Las aseguradoras detectan estafas en las bajas por esguince cervical
Se extiende la picaresca para cobrar indemnizaci¨®n por supuesto accidente
A la casi totalidad de la tribu makelele (el 99%, precisan fuentes del sector de seguros) se le ha diagnosticado en alg¨²n momento esguince cervical, en la mayor¨ªa de los casos ocasionado al caerse de la moto el beneficiario, no como conductor, sino como ocupante. Aunque el conductor de hoy comparece ma?ana lesionado como ocupante de otro ciclomotor. En el Consorcio General de Seguros, pr¨¢cticamente la ¨²nica compa?¨ªa que les extiende las p¨®lizas (por estar obligado como compa?¨ªa p¨²blica a asegurar lo que no encuentra sitio en las privadas), cobran 339 euros por el seguro obligatorio y est¨¢n hartos de devolver con creces esa cantidad, conscientes de la picaresca.
La treta detectada es siempre la misma y cuenta con un cierto grado de complicidad por parte de las cl¨ªnicas privadas, que tambi¨¦n se llevan su parte por convenio con la aseguradora. La tribu conoce los s¨ªntomas del esguince cervical, los aducen en la cl¨ªnica a la que acuden y el m¨¦dico de turno, aun dudando de su veracidad, prefiere curarse en salud, no vaya a ser cierto, y cumplir el convenio, de manera que extiende el certificado, a lo que luego se suele sumar un periodo de rehabilitaci¨®n igualmente de dudosa necesidad.
En otras partes, los esguinces cervicales requieren unos 20 d¨ªas de baja. Por circunstancias que no se explican, esa dolencia en Galicia suele aparejar tres meses de baja no laboral (el paciente puede seguir trabajando), incluso cinco o seis, como se han dado casos. Por el com¨²n de tres meses, el Consorcio abona un m¨ªnimo de 2.500 euros al ocupante lesionado, una fortuna para los niveles econ¨®micos de la tribu y que bien merece tentar con teatros.
Hace diez a?os, por otra parte, el seguro obligatorio de autom¨®viles costaba 37.000 pesetas (223 euros) y las compa?¨ªas admit¨ªan la aportaci¨®n de un suplemento para extender su cobertura a un hijo del titular como conductor principiante del mismo veh¨ªculo. Hoy ninguna compa?¨ªa admite esa opci¨®n y la tarifa media para j¨®venes conductores en compa?¨ªas privadas se ha ido multiplicando en los ¨²ltimos cinco a?os hasta un promedio de 3.000 euros, s¨®lo mil menos de lo que suele pagar la tribu por sus maquinillos.
Las aseguradoras, espantadas por la frecuencia de siniestros, con la subida mete¨®rica de las tarifas intentan derivar a la clientela de la tribu, como sucedi¨® con las motos, al Consorcio General de Seguros, donde el seguro obligatorio de coches se tarifa en 1.014 euros. En la tribu, si lo pagan, es s¨®lo despu¨¦s de tantear otras opciones "gratuitas" y procurando obtener al cabo una rentabilidad con parecidas pr¨¢cticas de estafa.
Las opciones "gratuitas" las propicia Internet, como ilustra el caso de Makelele. Asegur¨® sucesivamente su Audi 3 en tres compa?¨ªas distintas utilizando sus servicios on line. Hecha la inscripci¨®n, el primer recibo de pago llega al cabo de un mes. Cuando llega, sencillamente no lo paga. La compa?¨ªa le da entonces de baja, pero le ha prestado cobertura durante un mes. Tres compa?¨ªas, tres meses. De sufrir alg¨²n percance cuyos costes equilibraran o superaran la tarifa mensual, se paga el recibo.
En el caso de Makelele, fue finalmente el padre de su compa?era quien asegur¨® el Audi A3 y pag¨® los 1.014 euros de la tarifa del Consorcio. Unas semanas antes del accidente, el mismo Consorcio hab¨ªa pagado, por una baja de la muchacha, lesionada como ocupante de un ciclomotor, unos 1.500 euros que ella acud¨ªa a cobrar con mucha impaciencia por las demoras, ya que "ten¨ªa que emplearlos en pagar el alquiler de su casa".
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