el carnaval como lo hac¨ªan los abuelos de nuestros abuelos". El 2 de febrero no faltar¨¢n cencerros, polainas, vaquilla, oso, domador, carreras, botas de vino, confeti y pelusas de unas varillas parecidas al junco.
El mi¨¦rcoles de ceniza, 6 de febrero, los chocolateros de Cogolludo (767 habitantes) har¨¢n lo posible, armados con un orinal lleno de chocolate caliente, por conseguir que las personas que andan por la calle rompan el ayuno otrora propio de la cuaresma; o, por lo menos, por embadurnarlas dulcemente. Vestidos de blanco, llevan un caperuz que impide su identificaci¨®n. La fr¨ªa tarde de invierno es caldeada por el chocolate que se reparte de un perol puesto a la lumbre en la plaza.
GU?A PR?CTICA
Informaci¨®n- Ayuntamientos de Villares de Jadraque (949 82 40 40), Robledillo de Mohernando (949 85 11 52), Guadalajara (949 88 70 70), Luz¨®n (949 83 96 02) y Almiruete/Tamaj¨®n (949 85 90 01).- Turismo de Cogolludo (626 18 77 99).- www.dguadalajara.es.- www.festejosguada.com.- www.almiruete.com.
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