Gatillazo
Rajoy quer¨ªa anunciar primero el despido de Gallard¨®n y luego, el fichaje de Pizarro
El golpe de efecto en dos tiempos que Mariano Rajoy hab¨ªa dise?ado para abrir su campa?a electoral se ha saldado con un gatillazo. Se trataba de dar primero la mala noticia, el despido de Gallard¨®n, para taparla despu¨¦s con la buena, el fichaje de Pizarro, poniendo as¨ª un final feliz al melodrama escenificado. Era un thriller de suspense en el que se empezaba por sacrificar al pr¨ªncipe azul para crear ansiedad y se terminaba por llamar al h¨¦roe salvador para resolver el conflicto con un mensaje optimista capaz de infundir moral de victoria. Pero todo ha salido al rev¨¦s, pues al saltar primero la buena noticia, el resultado final ha quedado marcado para siempre por la noticia peor, que rompe las expectativas electorales de Mariano Rajoy.
?Por qu¨¦ ten¨ªa que despedir a Gallard¨®n? No s¨®lo para proyectar una imagen de autoridad, muy importante en un partido conservador, sino para evitar el derrotismo asociado a la lucha por la sucesi¨®n. Ceder ante Gallard¨®n, que se postulaba como sucesor de Rajoy, supon¨ªa impartir un mensaje equivocado, pues suger¨ªa la posibilidad de dar por perdida la batalla electoral de antemano. Algo que podr¨ªa inducir a los votantes a abandonar a su suerte a un candidato inseguro de vencer. Por tanto, hab¨ªa que darle calabazas a Gallard¨®n y descargar de paso la responsabilidad sobre la temeraria Aguirre, matando dos p¨¢jaros de un tiro. As¨ª Rajoy reafirmaba su autoridad y se redim¨ªa como ¨²nico sucesor de s¨ª mismo, al deshacerse a la vez de los dos pretendientes que aspiraban a desbancarle del liderazgo del partido.
Pero al final, el tiro le ha salido a Rajoy por la culata, quedando desautorizado como l¨ªder por la incapacidad que ha demostrado para superar la crisis de su partido. Y ni siquiera puede mantener el tipo con pretendido autoritarismo, pues tambi¨¦n ha quedado probado que cede ante el chantaje de que le hizo v¨ªctima Aguirre con su veto excluyente contra Gallard¨®n. Algo que se contradice con la pol¨ªtica oficial de su partido, contrario por principio a ceder ante los chantajes. Pero Esperanza es una matagigantes que primero se comi¨® a Simancas, luego a Gallard¨®n y ahora se ha zampado a Rajoy, sin perder el apetito pol¨ªtico aunque devore a sus propios compa?eros de partido.
Puede decirse que, con este gatillazo, Rajoy le ha hecho la campa?a a Zapatero, al cederle todo el centro moderado del espectro pol¨ªtico y quedar cautivo del radical integrismo neocon. Los socialistas no ten¨ªan clara su campa?a, pues a pesar de tratarse de unas elecciones de continuidad, destinadas en principio a revalidar el mandato presidencial, tampoco pod¨ªan ofrecer un mensaje claramente continuista, m¨¢s all¨¢ de prometer m¨¢s de lo mismo en materia social. La primera legislatura de Zapatero ha sido un continuo desastre pol¨ªtico, y adem¨¢s a ¨²ltima hora se ha reventado el boyante globo econ¨®mico. A todo lo cual se a?ade la frialdad ret¨®rica de Zapatero, que no sabe encontrar el tono emocional ni el mensaje discursivo con el que llegar al coraz¨®n de los ciudadanos. De ah¨ª el empate t¨¦cnico que auguraban las encuestas electorales. Y en ¨¦sas est¨¢bamos cuando a Rajoy le estalla el gatillazo de Gallard¨®n. As¨ª que ahora todo ha cambiado en beneficio de Zapatero, al que su rival le ha entregado ya hecha la l¨ªnea maestra de su campa?a, que parte de salida como la gran favorita.
Pero las cosas podr¨ªan no ser tan f¨¢ciles pues tambi¨¦n hay que contar con el efecto Pizarro, y no s¨®lo con el defecto de Gallard¨®n. Para sus ahora menguadas oportunidades de victoria, Pizarro es mejor candidato estrat¨¦gico que Gallard¨®n como n¨²mero dos de Rajoy. Pizarro viene de ganar contra pron¨®stico y en inferioridad de condiciones a La Caixa, la Generalitat y el Gobierno. Y esa capacidad de torear a un poder superior, al estilo David contra Goliat, siempre entusiasma al p¨²blico espa?ol, que aplaude a rabiar los desplantes toreros. Y en cambio Gallard¨®n, que se cre¨ªa sobrado, viene de perder ante Aguirre y ante Rajoy. Por eso parece preferible la combatividad de Pizarro, que puede infundir a las huestes del PP la moral de victoria que necesitan para poder jugar contra pron¨®stico. Tanto m¨¢s cuanto, a diferencia del brillante Gallard¨®n, el cazurro Pizarro nunca podr¨¢ hacerle sombra al ya de por s¨ª menguado liderazgo de Rajoy. De ah¨ª que su inclusi¨®n en el cartel electoral quiz¨¢ seduzca a bastantes indecisos.
Aunque lo m¨¢s probable es que no suceda as¨ª. La divisi¨®n interna demostrada con esta cruenta lucha por el poder le pasar¨¢ al PP una costosa factura electoral. Y si Rajoy pierde por mucho las elecciones, vi¨¦ndose obligado a dimitir, quienes quedar¨¢n colocados para sucederle como l¨ªder parlamentario del PP ser¨¢n su n¨²mero dos, Pizarro, y su n¨²mero cuatro, Zaplana, cuyos apellidos contienen la letra Z que se requiere para ser presidente desde el inicio de la transici¨®n.
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