?Contra qui¨¦n va ese voto?
Los d¨ªas pasan, las semanas se van sin previo aviso y los contribuyentes empiezan a pensar, coronando la cuesta de enero, contra qui¨¦n votar¨¢n el pr¨®ximo 9 de marzo. Se acerca el gran momento y hay que tener bien claro qui¨¦n es nuestro enemigo y a qui¨¦n golpearemos con nuestra papeleta. La democracia facilita a veces esta clase de alquimia inversa y cutre: hacer del oro plomo, convertir el sufragio en pedrada. La pedrada tal vez nos deje tuertos, pero todo estar¨¢ justificado si el contrario, nuestro desemejante y enemigo, queda ciego en el lance.
Creo que era Miguel de Unamuno en Abel S¨¢nchez quien se preguntaba: "?Contra qui¨¦n va ese elogio?" Cuando se elogia mucho a uno, sosten¨ªa el rector de Salamanca, "se tiene presente a otro al que se trata de rebajar con ese elogio. Eso cuando no se le elogia con mala intenci¨®n, por ensa?arse en ¨¦l. Nadie elogia con buena intenci¨®n". As¨ª se las tra¨ªa don Miguel y as¨ª solucionaba la cuesti¨®n: no hablando bien de nadie y hablando (como el gran Pep¨ªn Bello recordaba desde la Residencia de Estudiantes) ¨²nicamente de ¨¦l, de s¨ª mismo, de un vasco de Bilbao llamado don Miguel de Unamuno, gran tema, ¨²nico tema.
Desde Sabino Arana, afirmarse negando es el deporte ol¨ªmpico de los nacionalistas vascos
El solipsismo es, por lo visto y sufrido a lo largo del ¨²ltimo siglo, una dolencia t¨ªpicamente vasca. Y as¨ª nace, como un ataque agudo de solipsismo, la conciencia nacional de los vascos en un jard¨ªn de Abando, apenas anteayer. Lo explicaba a este diario el profesor Castells, catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la UPV: "Con Sabino Arana llega la negaci¨®n de Espa?a, llega la afirmaci¨®n nacional identitaria basada fundamentalmente en la negaci¨®n del otro". Desde entonces, afirmarse negando es el deporte ol¨ªmpico de los nacionalistas vascos. Lo primero que quieren dejar claro no es lo que son, sino lo que no son. Los espa?oles que dejaron de serlo, seg¨²n el viejo ensayo todav¨ªa vigente de Gregorio Mor¨¢n, se pasan media vida record¨¢ndonos lo que no son o no quieren ser, tanto da. El de la identidad es un asunto arduo que ha alimentado muchas de las mejores p¨¢ginas de la literatura de ficci¨®n y ha engrosado enjundiosos tratados psiqui¨¢tricos.
El polo negativo, como se ve a poco que se mire, preside nuestras vidas. Votamos contra alguien, para que pierda alguien y no para que alguien gane. La ret¨®rica del "no" nos domina. ?Contra qui¨¦n va ese elogio? Estos d¨ªas abundan los elogios dirigidos, en el seno de su propio partido, contra Ruiz-Gallard¨®n. Su antagonista en esta triste historia, Esperanza Aguirre, ha demostrado que, con tal de dejar tuerto a su enemigo, ella est¨¢ dispuesta a quedarse ciega.
Hace una temporada hubo en Euskadi (y en el mundo exterior) una campa?a atroz de elogios hacia (o contra) Josu Jon Imaz. La campa?a se resolvi¨® con la desaparici¨®n del espacio pol¨ªtico del entonces presidente del PNV. Los elogios, en fin, pueden ser peligrosos. Sin embargo, no deber¨ªan serlo, de la misma manera que los votos no deber¨ªan ser nunca pedradas. Los pol¨ªticos no nos entusiasman; sus ideas ausentes, tampoco. Ese es el gran problema. Nos hemos (o nos han) convertido en esc¨¦pticos. No nos creemos nada y nuestra fe, si acaso, es una negaci¨®n. Vivimos (y votamos) a la contra. No es raro que Unamuno acabara escribiendo un ensayo titulado El resentimiento tr¨¢gico de la vida. Incluso hay gente que hace, en el pa¨ªs de los vascos, el amor a la contra.
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